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Sábado, 24 de diciembre de 2011

ARGENTINA-BRASIL. POLíTICA, ECONOMíA Y RELACIONES BILATERALES LIBRO DE MARIO RAPOPORT Y EDUARDO MADRID

Aliados, socios y amigos

Las dos economías más importantes de Latinoamérica han podido superar las resistencias internas para liderar un dinámico proceso de integración regional a partir de reconocer y respetar la identidad nacional del otro.

 Por Amado Luiz Cervo *

La experiencia en la docencia y en la investigación y un profundo conocimiento de los hechos son los atributos que exponen Mario Rapoport y Eduardo Madrid en este libro y explican el carácter conciso y consistente de su interpretación acerca de las relaciones entre Argentina y Brasil. Para los dos estudiosos, la alianza estratégica que se viene conformando desde la década de 1980 no solo conduce a la superación de las dificultades históricas que tuvo ese relacionamiento, sino también a beneficios concretos para las dos sociedades. En estas últimas décadas, brasileños y argentinos han aprendido a reconocer y respetar la identidad nacional del otro, condición necesaria para la construcción de una asociación duradera.

En verdad, nos dicen los autores, las dos naciones siguieron una evolución distinta y realizaron experiencias propias que se transformaron en formaciones nacionales poco parecidas en cuanto a sus fundamentos étnicos y culturales. Los proyectos de nación a construir, la trayectoria de sus desarrollos económicos y sociales y los modelos de inserción internacional resultaron distintos. Hasta los modos de enfrentar los cambios, sea con un gobierno o con otro, con un tipo u otro de régimen político o cuadro institucional, democrático o dictatorial, civil o militar, así como el formato de los partidos políticos y su conducta frente al poder fueron diferentes. Estos aspectos de fondo que componen la identidad nacional involucran al conjunto de ambas sociedades. No son las mismas ni las construcciones ideológicas que los envuelven, ni sus estrategias de desarrollo, en temas que van desde la industrialización y la distribución del ingreso hasta los que se refieren al combate a la pobreza y el acceso a la educación, la salud y el bienestar. En el ámbito externo también se observan divergencias en las percepciones del papel a ejercer sobre el escenario internacional y los tipos o grados de alianza o conflictos alcanzados.

No obstante, el respeto a la identidad del otro, cuando se pasa del predominio de la rivalidad al de la cooperación en la relación bilateral, tornó posible, desde los años ’80, la idea de una alianza estratégica, hoy expresada en una sólida asociación, entendida como la contribución de cada uno a la formación nacional del país vecino. La vocación industrial une a ambas naciones como el bien más importante a proteger y promover, ya sea bajo la forma de una reindustrialización en la Argentina o de la continuidad de un proceso industrializador que se preserva en Brasil desde los años ’30. Por eso, los conflictos comerciales, que surgen sobre todo en el ámbito empresarial, no perturban la superior inteligencia política y la adecuada visión del vecino en esta nueva fase de asociación. Grandes poblaciones con elevada capacidad de consumo requieren empleo, ingresos y bienestar que el sector agropecuario, por más competitivo y robusto que sea, no alcanza por sí solo a sustentar.

El entendimiento político existente entre Brasil y Argentina, reafirmado desde la génesis del Mercosur y siempre que la ocasión se presenta, produjo ya tres efectos beneficiosos: la consolidación del eje bilateral por medio de la cooperación, la convergencia de posiciones en el ámbito de las negociaciones multilaterales regionales y globales y, finalmente, la percepción de intereses comunes a promover en las relaciones internacionales. En razón de esa asociación, fue relevante la colaboración bilateral para hacer avanzar el proceso de integración en Sudamérica, diseñar la alianza de los emergentes en el BRIC como contrapeso al G-8 y llegar a la primera coalición norte-sur, el G-20 financiero, como nueva configuración sistémica.

El resultado más palpable del entendimiento político entre Brasil y Argentina son los veinte años del Mercosur. Una experiencia positiva desde el aspecto político y comercial, como revela con claridad este libro. A pesar de un desvío hacia los aspectos puramente comerciales en el proceso de integración durante los años ’90, el proyecto original, concebido por los presidentes Sarney y Alfonsín como de integración productiva, ha sido recuperado en el siglo XXI y acoplado a la industrialización. Con una marcha todavía lenta en su institucionalización, dosificada por los procesos internos, el escenario mundial y el respeto a las identidades nacionales.

Las inversiones de empresas brasileñas en el país vecino, determinantes para su esfuerzo de reindustrialización, fueron impulsadas por la creencia en la vocación industrial común, por la confianza en la recuperación de la elevada capacidad de consumo de su población y, paradójicamente, contra los vientos levantados por las agencias de calificación de riesgo que aconsejaban huir de la Argentina. Este aspecto de la alianza revela el sólido fundamento sobre el cual se yergue: un elevado nivel de expectativas y de confianza mutua. Por eso, ese proceso mueve a los sectores dinámicos de las dos sociedades. Del lado brasileño sus empresas ya suman un stock de inversiones directas en la Argentina superior a los 11.000 millones de dólares en 2011. De este modo, el entendimiento político sobrevivió al acentuado instinto de defensa de las soberanías nacionales y a crisis financieras, económicas y sociales que afectaron a los dos países.

La asociación entre Brasil y Argentina es vital para América del Sur, por el peso específico de ambas, a fin de moderar y mejorar la calidad de las relaciones regionales. Pero Sudamérica precisa, además, ese entendimiento bilateral para situarse de manera adecuada ante los grandes desafíos internacionales. Necesita de acciones comunes a fin de defender los mercados, el empleo y el bienestar de sus pueblos, amenazados por la crisis económica mundial y, más concretamente, por la excesiva oferta de bienes manufacturados, excedentes de una capacidad productiva superior al consumo en los países ricos, a la que se agrega el dinamismo de la industrialización china.

En esas circunstancias, Argentina y Brasil podrán sumar sus propias experiencias e incorporar el aporte de capitales y emprendimientos necesarios al proceso de formación nacional, adoptando un modelo nuevo y dinámico de Estado, que descubre o inventa oportunidades y prepara el terreno para que los agentes de la sociedad puedan operar por medio de la simbiosis entre lo público y lo privado. Con ese nuevo patrón de Estado, se crea el orden jurídico y político favorable al flujo de factores que impulsan el desarrollo y, a través suyo, mayores niveles de vida para el conjunto de sus poblaciones.

Aprender con el otro conviene a ambos. Los dirigentes y sectores dinámicos de la sociedad sacaron a la Argentina de una profunda crisis financiera, económica y social en los inicios del siglo XXI y dirigieron el país hacia una recuperación admirable del bienestar por medio del crecimiento industrial, de la productividad agrícola y de la elevación de los niveles de ingresos y del consumo popular. No sin turbulencia, como el conflicto entre el campo y la ciudad y la manipulación de sectores de la sociedad por diferentes vías. Los dirigentes y los agentes dinámicos de la sociedad brasileña proyectaron, a su vez, a Brasil sobre el escenario internacional, tanto por su creciente rol político en el escenario mundial como por su economía internacionalizada y su potencia agrícola, sin olvidar la inclusión social de millones de pobres, aunque algo tardíamente programada.

Brasil y Argentina están en el camino correcto como grandes naciones emergentes, mientras que las viejas potencias capitalistas no aciertan en el diseño de estrategias nacionales propias o en el marco de acuerdos colectivos para sacar a sus economías de la recesión. La alianza entre ambos países, descripta y analizada con claridad e inteligencia por los autores, presenta así cada vez mejores resultados y oportunidades para el desempeño nacional, la estabilidad regional y una inserción más favorable en el turbulento sistema internacional

* Profesor emérito de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Brasilia.

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Imagen: AFP
 
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