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Domingo, 12 de septiembre de 2004

CONTADO

IVA el terrible

 Por Marcelo Zlotogwiazda

Supongamos que el hipermercado Equis recarga sobre un producto de consumo masivo de primera necesidad un margen bruto del 10 por ciento: lo compra a 100 pesos y lo vende en góndola a 110. Por ese artículo, en la liquidación mensual de IVA el contador de la empresa declara correctamente un crédito de 21 pesos y un débito por 23,1 (el 21 por ciento de 110), con lo cual a la fecha de vencimiento del impuesto le abona a la AFIP el saldo de 2,1 pesos, que no es otra cosa que el 21 por ciento sobre los 10 pesos de valor que él agregó.
Supongamos ahora que un ministro de Economía sensible de un gobierno sensato comienza a cumplir con la promesa de rebajar el IVA que había hecho en campaña el actual presidente, quien caracterizaba al impuesto de regresivo porque grava por igual al rico que al pobre y porque casi no distingue entre consumo básico y consumo suntuario. Supongamos entonces que se anuncia una rebaja a la mitad (del 21 al 10,5 por ciento) en la alícuota de ese producto final de uso muy popular, con el encomiable objetivo de que baje de precio y, por ende, de que aumente el poder adquisitivo de la mayoría.
¿Qué debería hacer razonablemente el hipermercado Equis? ¿Usted cree que como el IVA bajó a la mitad, el precio debería reducirse en igual medida? ¿Piensa usted que si antes el consumidor pagaba de impuesto 23,1, con la alícuota a la mitad al precio habría que descontarle 11,55 pesos, es decir tendría que bajar de 110 a 98,45 pesos? Es obvio que no, verdad. Porque de ser así, el híper estaría cobrando por el producto menos de los 100 pesos que le cuesta.
Cualquier contador, comerciante o lector medianamente avezado en estas cuestiones se da cuenta de que el problema aparece porque el Gobierno desgravó sólo el producto final en un impuesto de aplicación en cascada, con lo cual distorsionó su lógica.
Alguien podría sugerir, entonces, que le rebajen también la alícuota al proveedor. De esa manera, es cierto que se evitaría el problema en la etapa del hipermercado, pero surgiría la misma distorsión a nivel del mayorista.
¿Por qué no insistir e ir un eslabón más atrás, rebajando a la mitad el IVA también al fabricante? Se podría, pero es muy probable que el fabricante use insumos (por ejemplo uno llamado Zeta) en la elaboración del artículo de uso popular que el Gobierno quiere abaratar que también usa en la fabricación de otra bien de consumo no tan masivo. ¿Cómo hacer para distinguir qué lote del insumo Zeta se usa en un caso y queda desgravado, y qué lote se usa en el otro y sigue al 21 por ciento? Flor de lío.
Es por este motivo que el Gobierno está reevaluando la rebaja del IVA tal como algunos funcionarios anticiparon que iba a aplicarse, de manera selectiva a un grupo de bienes finales de consumo masivo.Ningún problema por el estilo se suscitaría si la medida se tomara en forma generalizada, recortando la alícuota, por ejemplo dos o tres puntos, a toda la economía. Pero en tal caso entran a tallar inconvenientes de otro tipo. En principio, el sacrificio fiscal de una rebaja global es, obviamente, mucho mayor que un recorte acotado a una lista de productos.
Y aun si el Gobierno decidiera bajar el IVA a todo, aprovechando el extraordinario excedente fiscal para buscar dar un impulso al consumo y un refuerzo al bolsillo, nada garantiza que el sacrificio se traduzca enteramente en las rebajas pretendidas. Seguramente varios pícaros abusarían de su posición dominante de mercado para mantener sus precios con menos contenido de IVA y más de utilidad.
¿Pero entonces lo conveniente es no hacer nada y dejar el impuesto así como está, manteniendo su tasa y sin arriesgar ingresos que este año rondarán los 32.000 millones de pesos, lo que representa casi un tercio de la recaudación total?
La respuesta de los tributaristas, que en su inmensa mayoría coinciden en que se trata de un impuesto regresivo que para colmo tiene en la Argentina una de las alícuotas más elevadas del mundo, es que a pesar de todo la rebaja es deseable y factible de ser aplicada con bastante éxito, si se lo hace correctamente (recomiendan la rebaja generalizada), utilizando todo el poder persuasivo y la capacidad negociadora del Estado, y apostando a que tarde o temprano la competencia y las fuerzas de mercado disciplinen los comportamientos abusivos.
Más aún que la opinión de los expertos importan la visión y las necesidades políticas del Gobierno, y en particular la del presidente Kirchner, que desde hace unas semanas está presionando mucho y apurando a Economía para poder anunciar alguna rebaja en el IVA, según se puede comprobar fácilmente conversando con cualquier peso pesado de la Casa Rosada. Al cierre de esta columna, la arista política de esta historia tenía una clara definición. Lo que restaba era destrabar las terribles complicaciones técnicas.

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