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Domingo, 10 de julio de 2011

NUEVAS ZONCERAS ECONóMICAS › EL DESTINO DE LA RECAUDACIóN IMPOSITIVA

Rebelión de los satisfechos

 Por Ruben Telechea y Pablo Sanchez

Es habitual que detrás de ciertas frases se escondan intenciones que revelan la posición ideológica. Por ejemplo, la que refiere al destino que se les da a los fondos recaudados por el Estado: “Con los impuestos que yo pago, se subsidia a los vagos que no quieren trabajar”. Partiendo de la base de un Estado equitativo se refuta esa sentencia. En primer lugar, porque mediante el pago de impuestos se financia el funcionamiento de servicios públicos indivisibles, como educación, salud, seguridad. Por lo tanto, la coincidencia entre tributo pagado y subsidio recibido no presenta la linealidad que se plantea. Incluso, si se observa la actual estructura impositiva, el gravamen de mayor recaudación es el IVA, que al ser un impuesto al consumo es abonado por la sociedad en su totalidad (de hecho aquellos que reciben subsidios lo tributan al adquirir bienes) y no por un grupo determinado de personas. Y son justamente quienes menos ganan los que proporcionalmente lo soportan en mayor magnitud, ya que todo lo que ganan lo destinan al consumo, mientras que los sectores medios o altos pueden ahorrar una parte.

Galbraith, en La cultura de la satisfacción, presenta una interesante mirada sobre este tema. Expone que existe una clase “satisfecha” con voz y voto, y una subclase “funcional” sin voz ni voto. Afirma que los primeros se oponen a los impuestos porque estas erogaciones no los benefician a ellos sino a los pobres: al poder asistir a colegios privados no necesitan de la enseñanza pública, al tener acceso a la medicina prepaga no requieren los servicios estatales de medicina, pueden tener vivienda por sus propios medios sin depender de un plan de viviendas sociales. Esos servicios públicos son utilizados por la clase que no aporta, según la visión de la clase dominante. Es por eso que para ellos, mayores impuestos significan mayor gasto público y viceversa. Luego dice que, paradójicamente, los “satisfechos” no critican el gasto en defensa o el rescate de entidades financieras en quiebra a través de los recursos estatales. Por lo tanto, de esa manera se deja manifiesta la contradicción entre el “gasto productivo” y el “con los impuestos mantenemos a los vagos”.

Complementando la idea original, Argentina es un país cuyos indicadores demuestran una marcada tendencia a la evasión, lo que es un problema tanto de orden cultural como normativo y económico. Es muy fácil llenarse la boca declamando por el cumplimiento de las leyes, pero a veces eso es sólo para los demás. Existen ciertas modalidades lícitas por las cuales se evita el pago de tributos. Esto es evidente en el Impuesto a las Ganancias, que a partir de las reformas de la década del noventa, exime a la renta financiera.

Se puede aportar otros datos para refutar el final de la frase citada, relativo al destino de los subsidios. Según diversos informes, aun aquellos que son críticos con el sistema, la Asignación Universal por Hijo redundó en un aumento de la escolaridad. Esto muy probablemente se traduzca en mayor cantidad de mano de obra calificada a mediano plazo, lo que terminará siendo además un beneficio indirecto para toda la sociedad.

La argumentación, en definitiva, vuelve a ser un arma poderosa para derribar zonceras y establecer un nuevo paradigma de opinión en materia económica

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