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Domingo, 25 de julio de 2004

E-CASH DE LECTORES

Estados Unidos

Al mismo tiempo que catedráticos de Harvard o medios de difusión masiva se empecinan en destacar el poderío –que aún ostenta– el gran país del norte, críticos de otros sectores avizoran una nación en franca decadencia, representada por un coloso militar con pies de barro y una economía anémica. Los aduladores de siempre parecen no haberse percatado de que el poder y la supremacía pueden ya no estar representados por una nación, y no obstante ello se jactan con destacar que los Estados Unidos poseen el mayor poderío militar del planeta, superando ampliamente al de los seis países más próximos. El Nuevo Orden Mundial no es más que el ofrecimiento que hacen las corporaciones de un “Estado mercenario” para garantizar (?) el orden, por una paga. Es decir, ellos hacen las intervenciones y otros asumen los costos. Por lo que desafío al lector para que coteje en los medios cuántas veces se difunden noticias sobre el “peligro de terrorismo”, para que advierta la urgencia con la que Estados Unidos requiere que se le pague por sus servicios mafiosos, sobre todo cuando sus gastos militares son diez veces superiores a los de China y Rusia juntos. El negocio de la protección global consiste en entrar a un país a degüello y destruirlo totalmente, atacando fundamentalmente los denominados “blancos blandos” (diques, centrales energéticas, plantas de saneamiento del agua, etc.) y si algún niño o civil muere en la operación, atribuírselo a un error de cálculo. Con los recursos del país devastado (es sustancial que posea riquezas), se busca saciar de alguna forma la voracidad desenfrenada de las empresas adjudicatarias de los contratos de reconstrucción. Por otra parte, el material bélico que se destruye es tanto más conveniente cuando el invasor lo produce y vende. Como una broma dialéctica, en la cual a medida que se ofrece “seguridad” aumenta la “inseguridad”. Una sociedad que preparaba a su gente para el comercio, terminó al servicio de las miserias de la guerra. Una sociedad que se jactaba de su clase media, quedó a merced de la dictadura de los mercados y de una pequeña “oligarquía capitalista” que maneja el capital financiero internacional. Una sociedad estudiosa y trabajadora terminó en el derroche. Una sociedad que maravillaba al mundo con sus inventos, acabó creando monstruosidades biológicas en su propia paranoia persecutoria. Concluyendo: creo que el mundo, representado por “la gente” y no por sus líderes, va cobrando un rol protagónico en el futuro de la humanidad; pues sabe que el rey está desnudo, y así lo puso de manifiesto en las últimas elecciones y protestas mundiales por la paz. Sabe que por encima de los gobernantes están los pueblos, quienes no se detendrán hasta conseguir el ansiado desarme total.

Pablo Ballatinas
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