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Domingo, 25 de mayo de 2003

OPINIóN: ECONOMíA Y POLíTICA EN LOS COMIENZOS DE KIRCHNER

“Precisa éxitos rápidos”

Por Alejandro
A. Peyrou
Ex diputado
nacional

Néstor Kirchner precisa éxitos rápidos, en cualquiera de las áreas de gobierno. Si es en economía mejor. Esto es más fácil de decir que de hacer: cualquier proyección de grandes números en economía muestra lo difícil que es obtener un superávit primario superior al 2 por ciento, como está pidiendo el FMI para el 2003. También es cierto que no es obligatorio hacer lo que el Fondo reclama, tanto como que no puede ser ignorado. En ese sentido vale la pena considerar que el Fondo exigirá bastante más que esa meta de superávit para el 2003 y para el 2004.
El superávit primario si debe crecer sólo puede hacerlo vía rebaja de gastos o crecimiento de ingresos. Y hoy, la cuestión es que es absolutamente claro que hay sólo dos gastos que pueden ser disminuidos seriamente y sólo una forma de incrementar los recursos en el mediano plazo.
Uno de los gastos que puede ser disminuido es el derivado del sistema previsional. El desvío de fondos públicos para financiar a las AFJP es alrededor del 1 por ciento del PBI. Es indudable que hay que cambiar el sistema y que ese cambio no puede ser cosmético: habría que recuperar, al menos el 0,5 por ciento del PBI para justificar los costos del conflicto con las entidades financieras.
El otro gasto disminuible es el derivado de la deuda externa. Si al 30 de junio del 2003 los intereses a pagar sumarían alrededor de 10.600 millones de dólares, esto es alrededor del 7,7 por ciento del PBI. Es obvia la inviabilidad. ¿Podremos pagar sólo el 2 o 3 por ciento de interés anual, en vez del 8 o 9 por ciento? La verdad es que los acreedores externos son bastante poderosos y más todavía porque una parte importante de ellos son argentinos, lo que incrementa su capacidad de lobby interno.
De todas maneras, si fuéramos exitosos en la negociación anterior para pagar los intereses que proponemos precisaríamos un superávit primario del orden del 4 o 5 por ciento del PBI. Excepto que algún círculo virtuoso de la política o de la economía haga menos exigentes algunos de los supuestos anteriores.
La otra herramienta disponible es la de incrementar la recaudación. Los expertos estiman una evasión del orden del 50 por ciento. Si se lleva esa evasión a sólo el 30 o el 20 por ciento ello sería una revolución en la Argentina. Tendríamos recursos para muchas cosas: la primera, modificar la legislación tributaria que bien lo merece, junto con los temas sociales o ligados con el desarrollo. Los tiempos no son infinitos y los que piensan que serán afectados ya han comenzado a trabajar.

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