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Domingo, 26 de diciembre de 2004

Cambio de...

 Por Fernando Krakowiak


El predominio de la economía brasileña sobre la argentina no sólo se evidencia en el desequilibrio comercial y la falta de coordinación macroeconómica. Durante los últimos años, el socio mayor del Mercosur comenzó a invertir en sectores clave del mercado argentino para ampliar su plataforma productiva y poder competir con mayores posibilidades a escala global. La decisión constituye una apuesta a largo plazo que contrasta con la retirada de varios grupos económicos argentinos que vendieron sus empresas para administrar activos líquidos o recluirse en el negocio agrícola, situación que dificulta la complementación productiva al interior del bloque. Ese comportamiento rentístico de la “burguesía nacional” explica en parte la actual crisis del Mercosur por la debilidad del modelo industrial argentino. El desembarco de las transnacionales brasileñas ya se concretó en combustibles, energía, siderurgia, petroquímica, textiles, alimentos, bebidas y en el sector aerocomercial. En estos días se especula con nuevas inversiones en la industria del cemento a través de la compra de Loma Negra. Según datos del Centro de Estudios para la Producción, desde 1994 los brasileños invirtieron 3732 millones de dólares en el país. El período de mayor auge fue entre 1994 y 1998 cuando se realizó el 50 por ciento de esas inversiones. Luego el proceso se desaceleró por la devaluación del real y la recesión argentina. Sin embargo, desde la salida de la convertibilidad las operaciones recuperaron dinamismo.
Durante la década del ‘90, las inversiones brasileñas en Argentina fueron protagonizadas por empresas que estaban dando sus primeros pasos a nivel internacional y tenían como estrategia principal vender en el mercado regional. Algunas inversiones fueron de tamaño mediano, como las realizadas por las autopartistas Copaf y Sogefi, la productora de Packaging Dixie Toga en American Plast y la empresa de medicina prepaga Amil. También se concretaron operaciones de mayor magnitud, como la compra del Banco Buen Ayre por parte del Itaú, la construcción de la planta de Brahma en Luján, la adquisición de Grafa por Textil Santista y la participación de la siderúrgica Gerdau en la empresa Sipar.
A comienzos de 2000, las empresas grandes comenzaron a tener más participación en el total de las inversiones brasileñas en el país, evidenciando la consolidación de un puñado de jugadores que ganaron masa muscular para competir a nivel mundial. Petrobras desembolsó 500 millones de dólares para quedarse con la cadena de estaciones de servicio EG3 y la siderurgia Belgo Mineira adquirió acciones de Acindar por 100 millones de dólares. Luego de la devaluación del peso, el desembarco de las transnacionales se aceleró por el cambio de precios relativos. Petrobras le compró a Pérez Companc la empresa Pecon Energía, con intereses en petróleo y distribución eléctrica, por 1125 millones de dólares; Brahma se quedó con una parte de Quilmes; Belgo Mineira pasó a controlar Acindar al quedarse con las acciones de la familia Acevedo y Grafa fue rebautizada como Santista para aprovechar el posicionamiento internacional del grupo brasileño, el cual cambió su composición accionaria pasando a ser controlado por la transnacional Camargo Correa. Esta compañía también tiene intenciones de quedarse con la cementera Loma Negra perteneciente a Amalia Lacroze de Fortabat. El último movimiento lo protagonizó la aerolínea brasileña Gol que el miércoles pasado comenzó a ofrecer vuelos a bajo costo entre San Pablo y Buenos Aires, mientras proyecta volar a otros destinos como Córdoba y Rosario.
La contraparte argentina no tuvo el mismo desarrollo. En los noventa, varias empresas invirtieron a nivel regional, destacándose las compras de Techint en Brasil (Confab), México (Tamsa) y Venezuela (Sidor), la expansión de Arcor en Brasil (dos plantas), Chile (tres plantas) y Perú(una planta), la participación de Pérez Companc en Bolivia, Ecuador, Perú, Venezuela y Brasil, las inversiones de la empresa de telecomunicaciones Impsat (familia Pescarmona) en una red óptica de transmisión de datos en varios países de América latina y las inversiones de YPF, Socma y Quilmes. Sin embargo, varios de esos grupos fueron vendidos y otros retrajeron su nivel de inversión. Andrés López, investigador del Cenit, señaló a Cash que “hace algunos años realizamos un trabajo sobre multinacionales latinoamericanas y detectamos cerca de diez grandes grupos argentinos que se habían expandido al exterior vía inversiones, pero si volvemos a mirar esa lista la mitad desapareció”. Petrobras se quedó con Pecon; Repsol compró YPF; Impsat pasó a manos de sus acreedores (ahora es controlada por Morgan Stanley); Brahma (Ambev) presiona para adquirir el control total de Quilmes y Socma disminuyó su exposición en Brasil (venta del frigorífico Chapecó). Sólo Techint y Arcor se mantienen como jugadores de peso a nivel regional y se proyectan globalmente.
Muchos empresarios argentinos evaluaron la creciente apertura y transnacionalización de la economía como un riesgo que no estaban dispuestos a afrontar y se dedicaron a administrar activos líquidos millonarios o se replegaron hacia negocios seguros en el campo, como hizo Pérez Companc y como se especula que hará Amalia Lacroze de Fortabat si vende Loma Negra y se queda con sus trece establecimientos rurales. Otros no pudieron afrontar el peso de sus deudas en dólares y decidieron ceder sus empresas a grupos con mayor respaldo financiero. La “burguesía nacional” ni siquiera planteó una estrategia de alianzas con el capital brasileño en un papel secundario. Sin duda ésa es una de las causas por las que los grupos locales se retrajeron mientras los depósitos de argentinos en el exterior crecieron. Ese desequilibrio complica las estrategias de complementación productiva al interior del Mercosur porque los brasileños no tienen del lado argentino contrapartes con proyección transnacional en muchos sectores.
Del otro lado de la frontera, el desafío empresario consistió en crecer lentamente para luego transnacionalizarse con la ayuda del Estado brasileño, quien no sólo participa de la expansión en su rol de empresario con Petrobras, sino que también apoya al capital con créditos a tasa blanda a través del Banco Nacional de Desarrollo (Bnds) y los subsidios estaduales. Bernardo Kosacoff, director de la Cepal, afirmó a Cash que “en la década del ‘90 Brasil decidió que estratégicamente era importante impulsar ese proceso, a tal punto que aparecieron líneas de crédito específicas del Bnds para apoyar la radicación de inversiones en el exterior”. Los brasileños avanzaron sobre Argentina con el objetivo de invertir en sectores con fuerte inserción exportadora (petróleo, siderurgia, petroquímica y, en menor medida, textiles) y crecer regionalmente en sectores orientados al mercado interno (bebidas e industria de la construcción) para enfrentar las inversiones provenientes de países desarrollados.
Un ejemplo de previsión lo constituye el grupo Camargo Correa. En 2002 lanzaron el Proyecto Camargo 2012 donde se destaca el objetivo de “internacionalizar el grupo y dejarlo entre los cinco mayores holdings privados no financieros de capital brasileño en los primeros años de la próxima década”. En junio de 2003 tomó el control de Santista Textil, principal proveedora y exportadora de denin en la región, y desde hace varios meses negocia la compra de Loma Negra luego de haber explicitado entre sus objetivos que su división cemento “debía aprovechar las oportunidades surgidas con el crecimiento de Brasil en 2004 e intensificar su actuación en el exterior”. La cervecera Ambev es otro ejemplo de proyección. En 2000 surgió de la fusión de Brahma y la compañía Antarctica Paulista para “traspasar las fronteras del país y difundir las principales marcas brasileñas en todo el mundo”. La mayoría de los grandes empresariosargentinos, en cambio, prefirió vender sus activos físicos, decisión que pudo haber sido racional desde el punto de vista económico, sobre todo de corto plazo, aunque dejó el camino libre para que el capital brasileño se consolide como único líder regional.

¿POR QUE INVIERTEN EN ARGENTINA LOS CAPITALES BRASILEÑOS?

RICARDO ROZEMBERG, director del Centro de Estudios de la Producción

“Aprovechan las ventajas”
“Después de la salida de la convertibilidad, los primeros inversores extranjeros interesados en aprovechar los nuevos precios relativos y la ventaja de tener empresas rentables en el país fueron los brasileños. También es la consecuencia de un proceso que tiene que ver con la mayor interrelación productiva y comercial que se observa desde la constitución del Mercosur. Es importante que haya empresas interesadas en aprovechar el Mercosur no sólo desde el ámbito comercial sino también desde el ámbito de la radicación de inversiones. Obviamente la idea no es que se levanten plantas de un país para radicarse en otro sino aprovechar las ventajas competitivas y de recursos que otorga cada uno de los países para especializarse y producir más en los dos países. No miro con desconfianza los capitales internacionales que vienen a producir, pero me gustaría que Argentina tuviese más grupos nacionales produciendo y al mismo tiempo trasnacionalizándose en el mundo”.

FERNANDO PORTA, investigador Centro Redes

“Posicionamiento global”
“La primera oleada de inversiones brasileñas, concretada entre 1995 y 1998, buscó aprovechar las oportunidades que brindaba el proyecto Mercosur para encarar una estrategia de especialización y complementación a nivel regional. Sin embargo, las inversiones de los últimos años tienen características diferentes. Son grandes empresas atraídas por los bajos precios de los activos (en términos internacionales) y por las ventajas acumuladas en Argentina de cara al mercado mundial. Petrobras invierte pensando en su posicionamiento estratégico a nivel global en el sector y no en el Mercosur. No podría ser de otra manera, porque la normativa Mercosur es incierta; no se sabe qué tamaño va a tener el mercado ampliado y si habrá un arancel externo común. Con un diseño del Mercosur compatible con la reindustrialización de Argentina, probablemente asistamos a una nueva oleada de inversiones brasileñas del tipo de las del ‘90; mientras tanto es difícil pensar que haya movimientos de esa naturaleza”.

MARTIN SCHORR, investigador Flacso

“Diferencias históricas”
“Es cada vez más claro que los empresarios brasileños son mucho más competitivos que los argentinos y eso está muy ligado al tipo de estructura productiva que hay en cada país. Hay una diferencia histórica importante. Los militares brasileños no destrozaron el proceso de industrialización como los militares argentinos y encima en el país vecino hay un Estado que está muy detrás del desarrollo de esos grupos, lo cual no sucede en el caso argentino. La diferencia de poder relativo entre las dos burguesías es clave. La retirada de la burguesía nacional expresa su incapacidad para competir en un contexto de cada vez mayor exposición al mercado internacional. Los brasileños aprovechan la situación invirtiendo en los sectores que constituyen los ejes más dinámicos del actual modelo de acumulación, como energía y agroindustria. La cuestión de fondo no es que los brasileños vienen a llevarse la Argentina sino la ausencia de una política de desarrollo industrial y productivo.

JORGE SCHVARZER, economista UBA

“Crecen para competir”
“En el mercado mundial, la actividad se está concentrando en empresas gigantescas. Entonces, la única forma de competir es alcanzar dimensiones mínimas muy altas. Las empresas brasileñas están buscando eso y el problema es que hay pocas empresas argentinas que están buscando lo mismo. No hay que criticar a los brasileños sino pensar cómo hacemos para que las empresas argentinas busquen competir en el mercado mundial. Las inversiones deben complementarse con una política tendiente a convertir el Mercosur en un polo de desarrollo regional. Lo importante es que generen nueva capacidad productiva y no se limiten a la compra de una empresa existente, porque en el país no necesariamente va a haber más producción si una compañía cambia de manos. Por ejemplo, me parece más importante la planta de cerveza que puso Brahma que la inversión de Petrobras, salvo que esa compra permita generar un proceso de desarrollo petrolero a partir de inversiones posteriores.”

 

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El predominio de la economía brasileña sobre la argentina no sólo se evidencia en el desequilibrio comercial y la falta de coordinación macroeconómica.

Brasil comenzó a invertir en sectores clave del mercado argentino para ampliar su plataforma productiva y poder competir con mayores posibilidades a escala global.

La decisión constituye una apuesta a largo plazo que contrasta con la retirada de varios grupos económicos argentinos que vendieron sus empresas.

Ese comportamiento rentístico de la “burguesía nacional” explica en parte la actual crisis del Mercosur por la debilidad del modelo industrial argentino.

El desembarco de las transnacionales brasileñas ya se concretó en combustibles, energía, siderurgia, petroquímica, textiles, alimentos, bebidas y en el sector aerocomercial.

 
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