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Domingo, 3 de agosto de 2014

LA COMPUTADORA INDUSTRIAL ABIERTA ARGENTINA

Academia e industria

Universidades y pymes de todo el país aunaron esfuerzos para desarrollar una computadora industrial local. Lograron así un producto fruto de ese matrimonio entre academia e industria.

 Por Esteban Magnani

Uno de los mayores desafíos para los países que buscan desarrollarse es ver cómo reducir la brecha tecnológica respecto de las potencias. El grueso del desarrollo técnico reside en un puñado de países que venden su conocimiento en paquetes cerrados y así logran apropiarse de parte de las ganancias que generan para, a su vez, financiar las nuevas investigaciones que les permitirán mantener el liderazgo y así retroalimentar el círculo vicioso (o virtuoso, según desde dónde se mire). Así las cosas, el desarrollo económico parece condenado a comprar conocimiento y así reforzar la sangría económica, la dependencia tecnológica y, por lo tanto, favorecer el fracaso del impulso inicial. ¿Cómo sortear estos obstáculos que parecen imbatibles? ¿Existen modelos capaces de revertir ese sino tecnológico? Cada vez son más quienes visualizan en el conocimiento libre las bases de una matriz productiva que no solo permita desarrollo independiente sino que también, socialice la tecnología para evitar una apropiación que reproduce la desigualdad.

Esta problemática fue visualizada por un equipo multidisciplinario que involucra a universidades y pymes de todo el país, cuyo objetivo era diseñar una computadora industrial que se fabricara en Argentina. El diagnóstico era claro: numerosas empresas podían beneficiarse de la automatización de procesos industriales o de la incorporación de tecnología electrónica en sus productos, pero carecían del dinero para adquirir tecnología propietaria o el conocimiento para implementarla. Así idearon una respuesta que fuera más allá de producir una herramienta y ofrecerla. El coordinador general del proyecto, Ariel Lutenberg, investigador del Conicet y director del Laboratorio de Sistemas Embebidos de la Facultad de Ingeniería (UBA), explicó a Cash que “cuando pensamos en desarrollar una computadora industrial calculamos que el proyecto costaría cerca de 500.000 pesos y necesitaríamos al menos seis personas muy especializadas de tiempo completo”. Esta forma de investigación implicaba encontrar un subsidio, gente adecuada decidida a dejar su trabajo para encarar el proyecto, además de difundir el resultado para garantizarle éxito en el mercado. Así fue que decidieron cambiar el formato del proyecto y armar un equipo más amplio, federal, formado por universidades, instituciones del Estado y pymes de todo el país, donde cada uno aportara su mejor conocimiento especializado.

“El resultado fue impresionante. Teníamos a gente que sabía mucho de cada uno de los aspectos que implica el desarrollo de una computadora industrial y de esta manera siempre se lograba una propuesta superadora, de la que surgían otras propuestas.” Lo más interesante de este desarrollo es que, a contrapelo de lo que ocurre habitualmente con los equipos de investigación que buscan patentar y cercar su investigación para obtener una renta futura de él, en este caso se optó por utilizar una licencia abierta que permite a empresas nacionales utilizar, fabricar o modificar la computadora casi sin restricciones.

Así fue que se avanzó en la Computadora Industrial Abierta Argentina. La forma en la que se desarrolló tiene no pocos impactos. El más importante es probablemente que un usuario de este sistema no queda atado a un solo proveedor, como suele ocurrir al comprar tecnología en el mercado. Gracias a que los planos y detalles técnicos están publicados en la web (proyectoCIAA.com.ar), como ocurre con los desarrollos de hardware libre, se puede contratar a cualquier equipo con conocimiento para implementarlo, adaptarlo o modificarlo, algo facilitado también por la participación de universidades de todo el país en el desarrollo. Existe además una lista de correo donde la comunidad de investigadores intercambia opiniones. Es decir que el know-how ya está instalado en instituciones de todo el país y quien desee utilizar la CIAA podrá asociarse para aprovechar ese recurso sin tener que capacitar gente desde cero o contratar el servicio a un tercero privado.

La placa base se fabrica en Argentina, pero los circuitos integrados y los componentes electrónicos son importados. “Decidimos que la CIAA debía andar con cualquier tipo de partes para que uno no quedara atado a un solo proveedor. Hay empresas que tenían problemas por depender de uno solo y de esta manera pueden tener mucha más libertad respecto de extranjeros, lo que implica también mejores condiciones de negociación para el productor”, explica Lutenberg. La computadora en sí es muy versátil y permite conectar sensores, actuadores y todo tipo de controladores en general para manejar sistemas industriales automáticos, desde dosaje de semillas en el campo hasta el manejo de inyectoras en la industria metalúrgica o plástica. Para quienes conocen otras experiencias de hardware libre, esta placa es notablemente más potente, resistente y robusta que un Arduino. El software y el firmware que utiliza también son abiertos y libres. “Las primeras placas ya se están fabricando en Assisi SRL, pero hay más empresas listas para iniciar la producción. Son bastante económicas, cerca de unos 400 dólares la unidad, aunque si se compran por cantidad el precio baja. Además va a haber una opción económica de unos 50 dólares para estudiantes que quieran participar y encontrarle más utilidades”, se entusiasma Lutenberg.

La CIAA se presentará el 13 de agosto en el Simposio Argentino de Sistemas Embebidos, en la Facultad de Ingeniería de la UBA. Allí estarán representantes del Ministerio de Industria, la Cámara de Industrias Electrónicas, Electromecánicas y Luminotécnicas (Cadieel), la UBA, la UTN-FRBA, la UNER, la UNS, el INTI, y muchos más actores que contribuyeron para lograr un producto de ese matrimonio entre academia e industria.

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La placa base se fabrica en Argentina, pero los componentes electrónicos son importados.

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-Un equipo multidisciplinario que involucra a universidades y pymes de todo el país diseñó una computadora industrial que se fabrica en Argentina.

-Se optó por utilizar una licencia abierta que permite a empresas nacionales usar, fabricar o modificar la computadora casi sin restricciones.

-Un usuario de este sistema no queda atado a un solo proveedor, como suele ocurrir al comprar tecnología en el mercado.

 
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