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Domingo, 3 de febrero de 2013

FINANZAS › LA CITY SE MUEVE AL RITMO DE LOS RUMORES

La especulación al día

La tensión cambiaria es fogoneada por operadores, economistas y ex funcionarios. Aseguran que el Gobierno terminará estableciendo un sistema de tipos de cambio múltiples, lo cual sería abandonar el proyecto de desdolarizar la economía y exponerse a una crisis.

 Por Cristian Carrillo

La escalada en el precio del dólar blue, que esta semana llegó a zanjar una diferencia de 60 por ciento respecto de la cotización oficial, crea el terreno propicio para que se escuchen los alertas de un desdoblamiento cambiario. Economistas y analistas del establishment repiten en sus diagnósticos que el desenlace de la actual corrida cambiaria será la aplicación de esa medida. Sin embargo, la experiencia muestra que este tipo de políticas siempre tuvo resultados negativos.

Ex funcionarios, analistas de mercado, economistas, columnistas. El supuesto de un inminente desdoblamiento llega desde distintas voces. Los bancos de inversión incluso le pusieron fecha, lo que fue retomado por algún ex ministro. Estiman que después de las elecciones legislativas el Gobierno “deberá modificar su política cambiaria, en función del estado de la economía a fines de este año”, por lo cual “aumentan las chances de que se institucionalice el blue”. Esta interpretación de desdoblamiento cambiario confunde la aplicación de cotizaciones diferenciadas según sean sectores comercial, financiero o turístico, por ejemplo, con un blanqueo del blue, lo que implicaría que el Gobierno daría marcha atrás con las medidas para reducir la demanda, además de normalizar un mercado ilegal.

El desdoblamiento plantea en teoría un precio diferencial para la actividad comercial y financiera. El primero mantiene la protección a la industrial local y captura la renta extraordinaria por exportaciones a altos precios en pesos. El financiero permite frenar la especulación contra la moneda al encarecer la salida de divisas. Este esquema que rigió durante los ochenta, durante la presidencia de Raúl Alfonsín, conocido como Plan Primavera, arrojó un resultado que fue el opuesto al que se pretendía entonces. El desdoblamiento de Alfonsín impuso un dólar caro para frenar la fuga y uno más barato para evitar que el impacto de una eventual devaluación se sintiera, vía importaciones, en productos de consumo básico o uso doméstico. Por el contrario, el esquema dio lugar a un mercado cambiario paralelo.

Los voceros del establishment, quienes alertan sobre un desdoblamiento, en realidad apelan a este mal recuerdo para generar pánico. Estas especulaciones, además, estimulan la corrida contra el peso. Si se formaliza un mercado financiero de libre acceso a la compra de moneda extranjera, la demanda –contenida con los actuales controles oficiales a la compra de divisas– debería hacer subir todavía más el precio del dólar, al menos en el corto plazo. Esto mantiene la especulación sobre el blue, que se suma a la de la compra de turistas rechazados por el sistema de validación. El “inevitable desenlace” busca además darle legitimidad a un mercado ilícito, que siempre sirvió como reducto para el blanqueo de capitales con orígenes en escaso o nulo nivel de transparencia.

La brecha que se abre entre la cotización oficial y el paralelo la crean estos grupos concentrados. Cuanto más amplia sea la brecha, más difícil será retrotraer el precio del blue. Esto conlleva un negocio sencillo –no por eso menos efectivo– para especuladores: conseguir divisas a través de alguna fisura del segmento formal para volcarlos en el paralelo. En el sector real, los exportadores retrasarán sus ventas y los importadores comprarán más, gracias a un tipo de cambio subsidiado, lo que podría deteriorar también la balanza comercial. Por este motivo, la aplicación de un sistema de tipos de cambio diferencial requiere de mucha precisión de parte del Gobierno para evitar efectos adversos. La ventaja de instrumentar un desdoblamiento cambiario, que podría contrarrestar estas especulaciones, se halla en la posibilidad que tendría el Banco Central de intervenir en los dos mercados y ganar con el arbitraje de la compra y venta.

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La diferencia entre el dólar oficial y el blue llegó esta semana al 60 por ciento.

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