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Domingo, 2 de marzo de 2008

AUMENTA LA COBERTURA PREVISIONAL

Abuelos bajo el paraguas

La última moratoria permitió que el 85 por ciento de las personas en edad de jubilarse accediera a un beneficio, contra el 47 previo.

 Por Diego Rubinzal

El masivo repliegue del Estado fue una de las características distintivas de la década pasada. Una de sus consecuencias más trágicas fue la falta de cobertura previsional de millones de adultos mayores. El desempleo y la informalidad laboral agravaron el problema. En 2005, la tasa de cobertura alcanzaba apenas al 47,3 por ciento de los beneficiarios potenciales: mujeres mayores de 60 años y hombres mayores de 65.

La sanción de la ley 25.994 (conocida como Plan de Inclusión Previsional) abrió un nuevo escenario. La norma posibilitó la obtención de beneficios previsionales a las personas que acreditaran los años de servicio (30 años) sin tener la edad jubilatoria, o bien de aquellos que, acreditando la edad jubilatoria, no contaban con los años de servicio. En ese último caso, la implementación de una generosa moratoria facilitó el acceso de los potenciales beneficiarios. De esta manera, la cobertura realizada por el Sistema Nacional de Reparto se incrementó un 70 por ciento.

Actualmente, el sistema previsional global (reparto, AFJP y Cajas Provinciales) está cubriendo al 85 por ciento de la población objetivo.

En América latina, la Argentina, Uruguay y Brasil lideran los niveles de coberturas de los adultos mayores. Les sigue Chile con una tasa cercana al 65 por ciento y los restantes países tienen guarismos inferiores al 50.

Las mujeres fueron las que más se anotaron en el plan de regularización. Foto: AFP

¿Quiénes han sido los beneficiarios del Plan de Inclusión Previsional? En primer lugar, las mujeres, que obtuvieron el 87 por ciento del total de los nuevos beneficios. Amado Boudou, Vanesa D’Elía y Ezequiel Lo Valvo en su trabajo “El Plan de Inclusión Previsional. Resultados Preliminares” (Estudios Especiales de Seguridad Social, Anses, octubre 2007) rescatan que “el plan de inclusión previsional, al favorecer la inclusión al sistema de mujeres sin posibilidades de acceder a una jubilación por la vejez, cumple un papel activo en favor de la igualdad de género”.

En segundo lugar, la distribución geográfica de los beneficiarios arroja datos de interés. Al respecto, las provincias más beneficiadas han sido las que tenían una menor protección previsional. “Este es el caso de gran parte de las provincias del Noreste argentino: Chaco, Corrientes y Formosa, donde los beneficios otorgados por el plan representan cerca del 40 por ciento del total de beneficios jubilatorios nacionales”, sostiene el informe.

Los reproches al Plan de Inclusión Previsional se centran en su elevado costo fiscal. Así, Mario Brodersohn –en el Informe Económico (enero/08) de su consultora Econométrica– advierte sobre “el importante esfuerzo financiero que va a enfrentar el Gobierno como resultado de esas reformas. El gasto del gobierno nacional en seguridad social en relación con el PIB aumenta del 4,9 por ciento en 2006 al 6,7 por ciento en 2008”.

En cambio, Brodersohn rescata la reciente reforma previsional chilena.

Al igual que lo que ocurre en la Argentina, el sistema de capitalización privada trasandino tiene serios problemas de cobertura. Tan es así que solamente cubre al 5 por ciento de los trabajadores independientes. Para revertir esa situación, el gobierno chileno impulsó un retorno del Estado a la escena previsional. ¿De qué manera? Mediante la creación de una pensión a la vejez e invalidez –para quienes nunca aportaron al sistema– y de un aporte estatal complementario para aquellos jubilados que tengan una capitalización exigua en sus cuentas previsionales. Los requisitos para acceder al beneficio son: tener 65 años de edad, pertenecer a los tres primeros quintiles de ingreso (es decir estar dentro del 60 por ciento de la población de menores ingresos) y tener 20 años de permanencia en el país, entre otros.

Brodersohn rescata que, en el caso chileno, la reforma está dirigida a favorecer a los sectores más vulnerables de la sociedad. El informe de Econométrica afirma que, en el caso argentino, “la inclusión previsional no se limitó a los sectores más vulnerables de la clase pasiva, dejó también abierta la alternativa para que accedan a esa jubilación los sectores de ingresos medios y altos”.

Sin embargo, Boudou, D’Elía y Lo Valvo destacan que el Plan de Inclusión tuvo un impacto positivo en los niveles de pobreza de los adultos mayores. “Los jubilados que residen en hogares del Norte argentino son los que más padecen el fenómeno de la pobreza y la moratoria previsional ha funcionado como una herramienta para mejorar la calidad de vida de los adultos en riesgo”, concluyen los autores.

Sustentabilidad de la reforma vs. costo fiscal desmedido, universalización vs. focalización de los servicios, modelo argentino vs. modelo chileno son todas polémicas originadas en el fracaso del sistema de capitalización previsional privado.

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Claves

El desempleo, la informalidad laboral y el corrimiento del Estado en los ’90 produjeron una marcada caída en el número de personas que lograron jubilarse.

El Estado debió salir en socorro de los excluidos. La moratoria dio lugar a una virtual universalización de los ingresos previsionales.

El mayor impacto se produjo entre las mujeres y en las provincias del Noreste: Chaco, Corrientes y Formosa.

El plan permitió abordar el problema de la pobreza entre los adultos mayores.

 
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