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Domingo, 13 de abril de 2003

BUENA MONEDA

La conquista

 Por Alfredo Zaiat

Ya definida la etapa de la guerra contra Irak con la caída de Saddam Hussein comenzó la faz económica de ese conflicto, que si bien no ha sido sólo por el petróleo, como explican aquellos que entienden de geopolítica internacional, la apropiación de las reservas de ese país ha sido el principal estímulo para esa cruenta batalla. Como describe en un interesante documento la investigadora del cooperativo Centro de Estudios Financieros del IMFC, Patricia Arpe, varias de las guerras pasadas estuvieron relacionadas de algún modo con el petróleo, produciendo consecuencias importantes a nivel mundial: recesiones, cambios en los flujos económicos y de capitales, e inclusive modificaciones en el modelo de acumulación en vigencia. La crisis del petróleo de 1973/4 por la guerra de Yom Kippur derivó en el fin del fordismo, el modo de producción que rigió desde la segunda posguerra. En 1978/9 con la revolución islámica en Irán y la posterior guerra de Irán e Irak provocaron un brusco aumento del precio del petróleo que desembocó en una recesión de las potencias. En 1990/1 otra vez subió el valor del barril por la invasión de Irak a Kuwait y la posterior invasión estadounidense. En 1998, en cambio, no hubo un conflicto armado pero el shock vino por el lado de la caída de los precios del crudo por el impacto negativo en la demanda causado por la crisis asiática.
Esa inestabilidad se da en un mercado imperfecto donde el precio se fija en forma monopólica (OPEP), por países que concentran el 75 por ciento de las reservas y no son grandes consumidores, y donde los principales compradores son las potencias económicas (Estados Unidos representa el 30 por ciento de la demanda mundial). Esa característica del mercado –especulativo y cartelizado–, como las implicancias económicas y políticas que gatilla la apropiación de reservas y renta petrolera, revelan la irresponsable estrategia de desregulación y privatización del sector en la década del 90 en la Argentina. Y que alcanzó el máximo nivel de insensatez cuando el entonces ministro de Economía, Roque Fernández, en el segundo mandato de Carlos Menem, termina de liquidar alrededor del tercio de YPF en poder del Estado a manos de la española Repsol cuando el crudo estaba en los valores más bajos por la crisis asiática.
Se puede recorrer a lo largo y a lo ancho el mapa de los dueños del oro negro, desde la OPEP, pasando por países que son importantes productores que no integran ese cartel, hasta aquellos con presencia marginal en la producción mundial, como Brasil, y no se encontrará un proceso de apertura como el registrado aquí. Ninguno de los países petroleros y con petróleo entregó todo el negocio al sector privado y, menos aún, a manos extranjeras. En Estados Unidos la actividad es manejada por compañías privadas, pero son multinacionales de ese país. Sólo en la Argentina se da la combinación privado+extranjero (Repsol-YPF, Petrobras, Panamerican Energy y Chevron, entre otras) para el control de un recurso estratégico. Se malvendió y extranjerizó la apropiación de un insumo básico del proceso económico, que además es un recurso no renovable. A la vez, el Estado se retiró de su papel regulador, lo que implicó, según precisa Arpe, abandonar “una política energética en el país”, dejar que “los beneficios de nuestro subsuelo se los apropien unos pocos” y asistir a “una caída de las reservas ya que se agotan los recursos privilegiando las exportaciones”. Arpe advierte que el año pasado tanto la producción como las inversiones “se ubicaron en los niveles más bajos en varios años”, al tiempo que el precio del combustible a nivel local en relación con el poder adquisitivo de la población “es más alto que en otras partes del mundo”. De esa forma, concluye la investigadora cooperativa que “todos esos datos nos indican que el país ha perdido la soberanía en materia energética”.
La guerra contra Irak y el asalto a sus pozos petroleros se presenta en un territorio muy lejano. Sin la importancia de ese país petrolero –el segundo, detrás de Arabia Saudita, en el ranking de reservas probadas–, la conquista del crudo argentino se produjo sin tirar miles de bombas.

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