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Domingo, 4 de abril de 2010

ENTREVISTA A ALBERTO MüLLER, MIEMBRO DEL PLAN FéNIX

“Tasas accesibles para renovar vencimientos”

 Por Tomas Lukin

A pocos días de conocerse las condiciones del canje de deuda, los especialistas del Plan Fénix advierten sobre la relevancia de lograr tasas de interés más bajas, no para endeudarse a bajo costo sino para renovar vencimientos a un costo sostenible. Cash entrevistó al director del Cespa de la FCE-UBA y miembro del Plan Fénix, Alberto Müller, quien profundizó su visión sobre la situación actual.

¿Considera acertada la decisión del Gobierno de reabrir el canje de deuda para los tenedores que rechazaron la oferta en 2005?

–Es razonable normalizar la situación de la deuda con los holdouts. Es razonable renovar deuda, no es necesario ni cancelarla ni desconocerla. La deuda está en niveles muy manejables. Grecia, en la situación crítica en la que está, pudo financiarse al 5,9 por ciento. La Argentina debería apuntar por debajo de eso porque no tiene problemas de solvencia. Lo mejor sería negociar cuando no hay apuro porque, si no, no se negocia sino que se asiente. De todas formas, estamos frente a un panorama aceptable, aunque el escenario político perturba inútilmente las negociaciones.

¿Para qué sirve “normalizar” las relaciones con el mercado financiero internacional y constituir un Fondo de Desendeudamiento?

–Para renovar deuda a tasas de interés decentes compatibles con el crecimiento, como hace la mayoría de los países. Si no sirve para reducir las tasas, las medidas no serán efectivas. No sólo porque pagar el 14 por ciento en esta coyuntura internacional es mucha plata sino porque cuando a un acreedor se le paga ese interés quiere decir que se está camino a la insolvencia.

¿Es ésa la situación del país?

–No. Hoy existe un nivel de endeudamiento razonable en función de la capacidad de pagos del país en términos de su producción y el sector externo. La deuda representa alrededor del 45 por ciento del PIB. Ese nivel no conviene reducirlo porque implica desahorro interno y sacrificar 2 por ciento del Producto por año sólo para cancelar la deuda. Eso no es negocio. Se reduciría el stock de deuda inútilmente. Esa es la diferencia con la llamada deuda social, que debe ser cero por definición. La deuda pública no tiene que ser cero, tiene que estar controlada a un costo aceptable y no dispararse. Se puede permitir que aumente incluso mientras se preserve la capacidad de pago. La “normalización” tampoco debe significar el regreso al ciclo del endeudamiento con capitales baratos.

¿Acordar con los holdouts es suficiente para que bajen las tasas de interés?

–El mercado de títulos públicos argentino es muy pequeño. Depende en gran parte de lo que hagan las agencias calificadoras de riesgo. Considero que este nuevo canje debe traducirse, una vez realizado, en un aumento en la calificación. Si no es así, es un capricho.

Se trata del “regreso a los mercados”. No al endeudamiento, aunque sí a la lógica financiera.

–Es el mundo con el que hay que lidiar. Una alternativa es ir cancelando intereses y capital de deuda con el costo en materia de crecimiento que tiene. Es un precio que no vale la pena pagar y sería altamente injusto. La otra forma es repudiar: decir unilateralmente “no pago más”. Tampoco lo consideramos viable. Para hacer eso, al margen los efectos internacionales, el problema es interno. Hay que tener un frente político muy consolidado para enfrentar todos los embates políticos que generaría. Tenemos que buscar el escenario menos malo. Para no-

sotros eso es obtener tasas accesibles para renovar vencimientos.

¿La deuda en default es el único limitante para una baja en la tasa de interés?

–Existen otros puntos que dificultan ese proceso. Uno es el manejo del Indec. Es una impericia muy grande con puro costo para el Gobierno. También incide la situación política interna desde el conflicto con el sector agropecuario, que deprimió el precio de los bonos públicos, y la situación con el ex presidente del Banco Central, Martín Redrado. Además, hay factores de presión externos. La dirigencia política debe hacerse cargo de lo que está sucediendo. El mayor obstáculo, ya no para bajar las tasas sino para el desarrollo nacional, es no haber sido capaces de construir un proyecto de desarrollo. Salimos del corset ideológico de la convertibilidad, se abrió el debate, pero no se construyó desde esa base. Es esencial reconstruir el Estado que continúa siendo la máquina torpe que nos dejó el menemismo

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