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Domingo, 23 de agosto de 2015

ESCENARIO › ECONOMISTAS MUJERES

Sin corbata

 Por Diego Rubinzal

Las privatizaciones contaron con amplio consenso social en los noventa. La deficiente prestación de servicios públicos legitimó los planes privatizadores. Cristina Fernández de Kirchner recordó esa lección al anunciar la estatización de Aerolíneas Argentinas. La Presidenta sostuvo que, más allá de la “ola privatizadora que sacudió América latina y de los intereses que la alentaron, no nos dimos cuenta de que con nuestras conductas alentábamos esos discursos que penetraban en la sociedad..., a veces se debía esperar un año para lograr un teléfono o no se contaba con agua o gas y todo eso fue como agua que horada la piedra”. La “mala onda” ciudadana era incentivada por las usinas mediáticas. El programa político Tiempo Nuevo, conducido por Bernardo Neustadt y Mariano Grondona, fue la nave insigna de la avanzada privatizadora. El lenguaje sencillo de Neustadt penetró profundamente en “Doña Rosa”. En una de sus recordadas intervenciones, el periodista se preguntaba “¿dónde está la soberanía?” mientras levantaba un teléfono. La actuación concluía exigiendo la privatización de Entel.

En síntesis, los noventa dejaron dos lecciones a los que realzan el rol estatal:

1. La prestación de servicios públicos debe ser eficiente en términos sociales.

2. La importancia de la batalla cultural para visibilizar intereses y conflictos de poder que atraviesan la economía.

En referencia al último punto, el desafío central es difundir esa mirada en medios de comunicación masivos. Eso requiere la utilización de un vocabulario accesible y despojado de tecnicismos. Los artículos publicados en espacios como el Cash cumplen con esa función. Los lectores de suplementos económicos conforman un universo acotado y específico. En ese sentido, los columnistas económicos de los medios electrónicos tienen mayor llegada al “gran público”. La irrupción del programa Economía sin corbata, en la Televisión Pública, fue una saludable novedad. El nombre hace referencia a la vestimenta del equipo de trabajo de Axel Kicillof y al título del libro del ex ministro de Economía griego Yanis Varoufakis. El programa cuenta también con recursos audiovisuales originales y entrevistas profundas pero descontracturadas.

Más allá de eso, el nombre y elección del staff generó reacciones negativas dentro del colectivo de economistas feministas. Las economistas Mercedes D’Alessandro y Magalí Brosio sostienen en ¿Economía “sin corbata” o economía crítica feminista? que “esto, lejos de ser una excepción, es más bien la norma: la mayoría de los programas que presentan y discuten temas económicos en los medios omiten la presencia de mujeres economistas, o bien, las relegan a tareas mínimas y ornamentales. Esto sucede también a nivel internacional: en un estudio publicado en la revista The Economist se presentó una lista de los 25 economistas más influyentes en el mundo y en ella no había ninguna mujer. Algún apresurado podrá aventurar que quizá no somos tantas las economistas y por eso no tenemos espacio en las discusiones cotidianas sobre el rumbo económico de nuestro país; sin embargo, quienes habitamos en este submundo sabemos que no es así: contra viento y marea nos doctoramos, tenemos posgrados, dirigimos centros de investigación o carreras, somos docentes prestigiosas, expertas consultoras en múltiples áreas, escribimos papers”.

“¿Por qué el nombre del programa hace referencia a una prenda masculina por definición? ¿Qué significa hacer economía sin corbata? ¿Refiere acaso a aquel prototipo de los economistas neoliberales (los malos) como un hombre vistiendo traje y corbata caros y refinados? Es bueno recordar que en la actualidad Christine Lagarde –una mujer– es la directora del Fondo Monetario Internacional –el organismo que todos relacionan directamente con las políticas neoliberales–, y por supuesto, tampoco usa corbata. Tampoco usan corbata Angela Merkel, quien tiene en vilo a toda la Eurozona con las políticas de “austeridad” y es la cara actual de los ideales neoliberales, o Janet Yellen, quien dirige la Reserva Federal de los Estados Unidos. Lo que nos diferencia a los economistas críticos de los economistas neoliberales no es la vestimenta sino las teorías, conceptos, métodos, políticas, formas de pensar y actuar sobre la realidad. La simbología de la corbata nos resulta ajena y sólo reproduce una idea arcaica y machista de que la economía es cosa de hombres”, concluyen D’Alessandro y Brosio.

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@diegorubinzal

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