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Domingo, 23 de mayo de 2004

AGRO › PLAN QUINQUENAL DE RECUPERACIóN DE LA PRODUCCIóN ALGODONERA

Por el regreso de los cultivos industriales

 Por Susana Díaz

El algodón es uno de los cultivos industriales por excelencia. Aunque también se lo utilice bajo otras formas, su principal destino como producto es convertirse en insumo de procesos industriales, especialmente en la rama textil. En consecuencia, los precios de esta materia prima siempre estuvieron atados a la evolución de la industria, lo que motivo, para los productores, la doble presión de estar en el último eslabón de un oligopsonio, es decir; sometidos al poder de mercado de unos pocos compradores, pero a su vez, de unos demandantes con serias dificultades para competir abiertamente con el resto del mundo.
Las políticas de desregulación y apertura de la década del ‘90 introdujeron significativos cambios al circuito algodonero textil. Además de atar la producción de la materia prima local a los precios internacionales –en un mercado donde los países centrales, como Estados Unidos, subsidian fuertemente la oferta–, sometieron a la industria a la competencia con países acusados de practicar “dumping social”, es decir; de competir sobre la base de salarios extremadamente bajos, como China y el Sudeste asiático, o de aplicar distintos incentivos a su producción, como Brasil. A este contexto interna y externamente desfavorable se sumó también una nueva competencia exógena, la de la soja, un cultivo de alta rentabilidad y mercado asegurado apto para ser implantado en las antiguas regiones algodoneras del noreste argentino. Aunque falten algunos detalles, este conjunto de factores objetivos alcanza para explicar a grosso modo, la fuerte caída que en la última década experimentó la producción local de algodón.
Pero llegado a este punto se produjo un cambio. La nueva estructura de precios relativos pos-devaluación permitió el resurgimiento de la industria textil sobre la base de salarios bajos y, en muchos casos, en un marco de regresión técnica, es decir; empleando maquinaria que había quedado obsoleta en términos de productividad media internacional. Así, los textiles volvieron a crecer sustituyendo importaciones y alimentando una oferta final que, no está mal recordar, de acuerdo al Indice de Precios al Consumidor, es la que más incrementó sus precios desde la salida del régimen de tipo de cambio fijo. A su vez, el crecimiento de la producción reactivó la demanda de insumos, entre ellos el algodón. Como la producción local había sido destruida en gran parte, fue necesario recurrir a las importaciones.
En este nuevo contexto y luego de la lenta baja del dólar desde sus niveles pico de 4 pesos, el reagrupado lobby textil no sólo comenzó a demandar protección de la competencia externa, sino a evaluar la posibilidad de complementar la producción local de insumos. Tal es el marco de emergencia del “Plan Quinquenal de Recuperación de la Producción Algodonera” impulsado por la Fundación ProTejer y la Cámara Algodonera Argentina. Según estas agrupaciones, la reactivación de la producción de algodón permitiría la creación de nada menos que 100 mil puestos de trabajo y reactivaría las economías de 12 provincias en las que podrían sembrarse medio millón de hectáreas adicionales. La propuesta supone un programa de asistencia del Ministerio de Acción Social que otorgaría gratuitamente la semilla a los poseedores de menos de 10 hectáreas y acuerdos de cooperación con productores de menos de 50 hectáreas. Para quienes posean entre 100 y 200 hectáreas, la propuesta es de ayuda financiera, por ejemplo mediante la creación de fideicomisos. Adicionalmente deberían postergarse por cinco años las obligaciones impositivas del sector a cambio de su reinversión en siembra y cosecha y la reducción del IVA a la mitad para los primeros eslabones de la producción.

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