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Domingo, 28 de mayo de 2006

EL BAúL DE MANUEL

 Por Manuel Fernández López

NAFTA al fuego

Dos países suprimen sus mutuos aranceles aduaneros cuando cada uno espera vender en el otro sus propias producciones –ampliando su propio mercado con el del otro– y comprar del otro aquellos bienes que no produce y necesita –es decir, complementando sus economías–. La unión aduanera es claramente un estímulo al comercio entre los países que la integran. Pero también es una reducción del comercio con países exteriores a la unión, que antes de la unión actuaban como proveedores e importadores de producciones de los países miembros de la unión. Jacob Viner (1892-1970), economista de origen canadiense y uno de los más destacados (entre los años veinte y los cincuenta del siglo XX) y autor de Estudios sobre la teoría del comercio internacional (1937), se ocupó hacia 1950, en su libro La cuestión de la unión aduanera, del novedoso tema de la integración económica, y acuñó los conceptos de “creación de comercio” (trade-creation) y “supresión de comercio” (trade-diversion), para remedirse al incremento de comercio entre los países miembros de la unión y a la reducción de comercio con los países exteriores de la unión. De ello se deducía que una integración económica era beneficiosa en la medida en que la creación de comercio superase la supresión de comercio. La obra tenía como trasfondo el proceso de acercamiento entre antiguos enemigos: Francia, Alemania, Holanda, Bélgica y Luxemburgo. Viner, sin embargo, evaluaba un área de libre comercio a la manera de Ricardo y otros economistas del siglo XIX, como un espacio de intercambio de mercancías, sin libre movimiento de factores ni importantes asimetrías en cuanto al tamaño económico de los países integrantes. Hoy, a más de una década del Nafta (sigla de North American Free Trade Association), que formó una unión aduanera entre Canadá, EE.UU. y México, se puede apreciar claramente, cuando se juntan un pez grande y un pez chico, quién gana y quién pierde. Antes de la unión México era autosuficiente en bienes alimenticios de origen rural (granos y oleaginosos). Después de la unión fue invadido por capitales de EE.UU. que sustituyeron los antiguos cultivos por transgénicos y crearon un desempleo rural de 2 millones de empleos, y una migración a EE.UU., adonde 7 de cada 10 trabajadores agrícolas son mexicanos. La contrapartida es que 7 de cada 10 mexicanos ahora son pobres y viven de las remesas de los emigrados.

Aldo A. Arnaudo

Nos acaba de dejar Aldo Antonio Arnaudo. Cordobés, contador público, abogado y Doctor en Ciencias Económicas por la Universidad Nacional de Córdoba, Master of Arts y Doctor of Philosophy por la Universidad de Yale, Arnaudo tuvo un lugar central en el estímulo a la investigación económica en la Argentina. Con motivo de la publicación de los trabajos de la Primera Conferencia Anual de Centros de Investigación Económica, en Córdoba, 1964, escribió: “En lo que va de esta década de 1960, se produce en Argentina un cambio sustancial en la investigación económica. Los esfuerzos y logros en gran parte personales y esporádicos que caracterizaron a los años anteriores, son sustituidos por la investigación institucionalizada en grupos profesionales, con dedicación completa a esa tarea y utilizando las técnicas modernas de la investigación social. Con pequeñas diferencias de tiempo, se constituyen cinco centros con dichas características: el Centro de Investigaciones Económicas del Instituto Torcuato Di Tella, el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales, el Instituto de Investigaciones Económicas, el Instituto de Economía y Finanzas –dependientes los tres últimos de las respectivas facultades de Ciencias Económicas de las universidades nacionales de Buenos Aires, Tucumán y Córdoba– y el Centro de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional de Cuyo. En los umbrales de la Segunda Reunión, a realizarse en Mendoza, donde la calidad y la cantidad de los trabajosmuestran un notable progreso en el lapso tan corto de un año, no dudamos que el desarrollo de la investigación económica ha de alcanzar en muy breve plazo el nivel que la Argentina merece”. El deseo y la predicción de Arnaudo se cumplieron ampliamente. El mismo contribuyó a ese desarrollo científico, con la publicación de un centenar de trabajos y su presencia en la Asociación Argentina de Economía Política, de la que fue presidente. En noviembre de 1979 se incorporó a la Academia Nacional de Ciencias Económicas, sucediendo en el sitial al Dr. Mario A. de Tezanos Pinto. Obtuvo el premio Bunge y Born (Economía) en 1972 y el Diploma al Mérito de la Fundación Iones (1986). Entre sus obras, prefería citar las siguientes: Economía monetaria (1972), Función de la banca en la economía nacional (1977) y Cincuenta años de política financiera en Argentina (1934-1983) (1987).

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