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Domingo, 5 de marzo de 2006

EL BAúL DE MANUEL

Antonio Scialoja

El 15 de mayo de 1848 estalló en Nápoles una disputa entre el rey Fernando II de Borbón y el Parlamento. Se levantaron barricadas y tuvo lugar la lucha en las calles. Era un capítulo de la guerra de las regiones italianas (Piamonte, Milán, Venecia, Nápoles) contra la ocupación austríaca y por obtener una Constitución y una forma de gobierno. Desde el mes precedente, cumplía funciones de ministro de Agricultura y Comercio de Fernando II el doctor Antonio Scialoja (1817-1877), profesor de Economía política, primero en Nápoles, a la temprana edad de veinte años, y desde enero de 1846 en la Universidad de Turín. Scialoja, con motivo de su profesorado en Turín, publicó allí una segunda edición de su obra Los principios de la economía social, expuestos en orden ideológico (1ª ed., 1840). Al dejar la cátedra en Turín fue reemplazado por el célebre Francesco Ferrara. Luego de los hechos del 15 de mayo, continuó cumpliendo sus funciones ministeriales hasta que la Cámara fue disuelta el 12 de marzo de 1849. Entonces Scialoja retornó en Nápoles a sus actividades de abogado y de profesor de Economía política. Pero, en mayo, la policía le retiró el permiso para enseñar y el 23 de septiembre fue arrestado y recluido en la cárcel de Santa María, acusado de haber tomado parte de los hechos del 15 de mayo, no obstante ser ministro. Luego de tres años de prisión fue condenado a nueve años de reclusión “por haber sido informado de una conspiración [contra la seguridad interna del Estado borbónico] y no haberla denunciado a la autoridad”. En 1852, por intercesión de Napoleón II, se le conmutó la pena a cambio de exiliarse a perpetuidad. De regreso a Turín, en diciembre, la Cámara de Agricultura y Comercio lo designa profesor de Derecho comercial y Economía política, y se le concede la ciudadanía de los Estados Sardos. Poco después se le reintegra su cátedra en la Universidad de Turín como profesor honorario y toma parte en la fundación de la “Sociedad de Economía Política” de Turín, con Cavour presidente y secretario Ferrara. Luego de la unificación de Italia tuvo importantes cargos como ministro y como legislador. En 1874 suscribió la “circular de Padua”, que invitaba a los economistas italianos a dar nuevo impulso a la disciplina económica. Hoy, el Instituto Italiano de Estudios Filosóficos lo recuerda, reeditando sus obras en tres volúmenes, que serán presentados en este mes.

Clemente Pinoli

Don Juan Manuel prohibió la enseñanza de Economía en la UBA. Luego de Caseros, el gobierno de Buenos Aires autorizó a la UBA a llamar a concurso para proveer un profesor de Economía política y Derecho privado internacional. El 20 de marzo se comunicó el número de postulantes y Pinoli quedó nombrado provisoriamente y juró la Constitución Nacional. Pinoli tenía 35 años, nacido en Cúneo, Piamonte (Estados Sardos), abogado recibido en la Universidad de Turín. Había sido juez de primera instancia en la provincia de Ivrea, Estados Sardos. En Buenos Aires era “consultante legale del Consulado Sardo”. En 1855 contribuyó a organizar el Hospital Italiano (fundado en 1853), del que fue prosecretario. Se reparó el aula y recuperaron ejemplares de los Elementos de economía política de James Mill depositados en el fuerte. Pinoli, empero, en 1857 pidió que en lugar de Mill se usase como texto Los principios de la economía social, de Antonio Scialoja. No es descartable una afinidad de Pinoli y Scialoja, y que la prisión de éste explicase también la emigración a Buenos Aires de un profesional tan destacado como Pinoli. Al no existir en castellano el texto de Scialoja y el de Mill, Pinoli emprendió su traducción castellana, que tituló Curso de Economía política ecléctica. Fue el primer tratado de la materia producido para enseñar en la UBA. Hoy nos enteramos de que fue una traducción y no un texto original, por la reedición de las obras de Scialoja por el Instituto Italiano de Estudios Filosóficos. Sus fuentes eran las escuelas italianas: el mercantilismo (Serra), la escuela milanesa (Verri, Be- ccaria), la napolitana (Genovesi) y los modernos (Romagnosi, Gioja, Rossi). Concluía: “Indispensable es para el estado actual de los pueblos la ciencia económica. Para los que ya prosperan, para que mantengan y acrezcan su prosperidad. Para los que están en el vestíbulo del progreso, para que entren en la vía. Para que los unos y los otros respeten las leyes comunes de la recíproca prosperidad”. Pinoli enseñó el cuatrienio 1854/7, y en el lapso en que pudo influir en la elección de temas de tesis, seis estudiantes de entre veintiuno culminaron su carrera con tesis de Economía política. Entre ellos estaban tres jóvenes veinteañeros: Angel J. Carranza, futuro jurisconsulto e historiador; Manuel Quintana, futuro rector de la UBA y presidente de la República; y Manuel Obarrio, jurisconsulto.

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