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Domingo, 13 de enero de 2008

EL IMPACTO DE LA FUGA DE CEREBROS

Científicos argentinos

Investigadores argentinos constituyen el 9,5 por ciento del total de los latinoamericanos que desempeñan actividades en I+D en los Estados Unidos.

 Por Diego Rubinzal

La inversión educativa tiene un elevado retorno económico y social. Por eso, los especialistas sostienen que un adecuado sistema educativo es condición necesaria para promover el desarrollo de una comunidad. Las naciones que alcanzan un alto nivel de desarrollo educativo cumplen dos condiciones: el diseño de un sistema educativo adecuado y la asignación de un nivel presupuestario acorde con los objetivos planteados. El Estado debiera asegurar una educación de calidad, garantizar el acceso y la permanencia en la escuela y promover el acceso a estudios superiores. Además, las naciones de desarrollo intermedio tienen un desafío adicional: implementar políticas públicas que moderen la “fuga de cerebros”.

Ya en la década del ’60, la célebre “teoría de la dependencia” sostenía que la migración de talentos implicaba la pérdida de millones de dólares a los países subdesarrollados. El principal destino del personal científico emigrado son los Estados Unidos. De acuerdo con datos brindados por el francés Observatoire des Sciencies et Techniques, ese país atrae un 40 por ciento del total mundial de migraciones científicas y tecnológicas.

En una reciente conferencia en la Universidad Nacional del Litoral Lucas Luchilo, investigador y responsable del Area de Educación Superior del Centro Redes (Centro de Estudios sobre Ciencia, Desarrollo y Educación Superior), señaló que “de acuerdo a una visión optimista sobre estos fenómenos, en el corto plazo pueden traer ganancias para los países de origen y de destino, ya que la migración genera remesas que benefician a los países de origen. Y, en el largo plazo, la movilidad de personal calificado puede contribuir a disminuir la brecha entre los países desarrollados y subdesarrollados, ya que se pueden traspolar experiencias del primer mundo a otros países”.

En el caso de la Argentina, la pérdida de capital humano viene de larga data. Inestabilidad política y económica, regímenes autoritarios, inexistencia de políticas públicas para retener a los científicos, falta de inversión en actividades científicas fueron algunas de las causas que favorecieron el drenaje de profesionales argentinos. Al igual que lo que ocurre con el resto del personal calificado del mundo, los principales destinos de los científicos argentinos son los Estados Unidos, Italia y España, en ese orden.

Cuantificar el número de graduados universitarios que se marcharon al extranjero no es tarea fácil. La falta de registros confiables no permite calcular el éxodo científico. Sin embargo, es posible realizar algunas proyecciones utilizando algunas bases de datos disponibles en el mundo, principalmente de instituciones estadounidenses. De acuerdo con dichas fuentes, Mario Albornoz, Ernesto Fernández Polcuch y Claudio Alfaraz realizaron un minucioso relevamiento en Hacia una estimación de la fuga de cerebros. En el documento, los autores señalan: “se puede calcular que residen fuera del país aproximadamente 7000 investigadores argentinos”. El informe agrega que “los nacidos en la Argentina constituyen el 9,5 por ciento del total de los latinoamericanos que desempeñan actividades en I+D (Investigación y Desarrollo) en los Estados Unidos. Esta participación es superada únicamente por México (17,0 por ciento), Cuba (12,5) y Colombia (10,0)”. La diferente propensión a permanecer en Estados Unidos de los investigadores argentinos y brasileños resulta un dato curioso. “De los 638 doctorados argentinos en el período 1991-2000, 136 (el 21 por ciento) disponían de visa permanente, mientras que de los 1481 brasileños solamente 116 (menos del 8 por ciento) contaban con este tipo de visa”, se puntualiza en ese informe.

Para convocarlos al país, la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Nación implementó el programa Raíces (Red de Argentinos Investigadores y Científicos en el Exterior). La iniciativa tiene distintos objetivos: desarrollar redes con investigadores argentinos residentes en el exterior, incrementar la vinculación entre investigadores en el país y en el extranjero y establecer mecanismos que permitan el retorno de científicos. Desde el 2003, 310 científicos e investigadores regresaron al país. La mayoría se incorporó al Conicet. En ese ámbito coinciden en que existe un ambiente más propicio para el desarrollo de la tarea científica. Por ejemplo, en el ámbito de la nanotecnología se ha creado un centro binacional con el Brasil y se publican actualmente 1200 trabajos anuales. Presupuesto más elevado, al triplicarse en el período 2003-2007, más espacios en el Conicet y aumentos de sueldos son algunos de los aspectos positivos que rescatan los científicos. Sin embargo, la situación dista de ser óptima: el 0,7 por ciento del Producto Interno Bruto destinado al área todavía está lejos de otros países vecinos como Brasil y Chile, que asignan más de un 0,9 por ciento de su Producto a I+D.

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Desde el 2003, 310 científicos e investigadores regresaron al país.
Imagen: Rafael Yohai

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Estados Unidos atrae un 40 por ciento del total mundial de migraciones científicas y tecnológicas.

En el caso de la Argentina, la pérdida de capital humano viene de larga data.

Los principales destinos de los científicos argentinos son los Estados Unidos, Italia y España, en ese orden.

Se puede calcular que residen fuera del país aproximadamente 7000 investigadores argentinos.

 
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