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Ciertas críticas recientes de Roberto Lavagna, hacia el FMI, son una bocanada de aire fresco entre tanta retórica. Lavagna implícitamente alude al riesgo moral cuando dice que las políticas del FMI facilitaron la creación de burbujas financieras. Ahora llevemos dicha aserción a sus conclusiones lógicas y veremos que ésta puede no ser una buena noticia para la clase política argentina. Por riesgo moral se entiende el riesgo que una de las partes contratantes modifique su conducta posterior debido a la mera existencia del contrato. En el caso de la Argentina y el FMI no hay un contrato explícito que obligue al organismo a prestar en cada caso de insolvencia. No obstante ello, el riesgo moral entre acreedores y deudores sigue presente, debido a otro fenómeno denominado inconsistencia temporal. Hay inconsistencia temporal cuando ya no está en el interés de un actor concretar una amenaza o promesa inicialmente diseñada para influenciar la conducta de terceros. El FMI padece de inconsistencia temporal ya que carece de credibilidad; su estructura organizativa interna no es independiente de los vaivenes políticos de sus socios mayores. Muchas veces el FMI es un instrumento más de la política exterior americana. Por otro lado, dejar “caer” a un país puede hacer mella en su reputación aún cuando ésa sea la conducta correcta. Especialmente si ese país mantiene una parte considerable de los activos de la organización. La (improbable) transformación del FMI en una organización supervisora del sistema financiero y que ofrece salvatajes sólo en casos de iliquidez en países que sufren el efecto contagio, es una de las posibles derivaciones lógicas de los comentarios de Lavagna. En síntesis: no más préstamos a gobiernos irresponsables. Ahora bien, entre 1957 y 1999 la Argentina dependió de la “morfina” del FMI por un total de treinta y tres años. ¿Están preparados nuestros líderes a abandonar dicha droga y a realizar las reformas institucionales necesarias para el crecimiento económico sostenido? ¿O cuando el FMI se dedique a otra cosa se quejarán, no ya de las condicionalidades impuestas sino simplemente de que el FMI los ha abandonado?

Luis Zemborain
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