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Domingo, 22 de febrero de 2004

AGRO › EL PAIS TIENE RETRASO EN EQUIPAMIENTO DE MAQUINAS

Se necesitan más cosechadoras

 Por Susana Díaz

Un reciente informe del INTA reseñó que durante el 2003 la inversión en maquinaria agrícola fue un 133 por ciento superior a la del piso del 2002. Los rubros con mayor crecimiento fueron: cosechadoras, con una suba del 318 por ciento; tractores, 300 por ciento, cabezales maiceros, 41 por ciento, pulverizadoras autopropulsadas, 37 por ciento y 28 por ciento en sembradoras. El impacto inicial de estas cifras debe, sin embargo, contextualizarse. Las adquisiciones del 2003 fueron de 743 millones de dólares, un valor todavía por debajo de los 913 millones gastados en 1997 y de los 812 de 1998. A esto se agrega que, dado que la verdadera moneda de cambio del productor no es estrictamente dólar sino su producto, los cereales y oleaginosas, en el 2003 los empresarios del campo estuvieron en condiciones de comprar un 40 por ciento más de maquinarias en referencia al promedio de la época de la convertibilidad.
Si antes de la caída del sistema de tipo de cambio fijo se hubiese hecho un ejercicio de proyección económica introduciendo las variables devaluación, continuidad y crecimiento del ingreso en dólares de los empresarios del campo, además del envejecimiento promedio del parque de maquinarias, la conclusión inmediata hubiese sido una explosión de la demanda. Por el lado de la oferta, en cambio, la respuesta habría sido menos evidente. La duda habría residido en la capacidad de la industria local para satisfacer la nueva demanda luego de la lenta destrucción provocada por la persistente sobrevaluación cambiaria, la apertura violenta y los subsidios en los países vecinos. Precisamente por estos factores resulta notable que la producción local haya sido capaz de aprovechar las nuevas señales del mercado.
No obstante, luego del rebote post-crisis, comienzan a ser evidentes las limitaciones heredadas de los ‘90. El país presenta un retraso en el equipamiento de muchas máquinas. En cosechadoras, por ejemplo, el parque tiene una vida promedio de 11,5 años, a lo que se agrega un pronunciado envejecimiento tecnológico. Sólo para mantener esta antigüedad se necesitan reponer unas 1143 cosechadoras/año. Dejando de lado el pico de 2300 máquinas adquiridas en el 2003, la cifra está lejos de las 651 de los cuatro años anteriores (1999-2002). Según el INTA, esta falta de equipamiento impide una oferta de servicio de cosecha en tiempo y forma, con la consecuente pérdida de más de 700 millones de dólares derivados de la ineficiencia en la recolección de los cinco principales cultivos.
Si se desea que la maquinaria agrícola sea parte de una cadena que agregue valor a la producción agraria será necesario, entonces, que la industria local se expanda más allá de la reutilización de la capacidad instalada. Ello demanda importantes inversiones que permitan una evolución cualitativa de los procesos constructivos para ganar competitividad. Pero este proceso enfrenta hoy una limitación: requiere economías de escala que no pueden ser satisfechas sólo con el mercado interno.

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