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Domingo, 13 de abril de 2014

INTERNACIONALES › EL CONFLICTO DE CRIMEA Y LA ECONOMíA MUNDIAL

El juego del TEG

 Por Enrique Aschieri *

En los sucesos que tienen como epicentro a Ucrania, el punto central que se juega tiene que ver con la perspectiva de los ejes directrices de la economía mundial, entre los que vienen mezclados las magras respuestas al crecimiento, la ecuación energética y lo que resume y galvaniza el conjunto, que es la suerte del dólar.

Que de manera abrumadora en Occidente se lo presente al premier ruso, Vladimir Putin, como la encarnación de lo peor, no deja de ser una tontería más nacida de ese viejo empeño por presentar los acontecimientos para una fácil digestión como conflagraciones entre el bien y el mal. Es muy difícil, si no imposible, encontrar dónde puede haber “bondad” en la arena internacional; por el momento lo que define como racional el comportamiento de los actores estatales es el interés nacional definido en términos de poder.

Los detalles en los que habita el Diablo son ilustrativos al respecto, al punto de que quizá las profundas contradicciones internas en Estados Unidos, que están a la orden del día, hagan su juego en Ucrania. Particularmente, la baja más pronunciada desde el final de la Segunda Guerra en el presupuesto de Defensa norteamericano, propuesta que se viene debatiendo desde febrero. Recientemente, Victoria Nuland, la secretaria del Departamento de Estado para Europa y Eurasia, fue deschavada en YouTube diciéndole al embajador norteamericano en Ucrania: “Fuck the europeans”. Como explica Immanuel Wallerstein, quedó claro que “lo que obsesiona a los Nuland de este mundo no es una ‘absorción’ putativa de Ucrania por parte de Rusia, una eventualidad con la que podrían convivir. Lo que a ella y los que comparten sus puntos de vista los atormenta es una alianza geopolítica de Alemania/Francia y Rusia”. Nuland está casada con Robert Kagan, uno de los más prominentes ideólogos “neocons”. Un matrimonio en todo sentido.

Así es como Putin junto a alemanes y franceses actúan defensivamente, ante una ofensiva norteamericana instrumentada en el sostenimiento de la oposición ucraniana. El resto de los europeos, empezando por Alemania, hacen “diplomacia”, buena, regular o mala. En cualquier caso los une el espanto al Caballo de Troya ucraniano. ¿Y entonces para qué el acuerdo comercial en ciernes UE-Estados Unidos? Cuando no se hace nada por el crecimiento, incluso cuando se hace lo contrario, parece ser una ley de bronce de estos tiempos: hagamos un acuerdo comercial. No quita nada de lo que hay y agrega “prestigio” en medio de la deflación. La “austera” Inglaterra de Cameron, y su inveterado y perenne juego a dos puntas, luce consciente de ello.

El interés real de los norteamericanos pasa por su alianza con China, lo que necesariamente implica que no se le fortalezcan los otros, visto objetivamente dadas las acciones en curso. Mientras tanto los otros continúan vaciando de sustancia geopolítica a Ucrania, dejándola atrás como centro de distribución y almacenamiento de gas para Europa. Holanda e Inglaterra abastecen la tercera parte del gas que consume la UE. Tres cuartas partes del resto lo proporcionan, por mitades, Rusia y Noruega. Hace más de dos años se inauguró el gasoducto Nord Stream, un emprendimiento privado-estatal ruso, alemán, holandés y francés que pasa por el Báltico, evitando a Ucrania y así a la influencia norteamericana. Hace un año, Rusia y Holanda firmaron una carta de intención para extender el gasoducto Nord Stream hasta el Reino Unido, y además colaborar en la exploración del Artico.

¿Sarajevo en Crimea? Pinta tentador el paralelo cuando se conmemora el Centenario de la Primera Guerra. Pero la economía mundial no debería temer una destrucción bélica, miedo que se despejará una vez que se terminen por controlar los daños generados por el brete en que los conservadores norteamericanos metieron a Obama y que obligaron a Putin a pagar el oneroso costo político de anexar Crimea. El cuantitativo testimonio de los principales recintos bursátiles así implica creerlo. Lo que sí sugiere el comportamiento bursátil más cardinal es lo expresado por el historiador de Princeton Harold James, al señalar que la Primera Guerra Mundial avanzó sobre las ruinas de la enorme crisis financiera de 1907, “que casi trajo un completo colapso global”, y durante la cual “varios países comenzaron a pensar en las finanzas, principalmente como un instrumento de poder descarnado que podía y debía convertirse en una ventaja nacional”. Fue ese “tipo de pensamiento el que trajo la guerra en 1914”. Tras la crisis de 2007-2008, según entiende, “las pasiones nacionalistas han estallado a su paso”.

La diferencia es que hace cien años la moneda mundial era el oro; hoy es el dólar. Y la salida de escena del dólar, que no vemos ni de cerca ni de lejos, si es nada probable respecto del euro, es ridícula respecto del yuan. La racionalidad pasa por un nuevo Bretton Woods. No hay ninguna “reliquia bárbara” que lo impida, como sí tallaba en 1914. O sí, una: el irracional afán de poder.

* Economista, docente universitario.

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