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Domingo, 17 de noviembre de 2013

DEL DéFICIT ENERGéTICO AL DESARROLLO PRODUCTIVO

Los desafíos de YPF

El control de YPF por parte del Estado constituye una potencial herramienta para articular un proceso de desarrollo tecnológico y productivo más integrado.

 Por Julia Strada * y Francisco Nercesian **

La restricción externa que está atravesando la economía argentina, en el marco de un patrón de acumulación que apunta a la sustitución de importaciones, reabre el debate sobre el modelo de desarrollo económico que debe adoptar el país y sobre los desafíos que debe afrontar YPF en el presente escenario.

En materia energética, veníamos de transitar un escenario de creciente subexploración y sobreexplotación conjugado posteriormente con una caída de la producción por falta de inversiones. Desde 1996 comenzaron a caer las inversiones en exploración a niveles cercanos a un tercio de los realizados bajo el período estatal, centrándose en las áreas petroleras.

La explotación, que sostenía el crecimiento de la producción, tenía por finalidad la exportación de petróleo y de gas natural a mercados externos, así como la utilización de gas para las centrales térmicas. Como proceso paralelo, la matriz energética fue concentrándose en las fuentes hidrocarburíferas debido a la presencia de hidrocarburos abundantes y de bajo precio (en moneda local), la aparición de nuevas tecnologías y las inversiones de corto plazo del capital privado. Sumado a ello se postergó la realización de centrales hidráulicas y nucleares que alivianaran la dependencia de combustibles fósiles.

Esta estructura heredada de los ’90, que fue parcialmente modificada hasta la estatización de YPF (a través de regulación de los precios y captación de una porción de la renta con derechos de exportación), atentó negativamente contra la sustentabilidad macroeconómica tanto por su impacto sobre la balanza comercial como por los amplios subsidios al sector que afectaron el equilibrio fiscal.

En este contexto, la estatización de YPF junto con el retorno de la noción de recurso estratégico permitieron comenzar a romper con la lógica de los noventa, marcada por la mecánica de sobreexplotación y subexploración para maximizar ganancias, el rentismo cortoplacista que se manifestó en frondosas distribuciones de dividendos, y las compras y subsidios de parte del Estado. En YPF esto significó una creciente caída de la producción local, un notable vaciamiento de la petrolera en manos de Repsol, fuga de divisas e inversión en filiales fuera del país.

No obstante, el incremento de la energía requerida por el sector industrial durante la posconvertibilidad, combinado con la tendencia declinante de la producción de hidrocarburos, produjo un gran déficit energético que fue deteriorando aún más los saldos de la balanza comercial. El déficit energético alcanzó en 2012 los 2568 millones de dólares. Si bien se redujo respecto de 2011 (en 363 millones de dólares), la situación actual contrasta con los saldos superavitarios de los años previos. El peso creciente de los hidrocarburos en la balanza comercial puede verificarse en la evolución de los últimos años. El rubro combustibles y lubricantes representaba en 2003 sólo el 4 por ciento respecto del total de las importaciones, esta cifra ascendió al 12,7 por ciento en 2011 y al 15,4 en los primeros meses de 2013.

La demanda de energía no ha sido factor excluyente del déficit comercial sino que, dado el crecimiento económico de los últimos años, también se produjo un gran incremento de las importaciones debido a los insumos intermedios que necesita la industria para su expansión. Así se refleja en los datos aportados por el último informe de Cifra/CTA. Entre enero y agosto de 2013 el superávit comercial fue de 6293 millones de dólares, una cifra sustancialmente menor a los 9604 millones de dólares del mismo período de 2012. En la reducción del superávit comercial han incidido fuertemente las importaciones del sector automotriz y del polo tecnológico de Tierra del Fuego.

En este escenario marcado por la restricción externa, la nacionalización de YPF se presenta como un gran avance en un doble sentido. Por un lado se recupera un instrumento vital para lograr el autoabastecimiento energético y mejorar así las condiciones de la balanza comercial. Por otro lado se dispone también de una herramienta clave para articular un proceso de desarrollo tecnológico y productivo más integrado.

En el primer punto ya se pueden mostrar avances muy importantes. La cantidad de equipos de perforación es uno de los indicadores más importantes para determinar el nivel de actividad en la industria del petróleo. En este rubro, YPF incrementó un 70 por ciento la cantidad de equipos en el 2013 respecto del 2012, contabilizando un total de 26 equipos adicionales. Este incremento de la inversión ya tiene su correlato en la producción de hidrocarburos con picos que marcan records de los últimos cuatro años. Según datos de la Secretaría de Energía, la producción de crudo de las áreas operadas por YPF en septiembre del presente año fue de 1.004.592 metros cúbicos (33.486,4 metros cúbicos por día), lo que implica un crecimiento del 5 por ciento respecto de igual mes del año anterior y un 7 por ciento en lo que va del año (enero a septiembre). Este dato contrasta con la declinación de la producción de crudo de 2011, todavía bajo la administración Repsol, de 6,5 por ciento. Por su parte, según la misma fuente, la producción de gas para el mismo período fue de 889,4 millones de metros cúbicos, registrando así un alza del 3,5 por ciento respecto de igual mes del año anterior.

Por otro lado, acompañando el desarrollo todavía incipiente de los yacimientos no convencionales, se está trabajando fuertemente en el rejuvenecimiento de campos maduros como el de Filo Morado en Neuquén y Zona Central en Comodoro Rivadavia, en Chubut. El primero pasó a contar con 14 pozos en funcionamiento luego de mantenerse inactivo durante 13 años, mientras que el segundo constituye el yacimiento más antiguo del país y logró incrementar un 25 por ciento su producción en este año. Adicionalmente se reactivaron proyectos de recuperación secundaria y terciaria que estaban sin implementar y que ya muestran resultados en las curvas de producción.

Además de la meta de autoabastecimiento energético, que al mismo tiempo supone la necesaria reducción del éxodo de divisas producto del déficit energético, la recuperación de YPF resulta un paso fundamental para el replanteo de la estructura productiva nacional.

El control de YPF por parte del Estado constituye una potencial herramienta para articular un proceso de desarrollo tecnológico y productivo más integrado que permita, a su vez, completar de manera paulatina aquellos casilleros de la matriz insumo-producto aún vacíos.

Este último punto es el que se presenta como más complejo en tanto no sólo implica un profundo cambio estructural en el perfil industrial, sino también, la afectación de intereses, en un sentido u otro, de los distintos actores sociales de la Argentina.

Algunos pasos se han dado en este sentido, tales como el impulso del plan Sustenta, de desarrollo de proveedores de bienes de capital para el sector del upstream (exploración y explotación) y para el downstream (refinación), la creación y el fortalecimiento de YPF Tecnología SA (Y-TEC) en sociedad con el Conicet, que busca recuperar la investigación y el desarrollo tecnológico propio de la compañía, y la creación de carreras tecnológicas en universidades públicas junto con la implementación del programa Bec.Ar para la formación de científicos e ingenieros en el exterior.

YPF posee una fuerte potencialidad como herramienta para el paso a una segunda etapa en la sustitución de importaciones que supere el carácter divisa dependiente de la industria nacional, revelando el profundo impacto que puede tener en la estructura económica a través de las crecientes demandas de bienes de capital a productores locales de zonas aledañas a las cuencas petrolíferas. Porque, en definitiva, el autoabastecimiento energético no debe constituir un fin en sí mismo, sino que debe vincularse con la necesaria profundización de la industrialización. Como indicó el economista Aldo Ferrer, el desbalance energético no debería significar per se un problema determinante de la restricción externa en la medida en que se lograra avanzar en una pujanza industrial que permitiera el aporte de divisas. Este es el desafío también de la petrolera estatal

* Politóloga.

** Ingeniero en petróleo.

Centro de Economía Política Argentina (CEPA).

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“Ante la restricción externa, la nacionalización de YPF se presenta como un gran avance.”
Imagen: Leandro Tysseire

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-La estatización de YPF junto con el retorno de la noción de recurso estratégico permitieron comenzar a romper con la lógica de los noventa.

-Se recuperó así un instrumento vital para lograr el autoabastecimiento energético y mejorar las condiciones de la balanza comercial.

-Se dispone también de una herramienta clave para articular un proceso de desarrollo tecnológico y productivo más integrado.

 
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