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Domingo, 30 de junio de 2013

FLEXIBILIZACIóN LABORAL Y REDUCCIóN DE SALARIO

“Solución al desempleo”

 Por Andrés Asiain y Lorena Putero

La flexibilización laboral suele ser promocionada como una solución al desempleo en sociedades con una profunda depresión económica. Así lo fue en Argentina a finales de la convertibilidad, cuando el ex ministro de Economía de Menem y De la Rúa y actual candidato a diputado por Córdoba, Domingo Cavallo, promocionaba la medida acordada con el Fondo Monetario como antídoto frente a un desempleo de más del 20 por ciento de los trabajadores. De la misma manera es publicitada hoy en la periferia europea, donde los empresarios quieren aprovechar los record de desempleo para avanzar sobre derechos laborales que vuelven “rígido” el mercado de trabajo. De acuerdo con el discurso flexibilizador, si el salario se fijara por una negociación directa entre el trabajador y el empresario, sin mediación de sindicatos y otras instituciones como las paritarias, descendería para estimular una mayor contratación de mano de obra. De la misma manera, la reducción de los costos para despedir empleados generaría un menor resquemor de los patrones para contratar mano de obra.

El mito de la flexibilización como herramienta para reducir el desempleo se sustenta en un análisis parcial del proceso económico. Se detiene en la conveniencia para un empresario individual de que sea más barato contratar mano de obra, tomando la situación económica general como independiente del efecto que puede generar la reducción general de los salarios y de los costos por despidos. Es decir, a cada empresario, tomado en forma aislada, le conviene pagar menos salarios y saber que no le será costoso despedir a sus trabajadores. Sin embargo, si todos los empresarios reducen salarios, eso va a generar una caída de las ventas, ya que el salario –que es un costo para cada patrón tomado en forma aislada– constituye la fuente de ingreso de su clientela, que no son más que los trabajadores tomados en conjunto. Es así como la baja general de los salarios facilitada por la flexibilización terminará impulsando una merma de las ventas empresariales.

La reducción de las indemnizaciones permitirá a los patrones despedir con mayor facilidad a sus trabajadores ante la baja en las ventas que provocó la reducción de los salarios. Los despidos disminuirán aún más la clientela, ya que un desocupado más es un consumidor menos. Así se acelerará la depresión económica, incrementando aún más el desempleo. Al final del cuento, la propuesta empresarial de una mayor flexibilización termina resultando en una profundización de la depresión económica, que incrementa el desempleo y pone a los mismos empresarios al borde de la quiebra.

Fuera de una minoría ligada al negocio de exportación, la flexibilización laboral no es un buen negocio. La baja de salarios y facilidad de despidos no sólo afecta a los trabajadores y empleados que la sufren en forma directa, sino también a los empresarios que ven reducido su mercado y a todos los profesionales cuyo éxito individual está atado al ciclo general de los negocios. Que muchos de esos sectores se opongan a los acuerdos salariales por paritarias, las indemnizaciones y otros derechos laborales merece alguna explicación. La paradoja se debe, en gran parte, a su incapacidad para tener una mirada clara de sus intereses en la nebulosa del cotidiano lidiar con sus empleados. Es así como, movidos por la ambición de ganar unos pesos más pagando menos salarios o ahorrándose alguna indemnización, cada empresario individual contribuye a cavar la fosa en que será enterrado

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