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Domingo, 26 de julio de 2015

ESCENARIO › TECHO SALARIAL O ENCARRILAMIENTO DE LA PUJA DISTRIBUTIVA

El ajuste que no fue

 Por Diego Rubinzal

El 31 de marzo de 2015, la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT) convocó a un paro general de actividades. El eje central de la protesta era el Impuesto a las Ganancias, que recaía sobre menos del diez por ciento de los trabajadores. La huelga contó con la adhesión de las centrales sindicales opositoras al gobierno nacional.

El cese de actividades se repitió el 9 de junio. En esa ocasión, la exigencia de “paritarias libres” se transformó en la consigna central. La escalada belicista de la CGT-Moyano, la CTA-Micheli y la “Azul y Blanca”-Barrionuevo prenunciaba fuerte conflictividad para este año.

La intensidad de algunas medidas de fuerza sectoriales (aceiteros, bancarios) parecía confirmar esa sensación. La paralización durante 25 días de los puertos rosarinos tuvo amplia visibilidad mediática.

Sin embargo, los datos duros contradicen las profecías apocalípticas emitidas a comienzos de año por la dirigencia sindical opositora. En el primer semestre de 2015, la conflictividad laboral se ubicó en uno de los niveles más reducidos de la etapa 2006-2015. La cantidad de conflictos sindicales de 2015 fue inferior a la registrada en cinco años y similar a 2007, según el relevamiento periódico que realiza el Ministerio de Trabajo.

Además, las negociaciones paritarias están finalizando sin mayores dificultades. Los últimos acuerdos correspondieron a trabajadores siderúrgicos, plásticos, despachantes de aduana, de carga y descarga, supervisores metalmecánicos, personal de maestranza y de la Anses. Todos ellos cerraron sus paritarias con subas salariales del 27 al 28 por ciento.

Las trabajadores textiles, portuarios, marítimos, perfumistas, gráficos, construcción, gastronómicos, metalúrgicos, comercio, administración pública y encargados de edificios también acordaron incrementos salariales en torno a ese porcentaje de referencia. El Ministerio de Trabajo destacó que “con los últimos acuerdos celebrados, casi 5 millones de trabajadores amparados en convenio colectivo por la ley 14.250 han alcanzado sus acuerdos salariales para 2015”.

Los convenios firmados por los trabajadores bancarios y aceiteros merecen un párrafo aparte. La presión sindical derivó en recomposiciones salariales superiores al promedio general. Los bancarios acordaron un aumento del 27,8 por ciento y participación en las ganancias del sector financiero. Por su parte, los aceiteros firmaron por un 27,8 por ciento más un extra por presentismo que eleva el incremento al 36,2 por ciento.

El economista del Cespa Alberto Müller sostiene que esa dinámica genera inequidades indeseables. Müller explica en Durmiendo con el Patrón que “supongamos por ejemplo que cierta patronal ‘gana bien’ porque usufructúa una posición dominante en su mercado, por vía de la supresión de empresas competidoras (o de acuerdos con ellas, tanto da). Lo que los trabajadores pretenderán, en ese caso, es apoderarse de parte de una renta monopólica. Lo que sería deseable es que esa renta se redujera todo lo posible, beneficiando al conjunto de la gente, y no que se distribuya entre patrones y empleados” (Suplemento Cash 17/05/2015).

Por último, el pacífico cierre de la mayoría de las paritarias invita al repaso de algunas declaraciones previas. En mayo, el sindicalista mercantil Armando Cavalieri había comparado al ministro de Economía, Axel Kicillof, con Domingo Cavallo por “imponer una barrera a los salarios”.

Lo cierto es que la pauta de referencia salarial no era otra cosa que una herramienta para encarrilar la puja distributiva. El Indec, las consultoras privadas y los institutos estadísticos provinciales coinciden en señalar la fuerte desaceleración en el ritmo de incremento de los precios. Por caso, el índice de precios minoristas del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires anotó un alza del 11,5 por ciento en el primer semestre, contra el 22,6 por ciento estimado en idéntico período del año pasado. A su vez, el último informe de Merrill Lynch proyecta una inflación anual del 17,3 por ciento, diez puntos menos que su estimación de finales del año pasado.

Los datos revelan que, de no mediar ninguna sorpresa, el salario real crecerá en 2015. En otras palabras, el incremento salarial negociado en paritarias superará a la inflación.

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@diegorubinzal

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