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Domingo, 5 de mayo de 2002

OPINION: EL CORRALITO Y EL PLAN BONEX II

“Obediencia indebida y punto seguido”

Por Maria Veronica Testa
Abogada y escritora

Con o sin plan, la polémica ley Bonex 2002 revivió el fantasma. Segundas partes nunca fueron buenas, dice el dicho y hasta ahora se ha cumplido a rajatabla. Por momentos sentimos el hastío de estar sentados hace tiempo en la misma incómoda butaca, con la mirada clavada en la misma película.
Cientos de veces hemos visto las escenas repetirse unas tras otras. Nuestros ojos miran inevitablemente con el sentimiento de quien ya sabe de memoria lo que va a ocurrir. En otros momentos, caemos en el desconcierto. Desorientados, ya no sabemos quiénes son los buenos o los malos (¿los hay?) en esta sucesión de imágenes cuyo género resulta imposible catalogar, ya que los contiene todos, del terror a lo grotesco. Agotadas primero las risas, y luego las lágrimas, o viceversa, en lo que seguro no encuadra es en un clásico al estilo Hollywood en el que la Cenicienta en harapos es rescatada por el rico y codiciado príncipe.
Es que vistas rápidamente, las escenas se parecen. Claro, los personajes son siempre los mismos y el decorado apenas cambia. Esto conduce a muchos espectadores a pensar que en realidad asisten a la continuación de una misma película en la que los verdaderos actores quedan relegados a meros personajes secundarios y al guionista poco le importa que lo tilden de copión. Y a tal punto no le importa, por falta de inventiva, 12 años más tarde no tiene reparos en desempolvar del baúl de las miserias olvidadas al pobre y vilipendiado ahorrista Luis Peralta, a quien la Corte Suprema crucificó en nombre de todos los demás, al declarar en 1990 la constitucionalidad del Plan Bonex. Cual producto exitoso publicita su nombre en todas partes, olvidando que las arrugas afean pero aportan experiencia. El reciclaje consiste tan solo en ponerle un nuevo maquillaje con el fin de mejorar la versión anterior. Pero ningún ropaje por más bueno que sea puede disimular las abismales diferencias que existen entre 1990 y hoy.
En primer lugar, el hecho de que el Congreso dictó dos meses antes del “corralito” la ley de intangibilidad de los depósitos generando una engañosa confianza en el sistema financiero.
En segundo lugar, cualquier bono que el Estado entregue hoy es lo mismo que nada. La bancarrota no le permite siquiera garantizar su propia continuidad por los carriles democráticos.
En tercer lugar, la diferencia con el caso “Peralta” es que ya existió Peralta. La contumacia no es ni será fuente de derechos en ningún lugar del mundo.
Por último, nuestro sistema legal no está basado en la obligatoriedad de los precedentes como en el Common Law sino en el apego a la Constitución y la ley.
La Historia siempre se repite, pero los finales no. Y esto ocurre porque el hombre es siempre el mismo, lo que cambia es su circunstancia. Habrá una única Revolución Francesa, pero infinitas luchas por la libertad, igualdad y fraternidad. Pensemos, pero rápido. No sabemos cuánto tiempo nos queda frente a la pantalla antes de que nos censuren, sea cual fuere el final que le depara el destino a esta singular aventura del horror.

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