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Domingo, 31 de julio de 2011

MUNDO FINANCIERO

Testosterona

 Por Carlos Weitz

Reconozcamos la verdad. Globalmente las mujeres controlan más del 70 por ciento de lo que gastan las familias; suelen elegir el plan de salud, la compañía de seguros a contratar o los servicios financieros a utilizar. Estos datos surgen de una encuesta llevada a cabo recientemente por la consultora internacional BCG, que entrevistó a 23.000 mujeres en 22 países. Pero, pese a llevar los pantalones en el manejo monetario del hogar, el mal llamado sexo débil aún no ha logrado alcanzar masivamente los cargos más altos en los organismos responsables de manejar las principales variables monetarias del planeta. Luego de siglos de lucha, el movimiento feminista ha podido imponer derechos y principios de igualdad entre hombres y mujeres en la mayoría de los países, pero no ha logrado aún que las mujeres ocupen en forma proporcional posiciones en la cúspide del poder financiero. En la actualidad, más del 90 por ciento de los bancos centrales del mundo son presididos por hombres. Un artículo publicado esta semana en la agencia noticiosa Bloomberg da cuenta de estas injusticias.

En solo 6 países (Sudáfrica, Malasia, Honduras, Bostwana, Bahamas y Argentina) las mujeres ejercen la máxima responsabilidad en la autoridad monetaria, pudiendo destacarse también el Banco Central de los Estados Unidos (FED), que cuenta con mayoría femenina dentro de su directorio. En lo que hace al Banco Central Europeo, sólo dos mujeres han participado en decisiones monetarias, mientras que el Banco de Inglaterra ha designado a 27 hombres sobre 31 cargos disponibles desde 1997. La supremacía (o misoginia) masculina también se extiende monolíticamente a los casos de Australia, Brasil, Indonesia, México, India y Turquía. Paralelamente, las mujeres ocupan menos de un 5 por ciento de los cargos ejecutivos en la industria privada de servicios financieros.

Para evitar este inmerecido totalitarismo masculino en las decisiones monetarias, algunos países como Kenya y Japón han introducido el cuestionado pero efectivo cupo femenino. La Ley que rige al Banco Central de Kenya establece que dos de los cuatro directores externos deben ser mujeres. Más modestamente, y desde 1998, el Banco de Japón reserva al menos una de sus nueve sillas en el directorio a una mujer.

Seguramente, una causa relevante en estas escaseces esté dada por el menor número relativo de profesionales femeninas en las asignaturas económicas. Las estudiantes y graduadas mujeres de la Universidad Tecnológica de Massachusetts pasaron de ser el 16 por ciento en la década del ‘80 a cerca del 40 por ciento recién este año. El artículo de Bloomberg cita trabajos e hipótesis que tratan de explicar el impacto sobre las decisiones monetarias de contar con autoridades de distinto género. Un estudio académico llevado adelante en el año 2000 sobre las mujeres que trabajaron en la FED entre 1966 y 1996 concluyó que la mayor participación de éstas en las decisiones tuvo efectos diferenciadores en las decisiones de política tomadas por el organismo. El estudio encontró que 6 de cada 7 mujeres que intervinieron en la determinación de la política monetaria en la FED se mostraron más inclinadas que sus colegas varones a reducir las tasas de interés en ese país.

Anne Sibert, directora del Banco Central de Islandia, sostiene que las mujeres cuentan con determinadas ventajas naturales a la hora de decidir sobre aspectos monetarios. En tal sentido, señala que los hombres suelen ser más propensos a asumir riesgos y a confiarse demasiado. Sheila M’Mbijjewe, del Banco Central de Kenya, afirma –en el mismo sentido– que los hombres suelen ser más agresivos y destructivos. Recientemente se han publicado distintos estudios científicos que brindan explicaciones hormonales a este fenómeno señalando que los hombres están predispuestos a asumir mayores riesgos (incluyendo los financieros) que las mujeres debido a que sus cuerpos producen cantidades sustancialmente superiores de testosterona, la hormona que también regula la libido. Quizá cargando un poco las tintas y tratando de justificar su designación como una victoria del género femenino es que la nueva directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, señaló este año que “el colapso financiero de 2008 fue producido, al menos en parte, por el codicioso y agresivo comportamiento típicamente masculino alimentado por la testosterona”, rematando impiadosamente que “nunca debería haber demasiada testosterona en una reunión económica”

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