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Domingo, 6 de abril de 2003

ENTREVISTA AL ECONOMISTA MAS RESPETADO DE LA CITY

“Falta competencia”

Ricardo Arriazu dice que la evasión es el principal problema de la economía. También la existencia de mercados en pocas manos.

 Por Claudio Zlotnik

Ricardo Arriazu es un cultor del bajo perfil. Desde que en 1981 se fue del Banco Central, este economista de extracción liberal no suele dar entrevistas. Rompió el silencio para presentar su último libro, Lecciones de la crisis argentina. Bases programáticas para un esquema de desarrollo sustentable, en el cual presenta una “agenda” de discusión sobre la economía que se viene. En diálogo con Cash defiende el modelo de los ‘90.
¿Cuáles fueron los errores que en los últimos años determinaron la crisis?
–La crisis se originó entre 1996 y 1997, cuando ingresaban capitales y, en lugar de tomar medidas anticíclicas, se expandió el gasto público e, incluso, se pidió más plata prestada. La crisis se desencadenó con las caídas en Asia y el consenso internacional de que los próximos serían Brasil y la Argentina. Se agudizó cuando el FMI y algunos economistas extranjeros mencionaron la necesidad de reestructurar la deuda. Se agravó con el diagnóstico errado, ya en el gobierno de De la Rúa, de que el problema era la falta de competitividad y se tomaron medidas como los planes sectoriales. No se dieron cuenta de que era un problema de demanda agregada y de salida de capitales. La falta de gobernabilidad completó el escenario.
O sea que todo empezó en 1996 cuando los que manejaban el Ministerio de Economía eran Roque Fernández y la gente del CEMA, pertenecientes a una escuela liberal, y ponían énfasis en cuidar el gasto público.
–La evidencia es que no lo cuidaron.
¿Por qué en su libro sólo rescata las propuestas de reforma tributaria de organizaciones ortodoxas (CEA, FIEL, Mediterránea)?
–Son las que conozco. Pero incluyo una propuesta distinta. Rescato la idea del impuesto progresivo al consumo: captar el pago de la gente en el momento en que gasta. No cuando invierte. Si la renta se reinvierte, quedaría exenta. Pero si se consume o se gira al exterior, paga. La gran crítica a mi propuesta radica en que, si un mísero no gasta y acumula riqueza, se produce un problema que debe atacarse.
¿Y la tierra improductiva?
–Si no la vende ni consume, no sería pasible de impuesto.
¿Los empresarios pagan lo que deberían pagar de Ganancias?
–Pagan muy poco.
¿Por qué resulta tan difícil para el discurso ortodoxo avanzar sobre ese carril?
–La evasión impositiva es el principal problema de la Argentina. Pero no quiero cobrarle al que gana sino al que consume, de una manera progresiva, con tasas negativas para los niveles de ingresos más bajos.
¿Cómo se mejora la distribución de ingresos en la Argentina?
–En el largo plazo, con crecimiento y menos evasión. En el corto, con una mejora del tipo de cambio real.
Pero como las empresas no bajan los precios, el efecto en los bolsillos es nulo.
–La apreciación del tipo de cambio real implicará una suba de los salarios reales, ya sea nominalmente o por baja en los precios.
¿Cree que los márgenes de las compañías son elevados?
–Sí, y por la falta de competencia.
¿Y cómo se cambia esa situación?
–Lo primero a discutir es el nivel de apertura óptimo de la economía. Habría que aprovechar este momento para bajar aranceles. Jamás habrá crecimiento dependiendo de la sustitución de importaciones. Nunca sucedió algo así, salvo en períodos muy cortos. Más allá de los desequilibrios internos, la década del ‘90 fue una de las de mayor expansión. Argentina crecerá básicamente en transformación de materias primas, tecnología y en diseño, donde pueda aplicar sus talentos. Si pretendemos competir con los salarios de Brasil y de China, jamás vamos a crecer.
¿Y en ese esquema dónde va a trabajar la gente?
–El 80 por ciento del empleo se encuentra en el sector servicios. Volver a otro modelo sería aceptar salarios reales mucho más bajos y más desempleo.
¿Pero eso no ocurrió con la apertura de los años ‘90?
–No. El empleo creció en 2,6 millones de personas, pero el problema fue que también aumentó una enormidad la oferta laboral. Para aumentar la competencia hay que aprovechar que el tipo de cambio está alto para bajar los aranceles.
Usted defiende el tipo de cambio fijo, que fue un factor determinante de la crisis.
–Estoy a favor de un conjunto de políticas macroeconómicas consistentes que den un tipo de cambio estable. Lo que importa es un sistema que nos defienda de los shocks exógenos. Como la unidad de cuenta de la Argentina no es el peso, un tipo de cambio fijo es la mejor defensa para esos casos. La idea de que la flotación aísla mejor de los shocks externos parte de un análisis superficial.
¿No sería aconsejable imponer restricciones al ingreso de capitales de corto plazo?
–Eso está de moda. Pero la Argentina tuvo los mejores controles de cambio y la gente los eludió. Se necesitan medidas anticíclicas para enfrentar a los movimientos de capitales, pero no controles.
¿Cuál será el nivel de equilibrio del tipo de cambio real?
–En 1,30 peso. Tomando en cuenta el mix de inflación desde la salida de la convertibilidad sería un dólar actual de 2,60 o 2,65 pesos.

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Ricardo Arriazu, economista: “Jamás habrá crecimiento dependiendo de la sustitución de importaciones”.

Debate / modelo

”La crisis se originó entre 1996 y 1997, cuando ingresaban capitales y, en lugar de tomar medidas anticíclicas, se expandió el gasto público.”

“La evidencia es que Roque Fernández y la gente del CEMA no cuidaron el gasto público.”

“Rescato la idea del impuesto progresivo al consumo: captar el pago de la gente en el momento en que gasta. No cuando invierte.”

“Los empresarios pagan muy poco de Ganancias.”

“La distribución de ingresos en la Argentina se mejora en el largo plazo, con crecimiento y menos evasión. En el corto, con una mejora del tipo de cambio real.”

“Los márgenes de las compañías son elevados por la falta de competencia.”

 
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