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Domingo, 14 de noviembre de 2004

AGRO › APARICION DEL HONGO ROYA ASIATICA EN CAMPOS DE ESTADOS UNIDOS

La fortuna no abandonó al campo argentino

 Por Susana Díaz

Cuando el grueso de las exportaciones del país proviene del complejo agroindustrial –donde la parte “industrial” de “agroindustrial” realiza un aporte mínimo en términos de valor agregado y creación de empleo, como es el caso de aceites y pellets– es lógico que los ánimos del “campo”, como se autodenomina el aceitado lobby de poderosos terratenientes, comercializadores y exportadores, transmita rápidamente su estado anímico al resto de la sociedad. La transmisión tiene, sin embargo, una particularidad: los ciclos negativos tienen mucha más difusión que los positivos. Una afirmación que hace imposible no rememorar los dichos del ministro Roberto Lavagna acerca de los hábitos lacrimógenos del sector.
La realidad de los últimos meses es que los precios de la oleaginosa están volviendo a la normalidad, luego de un ciclo de alza extraordinaria de algunas cotizaciones impulsada por la mayor demanda asiática y la caída de la producción en el Hemisferio Norte, que llevó los precios de la soja por encima de los 280 dólares la tonelada en Chicago. Este simple regreso a precios más lógicos del cultivo que lideró la última fase de la expansión de la frontera agrícola es, sin embargo, elevado por algunos analistas al rango de catástrofe.
Endulzados con la superrentabilidad de las campañas anteriores, el discurso actual parece ser que la ganancia desapareció y que, en consecuencia, caerán las inversiones. Lo mismo sucederá con los servicios asociados y con la provisión de insumos y equipos, los que se aprestarían a vivir una nueva fase contractiva. El cuadro resulta propicio para la demanda de políticas estatales contracíclicas, por ejemplo en el terreno impositivo.

Pero son tan malas las noticias?
Algunos datos son irrefutables. Desde marzo pasado el precio de la oleaginosa en el mercado local pasó de más de 250 a menos de 150 dólares la tonelada. En términos de pérdida de precio no es poco. Pero el dato cierto es que, aun con este precio, el cultivo sigue siendo rentable en relación a sus costos de producción. Según reconocen los propios productores, el primer precio les había permitido conseguir una rentabilidad sobre la inversión de hasta el 80 por ciento. Es difícil encontrar en el mundo un rendimiento tan alto para el capital. Hoy esta rentabilidad, siempre según los productores, se encontraría entre el 10 y el 15 por ciento, de acuerdo a las zonas y los rindes (descontando la renta de la tierra). Se trata de un valor bastante por encima de la media de la economía, aunque podría ser crítico para quienes alquilaron campos a precio fijo (y no en quintales por hectárea). En cualquier caso, si estos precios se mantienen será cierto que “la fiesta del campo” terminó.
Pero cuando ya todo parecía perdido cayó del cielo lo que, para los productores locales, podría ser una buena noticia. Se trata de la aparición del hongo conocido como roya asiática en campos de Estados Unidos. El efecto inmediato, a mediados de la semana pasada, fue que las cotizaciones en Chicago se dispararon en previsión por problemas con la próxima cosecha. La mayor parte de la cosecha del año en curso ya fue levantada. Los resultados fueron mejores a los originalmente previstos, lo que permitió el autoabastecimiento del mercado estadounidense y la caída de la demanda internacional. Si el destino juega a favor de la Argentina y la roya se convierte en un problema para Estados Unidos los precios podrían regresar esta vez a sus niveles más altos. Sin embargo, la roya ya existe en Brasil y un error en el manejo sanitario podría provocar que también en la Argentina se convierta en un problema. Las previsiones de mediano plazo no son fáciles.

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