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Domingo, 27 de abril de 2008

EL CRECIENTE INTERCAMBIO COMERCIAL CON CHINA

Oportunidad y riesgos

China fue el segundo socio comercial del país en 2007. El comercio con ese país se ha constituido en un factor importante de la recuperación.

 Por Ana Luz Abramovich*

China aumentó notablemente su peso en la economía mundial durante los últimos años. Argentina se ha visto beneficiada por ese crecimiento debido al incremento en la demanda externa de bienes en los que posee altos rendimientos de producción. El superávit comercial con ese país puede rápidamente convertirse en déficit. Las exportaciones están muy concentradas en bienes primarios, y las importaciones concentradas en manufacturas crecen a un ritmo mayor.

Los efectos económicos de la reforma impulsada por la dirigencia china a finales de los años ‘70 continúan consolidándose. China es desde el 2005 la cuarta economía del mundo y se espera que ocupe el primer lugar entre 2030 y 2050. Ha logrado un crecimiento de su ingreso por habitante, que multiplica por diez el valor que presentaba antes del inicio de las reformas, aunque continúa siendo bajo en comparación con otros países.

Acompañando el ascenso de su producción también ha crecido su peso en otros flujos, como el comercio internacional, la inversión extranjera directa y la fuente de financiamiento internacional. La magnitud de la economía china y sus elevadas tasas de crecimiento, el gran tamaño de su población y la mejora promedio en los niveles de consumo, junto con la aceleración de la producción industrial, implican una demanda creciente de bienes vinculados con la alimentación, insumos y energía a nivel mundial.

Argentina es uno de los proveedores de esos bienes. A través de las exportaciones hacia ese país, China ha constituido un factor importante en la recuperación económica de nuestra economía. En 2007 fue el segundo socio comercial del país. Las exportaciones hacia China están concentradas casi exclusivamente en bienes primarios, en particular en el rubro de semillas y frutos oleaginosos. Por su parte, las importaciones de productos chinos se concentran en una variedad de manufacturas, que todavía son de bajo nivel tecnológico, como ser los hilados y confecciones, juguetes y muebles. China ocupa también la primera posición como destino de las exportaciones argentinas a Asia, y es el principal comprador de soja y subproductos.

Si bien Argentina ha tenido desde 2001 superávit comercial con China, su magnitud disminuyó notoriamente en los últimos cuatro años. Esto se explica porque el crecimiento de las importaciones (53 por ciento promedio anual entre 2001 y 2007), fue mucho mayor que el de las exportaciones (35 por ciento). De continuar esta tendencia, este año puede terminar en déficit, aunque los altos precios internacionales de los productos exportados podrían evitarlo. Este hecho refleja dos riesgos involucrados en la profundización de ese vínculo comercial. El primero, la contribución de China a la consolidación de la especialización exportadora primaria. Su estrategia consiste en la compra de los insumos que no puede producir internamente, pero cuidando que sea con el menor nivel posible de valor incorporado. Las exportaciones argentinas que más han crecido en los últimos años –tanto en general, como hacia China– son las de productos primarios, seguidas por las manufacturas de origen agropecuario. Una especialización de este tipo, como bien muestra nuestra historia, implica altos niveles de dependencia de los países compradores y una alta exposición a las variaciones de los precios internacionales de los productos primarios. El segundo riesgo está vinculado con el avance de China como vendedor de manufacturas. Este crecimiento se basa en una estrategia consistente en ampliar y diversificar su oferta de productos exportables, incorporando un contenido tecnológico cada vez mayor. La competencia con los productores chinos representa un riesgo para los productores locales.

Resulta necesario considerar estos riegos y aprovechar la “oportunidad de China” para diseñar estrategias que permitan afrontarlos. Esto implica evaluar otro tipo de productos en los que Argentina podría lograr ventajas en función de la nueva configuración económica internacional. Diseñar políticas y acciones en este sentido requiere de mecanismos que permitan que las ganancias del comercio exterior fluyan hacia otros sectores de la producción. Involucra además el esfuerzo de comprender la nueva configuración mundial percibiendo a la región Asia-Pacífico como un conjunto que está jugando con nuevas reglas. Y buscar posicionarse también a partir de estrategias regionales, partiendo de la base del Mercosur, pero incorporando como aliados a otros países de la región con los que existen múltiples fuentes de complementariedad.

* Economista de la Universidad Nacional de General Sarmiento.

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