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Domingo, 18 de septiembre de 2011

OBSERVACIONES CRíTICAS A LA PROPUESTA DEVALUACIONISTA

“Afecta el salario”

 Por Diego Rubinzal

La apreciación de las monedas domésticas afecta a toda la región latinoamericana. La Argentina no escapa a esa tendencia general, aunque el fenómeno es menos intenso que en los países vecinos. En términos reales, el tipo de cambio continúa siendo competitivo. Como señalara la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, “el tipo de cambio ajustado por salarios sigue siendo competitivo en relación con los principales países a los que exporta Argentina”. Por el contrario, economistas del establishment diagnostican la existencia de un atraso cambiario evidenciado por el estancamiento en la generación de empleo y el déficit comercial industrial. Con mucha cautela, esos sectores proponen una devaluación del tipo de cambio. De acuerdo con esa visión, la historia económica reciente de la Argentina demostraría que la corrección cambiaria provoca un incremento del superávit comercial y de la demanda agregada.

A su vez, el incremento de las exportaciones genera un aumento del nivel de actividad y del empleo en la producción de bienes transables. La suba del empleo promueve un incremento del consumo salarial y, por ende, potencia el efecto expansivo. En resumen, la devaluación provocaría crecimiento productivo, mayor empleo, incremento de recaudación impositiva (vía retenciones) y acumulación de reservas.

En un trabajo titulado Argentina y las lecciones de la postconvertibilidad: La insoportable levedad del keynesianismo, Fabián Amico, economista de la Universidad Nacional de Luján, cuestiona ese diagnóstico y su respectiva receta. Para Amico, el crecimiento económico es altamente tributario de las políticas expansivas aplicadas por el Gobierno. En cambio, la devaluación cambiaria produce inicialmente un deterioro del salario real en ausencia de mecanismos compensadores. Por lo tanto, el efecto expansivo sobre la demanda agregada no está asegurado.

Además, el impacto devaluatorio en la balanza comercial y en la recaudación tributaria no siempre es positivo. En el caso de las cuentas externas, Amico señala que “aun siendo cierto que tras una devaluación habrá un aumento de las exportaciones y una baja de importaciones en términos de cantidades físicas, ello no significa ni garantiza que se registre una mejora significativa en el saldo comercial”.

En el plano fiscal, los mayores ingresos –en concepto de derechos de exportación– podrían verse compensados con una caída de los tributos internos y de los gravámenes a las importaciones.

Esas observaciones no invalidan la estrategia de preservar un tipo de cambio competitivo. Consultado por Cash, Fabián Amico explica que “el tipo de cambio alto es una política importante, pero insuficiente. El crecimiento no depende exclusivamente del nivel de la paridad cambiaria, como puede apreciarse en la evolución económica reciente de ciertos países vecinos que tienen monedas apreciadas. Ahora bien, el mantenimiento de un tipo de cambio competitivo es importante porque favorece la diversificación de las exportaciones y la sustitución de importaciones. En otras palabras, brinda las condiciones necesarias, aunque no suficientes para avanzar en la conformación de una estructura económica más compleja. Es decir, el tipo de cambio pone los cimientos para avanzar en, por ejemplo, el desarrollo de políticas industriales. De resultar exitosa, esa política permitiría el ahorro de divisas y el aumento de la productividad coadyuvando a la superación de las históricas restricciones que presenta la economía argentina. Como decía Marcelo Diamand, lo importante es evitar que se produzca una apreciación persistente de la moneda doméstica porque eso genera serias dificultades en la estructura productiva y el empleo”.

Amico también resalta las limitaciones de las propuestas devaluadoras. “En 2009, algunos economistas proponían devaluar para enfrentar los efectos recesivos de la crisis financiera internacional. Eso hubiera contraído la economía aún más intensamente, ya que el aumento de las exportaciones y la caída de las importaciones hubiesen sido ínfimas. En este último caso, eso se debe a que las importaciones no están ligadas a los precios sino al Producto. Un buen ejemplo de ello lo brinda la evolución de la inversión reciente en bienes de capital. A pesar de la existencia de un tipo de cambio alto, las inversiones alcanzaron un registro record”. Por todo eso, Amico defiende la aplicación de políticas expansivas que incrementen la demanda efectiva

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