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Domingo, 29 de mayo de 2011

EL IMPACTO EN LATINOAMéRICA DE LA MAYOR DEMANDA DE COMMODITIES

Efecto China

El fuerte ritmo de crecimiento del gigante asiático generó una mayor demanda minera, metalífera y de alimentos. La presencia de China en el comercio internacional alteró los precios de los productos básicos.

 Por Diego Rubinzal

La tendencia alcista en las cotizaciones de los commodities es explicada, entre otras causas, por el incremento de la demanda china. El impacto de ese factor está íntimamente relacionado con las especiales características de la industrialización oriental. La morfología de la estructura económica china registró intensas modificaciones en los últimos tiempos. Entre ellas, el crecimiento relativo de los sectores capital-intensivos (productos eléctricos, electrónicos) y el retroceso de las ramas trabajo-intensivas (textiles). Esas transformaciones productivas produjeron un sustancial incremento de la demanda minera y metalífera. En la actualidad, la industria siderúrgica china consume más del 40 por ciento del mineral de hierro comercializado globalmente. Por otra parte, la expansión del consumo energético interno provocó un aumento de la demanda de crudo.

En el documento “El ‘efecto China’ en los precios de los productos básicos y en el valor de las exportaciones de América Latina”, publicado en la revista de la Cepal, el profesor de la universidad inglesa de East Anglia, Rhys Jenkins, detalla que “después de los minerales y metales, el grupo de productos más importante en cuanto a la participación de China en el consumo mundial es el de las oleaginosas. Esto pone de manifiesto el rápido crecimiento de la demanda de forraje en China, a medida que se eleva el nivel de vida y cambian los modelos de consumo. Hacia fines de la década de 1990, el nivel de consumo de calorías diarias per cápita en el país ya era relativamente alto y, sobre todo en las zonas urbanas, los consumidores comenzaron a volcarse más a la carne, el pescado, los aceites vegetales y las frutas. En la actualidad, China es un importante mercado para la soja y la harina de pescado, y su participación en el consumo mundial ha ido en alza con el transcurso del tiempo”.

En síntesis, el alto ritmo de crecimiento del gigante asiático generó una mayor demanda minera, metalífera y de alimentos. La mayor influencia china en el comercio internacional produjo alteraciones en los precios de los productos básicos y, por ende, en el valor de las exportaciones latinoamericanas. Al cuantificar ese impacto, Jenkins distinguió entre ganadores y perdedores. Entre los primeros sobresalieron las naciones exportadoras de dos productos básicos: petróleo y cobre. Esos commodities concentraron nada menos que el 75 por ciento de los mayores ingresos derivados del “efecto China”. En orden descendente, las alzas de precios también beneficiaron al mineral de hierro, aluminio y zinc, y recién después se ubicaron el poroto y el aceite de soja. En números, Jenkins estimó que los ingresos de las exportaciones latinoamericanas se incrementaron unos 56.000 millones de dólares, un 7 por ciento de las ventas externas totales de la región, en 2007. Los mayores beneficios fueron recogidos por aquellos países (Chile, Bolivia, Perú) cuya canasta exportadora está integrada por productos minerales. En esos casos, las ganancias estimadas oscilaron entre un 20 y un 50 por ciento.

El siguiente lote de países más favorecidos está integrado por tres importantes exportadores de petróleo (Ecuador, México, Venezuela) y por las dos economías más diversificadas de la región (Argentina y Brasil). Ese grupo de naciones cosechó de 7 a 20 por ciento de ingresos adicionales. Cerrando la lista de ganadores, otros cuatro países (Colombia, Paraguay, Guatemala, Honduras) se ubican por debajo del 10 por ciento. Por el contrario, el efecto provocado por las alteraciones de precios terminó perjudicando a cinco países latinoamericanos (Costa Rica, El Salvador, Nicaragua, Panamá, Uruguay).

Volviendo al caso argentino, la economía doméstica fue una de las beneficiadas por el aumento de la demanda china. Sin embargo, el “viento de cola” asiático fue bastante más débil que el recibido por otras economías de la región. A pesar de eso, la economía argentina creció a tasas superiores a las registradas en esas naciones

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