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Domingo, 16 de enero de 2005

AGRO › CAíDA DE LA SOJA, REPUNTE TEXTIL Y LIBERALIZACIóN DEL COMERCIO INTERNACIONAL

Luces y sombras de la producción de algodón

 Por Susana Díaz

La baja del precio de la soja, que lentamente abandona la sobrevaluación alcanzada en las campañas anteriores, no es para todos una mala noticia. En algunas regiones, donde por su capacidad de adaptación a climas rigurosos, la oleaginosa reemplazó a algunos cultivos industriales comenzaron a aparecer señales claras de una reversión del proceso. Esto fue así en las principales zonas algodoneras del Noreste, especialmente en Chaco y Santiago del Estero, las principales provincias productoras. De acuerdo a fuentes de la Cámara Algodonera Argentina, para la campaña 2004/2005 se estima que el área sembrada de algodón se incrementó el 88 por ciento en la primer provincia y el 60 por ciento en la segunda. Mientras en la campaña anterior se cultivaron 210.000 hectáreas, en la actual se llegaría a 380.000, las que se convierten en 451.000 si se considera el total del país. En promedio, se estima que la producción será un 70 por ciento superior a la de 2003/2004. Además de las mencionadas, el algodón se produce en Formosa, Santa Fe y Corrientes.
Sin embargo, el incremento del área sembrada de algodón no se explica sólo por el menor precio de la soja. La recuperación de la industria textil se tradujo en un aumento de la demanda de sus insumos y, en consecuencia, durante la anterior campaña se obtuvieron ganancias superiores a las proyectadas. Para la presente campaña se combinaron también algunos factores aleatorios, como la sequía en la época de siembra del girasol, que redujo la superficie cubierta por la oleaginosa, parte de la cual fue destinada al algodón.
No obstante, el rol de la industria textil parece haber sido fundamental. Los productores destacan la solidez financiera de los compradores, que se tradujo no sólo en buenos precios sino en el cumplimiento de los acuerdos comerciales. Además, para el productor siempre resulta tranquilizador saber que contará con un mercado dinámico. Durante el corriente año, algunos movimientos especulativos, por ejemplo, las bajas predicciones iniciales de la producción y la retracción de la oferta esperando mejores precios, provocaron que se importen alrededor de 20 mil toneladas de fibra desde Brasil. Al final de la campaña, los resultados fueron mejores que los previstos. Las 90 mil toneladas que se esperaban inicialmente terminaron siendo 120.000, cantidad que no fue totalmente absorbida por el mercado interno y generó un excedente exportable similar a lo importado desde Brasil. Obviamente, esto también deprimió los precios en relación al primer semestre de 2004.
Precisamente el tema precios será una de las principales amenazas para la producción en 2005. Las dificultades vendrán primero por el lado de la demanda. Sucede que en el marco de la OMC, el comercio internacional de textiles quedó liberado desde el 1º de enero último. Países como Estados Unidos o los integrantes de la UE ya no podrán utilizar restricciones y cupos para las importaciones. Esto, que será un excelente negocio para alguno de los grandes productores mundiales que abastecerán esos mercados, como China, India y Pakistán, se traducirá en un descenso de los precios internacionales de los textiles. La caída de los valores podría llegar al 20 por ciento. Frente a la nueva realidad, industrias como la argentina, que deberían responder agregando valor para no competir por precio en una guerra perdida antes de comenzar, seguramente también presionarán a la baja los precios de los insumos, como el algodón. Mientras tanto, por el lado de la demanda, Estados Unidos continúa subsidiando su producción algodonera. Brasil, que también incentiva a sus productores, denunció a Estados Unidos ante la OMC, con el apoyo de la Argentina. Podría esperarse que esta colaboración entre los dos socios del Mercosur se proyecte también fronteras adentro de la unión aduanera. Los algodoneros locales reclaman que si no se pueden eliminar los incentivos brasileños, al menosse compensen las asimetrías compensando a los productores locales, una solución que no parece estar en la agenda gubernamental.

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