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Domingo, 23 de septiembre de 2012

DOCUMENTO LA CRISIS EUROPEA

Aportes desde el Sur

El espacio Carta Abierta ha emitido una declaración en relación con la crisis internacional, particularmente la europea, con la cual se pretende responder a recientes declaraciones de líderes europeos vinculados con los sectores conservadores y de las finanzas concentradas. En particular a las que efectuara recientemente el ministro de Economía griego en su Parlamento, distorsionando la realidad argentina actual.

 Por Carta Abierta

En las últimas semanas autoridades y referentes de la derecha neoliberal y las socialdemocracias adocenadas de los países europeos en crisis, incluidos los hegemónicos, realizan esfuerzos por recuperar la iniciativa de su discurso para garantizar la continuidad y profundización de políticas de ajuste como estrategia para una supuesta solución a la hecatombe a la que fueron conducidos por la financiarización los países de la periferia de la Zona Euro.

Los discursos incluyen frecuentes referencias negativas y erróneas al camino argentino adoptado para construir un proyecto alternativo al que nuestro país había seguido en el último cuarto de siglo pasado en el que el conservadurismo político y la liberalización de la economía devinieron en el estancamiento, el retroceso en los derechos sociales, la desindustrialización, extanjerización y el debilitamiento de la capacidad de intervención estatal en la economía.

Con el ánimo de refutar aseveraciones que responden a una lectura de quienes hoy promueven en Europa la aplicación del mismo tipo de políticas que condujeron a Argentina a la grave situación de fines del siglo pasado, sustentadas en las recomendaciones del FMI, entendemos valioso traer algunas reflexiones de nuestra Carta Abierta nº 12, de reciente publicación.

Decíamos: “Si algo se viene construyendo como identidad del proyecto en despliegue es lo democrático-nacional-popular. La frase no es un cliché, pues está abierta a la vida cotidiana, a las clases sociales productoras, a los intelectuales de todas las corrientes que interpretan con pluralidad de estilos las necesidades de un cambio civilizatorio. Lo recorrido desde el 2003 [inicio de la actual etapa kirchnerista] instituyó a la autonomía financiera como raíz de la política económica y también de la propia cultura de esta etapa histórica. Desendeudarse y ser libres para formular nuestros planes, establecer nuestra fiscalidad, direccionar nuestro crédito, manejar nuestra moneda, disponer de nuestras reservas, controlar los movimientos del capital especulativo, evitar la fuga de divisas. Una libertad que, articulada con valores patrióticos, resiste las imposiciones de las hegemonías mundiales, de amarrar con una lógica unívoca las institucionalidades nacionales, naturalizando un pensamiento único con un lenguaje hecho de palabras que hoy las mayorías populares perciben como penurias, mientras ellos las pronuncian como dogma de la virtud: mercado, ajuste, austeridad, clima de negocios. La nueva época fomentó el renacer de la industria y el vigor del consumo popular, lo que hubiera sido imposible sin el reencuentro de la economía y la política, de la mano de las decisiones distributivas. El tránsito de años y de esfuerzos ha dejado una marca en la conciencia y la sensibilidad popular: no hay vuelta atrás, no se atará más el destino nacional al capital financiero internacional y sus préstamos usurarios”.

Argentina con su política autónoma ha tenido la mayor tasa de crecimiento de su historia, redujo drásticamente su tasa de desempleo, mejoró sustantivamente la distribución del ingreso e inició una política de reindustrialización. Los grados de libertad ganados para el despliegue de una política económica heterodoxa y progresista, de carácter opuesto a las imposiciones del FMI, constituyeron una cuestión clave para los avances alcanzados. Nuestra mirada crítica sobre los ajustes ortodoxos, reclamados e impuestos por el capital financiero en las economías europeas en crisis, también motivó las siguientes reflexiones en la misma Carta Abierta 12:

“Una de las palabras que todos los pueblos aprenden a pronunciar con prudencia es la palabra tragedia. En este caso podemos decirla. La verdadera hecatombe económico-social internacional que proviene de la crisis de la financiarización construye un momento trágico de la historia contemporánea: destrucción de servicios públicos [con un acelerado proceso de privatizaciones] que devienen en la desatención de derechos económicos y sociales; organismos internacionales de crédito interviniendo como policía financiera para garantizar las acreencias de los bancos en las periferias europeas; Estados nacionales del centro del mundo puestos al servicio de los intereses de las entidades bancarias de sus países; emisión de-senfrenada de divisas para el salvataje de las ganancias y los capitales de los especuladores. Personajes mediocres gobiernan potencias como sombríos espantajos que balbucean lenguas susurradas, cuando no directamente dictadas por el poder financiero y emiten discursos que reclaman mayores ajustes y penurias a los pueblos y regiones mundiales ya acosados por la globalización del capital bajo una implacable estrategia especuladora, mientras los propios esquilmadores se solicitan a sí mismos la continuidad de las políticas que condujeron al desastre. Ni una luz, ni una idea, ni un asomo de inteligencia estratégica en las entrañas de un poder mundial cada vez más tentado y familiarizado con las lógicas de la impunidad. Impunidad de las guerras injustas, de los ajustes despiadados, de los racismos, de las fronteras para los pobres y el internacionalismo para los capitales. Se está construyendo, ante nuestros ojos, un destino que bordea un sentimiento aterrador, con nuevas formas de vigilancia mundial, operaciones clandestinas e intervenciones militares que provocan lo mismo que dicen querer combatir, rediseñándose en las sombras un nuevo código penal sigiloso que internacionaliza puniciones, regula su misma ilegalidad e introduce en el propio campo civilizatorio nuevas formas de violencia disciplinadora, que incluye acciones militares selectivas que no quieren abandonar la conciencia humanista de Occidente, por lo que se consuelan creyendo que son acciones de la razón los más bárbaros atropellos contra la condición humana. Por eso, nosotros, también actuamos para rescatar un legado filosófico y moral, que aun con sus renunciamientos y deficiencias, todavía puede construir un destino colectivo basado en libertades irreductibles y consideraciones últimas de la razón política inspiradas en las raíces de autodeterminación que tiene toda vida colectiva”.

“La crisis que hoy se vive es una concurrencia compleja de discursos, sistemas y políticas. Es la evidencia de un fin de época de retrocesos servidos con palabras edulcoradas que velaban la realidad mientras subterráneamente el proceso avanzaba hacia el actual desastre: fin de la historia, [muerte de las ideologías], globalización, aldea global. Como herida expuesta queda la característica estructural de la época y su actual desemboque: la hegemonía del capital y su despliegue revanchista contra el trabajo, manifestada en una redistribución regresiva del ingreso que facilitó la expresión extrema de la contradicción entre producción y consumo. Sin riesgo para esa hegemonía el capital apuesta a una mayor financiarización y dramáticos recortes de derechos humanos a los pobres. Una ruta a la barbarie. Sin embargo, las luces frente a las tinieblas del mundo central asoman en la periferia. La más prometedora, la más desafiante, la más transformadora es la de la nueva América latina y el Caribe, que en la situación mundial actual se constituye en lo que podríamos denominar un bloque de resistencia contra la barbarie.”

Algunos de los referentes neoliberales de los gobiernos europeos ajustistas declaman contra los caminos alternativos seguidos en nuestro continente y los refieren peyorativamente como “populistas”. Dice nuestra Carta 12 de ellos:

“Los voceros de esa Europa que parecía ilustrada e inclusiva, cuna de todas las artes y las ciencias y de toda protección social, no trepidan en calificar de populistas a gobiernos democráticos latinoamericanos que han vuelto sus miradas a procederes más ajustados a los deseos y necesidades de sus pueblos. He aquí que si el voto en Latinoamérica y el Caribe está menos ‘bancarizado’ y responde más aproximadamente a lo que necesitan sus indigentes y sus pobres, si crean trabajo en lugar de destruirlo, si sus empresas son más controladas por los Estados y los créditos bancarios se inclinan hacia los pequeños y medianos emprendimientos en lugar de como siempre a oligo y monopolios, es porque los acogió el demonio”.

“Consideran honorable gesta atacar a numerosos gobiernos latinoamericanos, con la rara persistencia de un bombardeo [mediático] continuo, porque se les ha ocurrido dar pasos hacia la autonomía de los países centrales.”

A la vez que alertar respecto de las consecuencias de las políticas de ajuste y comunicar nuestro respaldo y compromiso con los proyectos autonómicos desplegados en Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Uruguay, Venezuela, queremos expresar nuestra solidaridad y entusiasta apoyo a los pueblos europeos expresados en movilizaciones juveniles, expresiones intelectuales, fuerzas políticas y sociales y organizaciones de trabajadores que resisten el neoliberalismo, reclaman y defienden sus derechos logrados con la lucha y sacrificios de varias generaciones, y bregan por abrir paso a proyectos solidarios, democráticos y de emancipación humana

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Imagen: EFE
 
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