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Domingo, 27 de noviembre de 2011

MICHEL FOUCAULT, ADAM SMITH, LUDWING VON MISES, FRIEDRICH HAYEK

La noción de anarco-capitalismo

 Por Manuel Calderon *

El concepto de anarco-capitalismo al que se refirió la Presidenta en la reunión del G-20 se puede encontrar bien desarrollado en el libro de Michel Foucault El nacimiento de la biopolítica, curso que dictó en el Collège de France en 1979, y que trata de los orígenes (o mejor, la genealogía) de la idea de mercado y su vínculo con el ejercicio de un poder político-gubernamental en las democracias occidentales modernas orientado al gobierno de la “raza humana” (“biopolítica”). Foucault asocia el anarco-capitalismo o anarco-liberalismo con una vertiente extrema de la Escuela de Economía Austríaca (Mises, Hayek) que fue la Escuela de Chicago en EE.UU. durante la década del 50-70, por ejemplo con economistas como Gary Becker o Milton Friedman. Becker trabajó en expandir la idea de mercado hacia lugares no tradicionales de análisis económico como la criminalidad y la familia, y es quien primero desarrolla la teoría del “capital humano”, mientras que Friedman es más conocido por haber trabajado sobre temas macroeconómicos y monetarios, también desde una tradición liberal antiintervencionista.

Básicamente el calificativo de anarco-capitalismo se refiere a un capitalismo totalmente libre, donde el mercado es el espacio donde se resuelven no sólo las cuestiones económicas, sino sociales y políticas. Desde este punto de vista, los gobiernos deben dejar que el mercado resuelva por sí solo estas cuestiones, ya que cualquier intervención resultaría peor que lo que el mercado logra.

Se podría rastrear la noción de anarco-liberalismo a la “mano invisible” de Adam Smith y al “laissez-faire, laissez-passer” de los fisiócratas franceses. Smith se pregunta cómo es posible que una sociedad de individuos egoístas y libres pueda existir sin colapsar, sin autodestruirse, si cada uno sólo busca su propio interés. La respuesta que nos da es que justamente la existencia del mercado es lo que permite que esto suceda, ya que es el mercado “quien” resuelve esta multiplicidad de intereses egoístas en una resultante que es colectivamente beneficiosa. Por eso no hay que preocuparse por regular o controlar el comportamiento de las personas (siempre y cuando no tengan poder de monopolio, dice Smith), ya que es el mercado el que mejor lo hace.

Para la tradición liberal inglesa y francesa, un buen gobierno, un buen soberano, es aquel que conoce y acepta las “leyes naturales” de la sociedad, leyes que se observan en el funcionamiento del mercado. El mercado es el espacio desde donde emana la verdad, es un “instrumento de veridicción” nos dice Foucault, y “el arte del buen gobierno” es el gobernar de acuerdo a las leyes del mercado. El político que desconoce el funcionamiento del mercado, no tiene los elementos para hacer un buen gobierno, no tiene el conocimiento, el saber, que es necesario para gobernar bien a la sociedad

* Profesor de Historia del Pensamiento Económico.

www.elordennatural.blogspot.com

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