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Domingo, 26 de junio de 2005

INFORME ESPECIAL

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En noviembre de 2000 se abrieron las puertas a la competencia luego de diez años de monopolio. Se pronosticó una dura batalla entre los operadores entrantes y los históricos que generaría tarifas más bajas y mejor calidad de los servicios. Nada de eso pasó. Casi cinco años después, Telefónica y Telecom continúan dominando cómodamente los principales segmentos del mercado.

 Por Fernando Krakowiak


En noviembre del 2000, el mercado de telecomunicaciones abrió sus puertas a la competencia luego de diez años de monopolio ejercido por Telefónica y Telecom. Fue la primera apertura sin restricciones de un servicio público privatizado. Entonces se pronosticó una dura batalla entre los operadores entrantes y los históricos, que generaría tarifas más bajas y mejor calidad de los servicios. Sin embargo, casi cinco años después, Telefónica y Telecom continúan dominando cómodamente los principales segmentos del mercado. En telefonía fija concentran más del 90 por ciento de las líneas, en llamadas de larga distancia suman el 82 por ciento de la facturación, en celulares acumulan el 70 por ciento y en telefonía pública se acercan al 80 por ciento. La crisis económica fue una de las principales causas que limitaron la expansión de los nuevos jugadores, pero cuando la economía comenzó a recuperarse la situación no se revirtió. Los operadores históricos sostienen que los entrantes apostaban a obtener una rentabilidad rápida en la “crema” del negocio, y cuando la crisis redujo sus expectativas de ganancias se replegaron a su mínima expresión o se retiraron del mercado. Los entrantes que sobrevivieron aseguran, en cambio, que si no crecieron más es por la falta de reglamentación de las normas tendientes a facilitar la competencia.

En telefonía fija, el mercado se mantuvo sin alteraciones sustantivas desde la apertura. Los operadores entrantes invirtieron en las grandes ciudades, pero en el consolidado global no llegaron siquiera a hacerles sombra a los dominantes, los cuales tampoco compitieron entre ellos. Más allá de algunas inversiones cruzadas puntuales, Telefónica detenta en la actualidad más del 80 por ciento del mercado en la región sur del país que se le había adjudicado al momento de la concesión, y lo mismo ocurre con Telecom en la región norte. Marcelo Girotti, presidente de Impsat, aseguró a Cash que “la falta de portabilidad numérica fue una de las principales barreras para no lograr un mayor porcentaje de mercado”. La obligación de tener que cambiar el número telefónico en caso de optar por otro prestador hizo que muchas empresas desistieran de esa posibilidad para no tener que iniciar una campaña de marketing difundiendo su nuevo número. Eso afectó a las entrantes que apostaban fundamentalmente a captar clientes en el sector corporativo. Américo García, economista y presidente de la Unión de Usuarios y Consumidores, señaló a este suplemento que “la concentración de la poca competencia en el segmento de empresas y la falta de regulación hicieron que las posibilidades de elección de los usuarios residenciales prácticamente no se hayan modificado después de la apertura”.

El mercado de las llamadas de larga distancia, que se había “desregulado” tempranamente en 1999, fue uno de los terrenos donde se dio la mayor guerra de precios pero, luego de la devaluación, la brecha entre tarifas y ofertas, que en algunos casos llegó al 60 por ciento, se fue emparejando hasta desaparecer. Luego de algún momento de zozobra, Telefónica y Telecom se impusieron sin problemas en el segmento, a punto tal que dos de los principales competidores dejaron de ser una amenaza. AT&T se fue del país por no alcanzar los resultados esperados y Movicom-Bellsouth fue absorbida por Telefónica. Algunos especialistas afirman que la competencia habría sido mayor si la herramienta de selección por marcación del operador de larga distancia (marcar tres números para elegir a la empresa en lugar de tener que presuscribirse) se hubiera implementado como una norma obligatoria y no optativa, como finalmente salió en el 2002. Rafael Ibáñez, director de ingeniería y operaciones de Sky Online (Netizen, Diveo y TeleGlob), señaló a Cash que “solicitar numeración para competir bajo la modalidad de selección directa es una posibilidad, pero si Telefónica y Telecom no entran en ese juego ninguno de los operadores entrantes tiene la espalda suficiente para imponer esa práctica en el mercado a través de la vía publicitaria”. Ejecutivos de los operadores históricos señalaron a Cash, en cambio, que “las nuevas empresas ni siquiera querían que el sistema se implementara de manera obligatoria porque les hubiera significado un esfuerzo publicitario que no habrían estado en condiciones de afrontar”.

Telefonía celular es otro de los segmentos donde la competencia se redujo pese a la apertura, debido a la reciente fusión entre Unifón y Movicom. En la actualidad, Telefónica acumula cerca del 45 por ciento a través de la flamante Movistar y junto a Personal (Telecom) llegan al 70 por ciento de un mercado que, según los últimos datos de la CNC, tiene 15,1 millones de líneas. El ingreso de nuevos operadores se encuentra limitado porque para participar es necesario adquirir la mayor parte de los activos relevantes (infraestructura de red y espectro radioeléctrico). Las cooperativas telefónicas nucleadas en Fecotel y Fecosur afirman que van a competir en el mercado con la flamante empresa Comunicaciones Argentinas Cooperativas (Comarcop). Para que ello ocurra, Telefónica deberá devolver parte del espectro radioeléctrico que acumuló luego de la absorción de Movicom, pero no está claro que vaya a hacerlo en el corto plazo.

La fusión de Telefónica y Movicom también redujo la competencia en el mercado de la telefonía pública. Si bien Movicom no presta el servicio de manera directa al público, sí brinda líneas a los licenciatarios de telefonía pública a través de acceso inalámbrico. Movicom presta el servicio en el área metropolitana de Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Mendoza y Mar del Plata, y según datos incluidos en el dictamen sobre la fusión, elaborado por la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia en diciembre del año pasado, Movicom cuenta con 10.582 líneas operadas por terceros, siendo “el segundo oferente de líneas para telefonía pública en la zona de prestación histórica de Telefónica, desplazando incluso a Telecom”. Pese a esta situación, en el dictamen se afirma que “de respetarse la regulación del segmento, la posibilidad de aumentos en el precio final del servicio, posibilitados por la exclusión de competidores o generados por subas en el precio de los insumos más importantes debería ser prácticamente descartada”.

El congelamiento de las tarifas residenciales generó una rebaja en términos reales para los usuarios. Sin embargo, un informe de la Universidad de General Sarmiento y Flacso revela que desde la privatización, en noviembre de 1990, hasta junio del 2004 la canasta de consumo telefónico calculada por el Indec se incrementó un 35,7 por ciento en términos reales. Eso se debe a que los incrementos de productividad que obtuvieron las empresas durante el monopolio no produjeron una baja en las tarifas, tal como estaba contemplado, pero también porque la apertura del año 2000 no generó la competencia necesaria para impulsar los precios hacia la baja. Hasta ahora, la batalla por el mercado de las telecomunicaciones fue ganada por las compañías históricas que supieron sacarle el jugo tanto a la “apertura” como al monopolio.

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En noviembre del 2000, el mercado de telecomunicaciones abrió sus puertas a la competencia luego de diez años de monopolio ejercido por Telefónica y Telecom.

Fue la primera apertura sin restricciones de un servicio público privatizado.

Se pronosticó una dura batalla entre los operadores entrantes y los históricos, que generaría tarifas más bajas y mejor calidad de los servicios.

Casi cinco años después, Telefónica y Telecom continúan dominando cómodamente los principales segmentos del mercado.

En telefonía fija concentran más del 90 por ciento de las líneas.

En llamadas de larga distancia suman el 82 por ciento de la facturación.

En celulares acumulan el 70 por ciento.

Y en telefonía pública se acercan al 80 por ciento.

 
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