Hay una idea que atraviesa la obra de Gabo Ferro: la canción como territorio de conflicto. El lapsus del jinete ciego, su octavo disco, no es ajeno a eso. El músico, historiador y poeta plantea una metáfora que sintoniza con los tiempos políticos: un jinete sin cabeza lleva hacia el abismo, pero la esperanza es la bestia, el caballo (la naturaleza), que no se arroja al vacío fácilmente. El grueso de las canciones fue compuesto entre diciembre y los primeros meses del año, en pleno vaciamiento cultural, despidos y tarifazos. “Cantarle a un teatro vacío no es cantar para nadie. Es cantarle a este vacío que no es ausencia ni es silencio, nunca. Cada silla vacía es acción provocada y no construcción dada. Efecto cultural, histórico, amoroso –o contra amoroso– y político de algo o de alguien”, fundamenta Ferro en el arte del disco. A modo de gesto simbólico, grabó las canciones en un ND/Teatro vacío: solo él, su guitarra y el ingeniero Alejandro Pugliese. La primera presentación fue allí (Paraguay 918) y repetirá hoy a las 20.30, con Luciana Jury como invitada. “Fue el fin de la performance que comenzó con el montaje de audio y micrófonos para la grabación. El estudio es como una sala de operaciones, una cosa quirúrgica, que no se puede contaminar nunca, y eso no me interesaba”, explica Ferro, quien hace algunos días fue uno de los ganadores de los premios Democracia del C. C. Caras y Caretas.
–¿Es su disco más político?
–En lo que se entiende como política a todo terreno, sí. Pero hay mucha política en Canciones que un hombre no debería cantar (2005): está explotado de política de género. Pero en 2004 era una política desatendida. Después de 2010, la política de género consiguió a nivel institucional cuestiones que me dejaron bastante contento: matrimonio igualitario, reconocimiento de la identidad de género, autopercepción de género. Cuando me sentí satisfecho con eso a nivel institucional, me sentí atraído por otras políticas que estaban siendo atacadas. Por eso salí a la calle. Tanto “El beso urgente” como “La silla de pensar” fueron estrenadas en la calle. La primera en febrero en La Cultura no se achica, frente al Museo Nacional de Bellas Artes, y la segunda en Plaza de Mayo, en abril, cuando se vencían 65 mil contratos de Cultura. Es un disco parido en la calle, en ese vacío que se generó; grabado “en la grieta”. Por eso aparece esa resonancia fantasmática en el audio. Cuando hablan de cerrar la grieta, pienso lo contrario. Las cosas que nos duelen son las que hay que mirar con detenimiento. Uno no se debe hacer el boludo frente al dolor, frente a lo que lastima o lo que nos agrieta. Si algo nos agrieta, hay que mirarlo, a ver qué se hace con eso. No podés decir “bueno, no hay grieta, no hay dolor, no hay problemas”. 
–En “Tan”, de alguna manera, dialoga y contrasta con el Spinetta de “mañana es mejor” y canta “mañana miente”. ¿Por qué?
–Es el pico más manifiesto de juego de espejos político-histórico del disco. En 1973, “mañana es mejor”. Hoy este mañana miente. La letra dice “si cuando nos falta es hoy, ningún mañana es mejor”. Yo necesito satisfacerme hoy, no mañana. No puedo esperar a mañana. Obviamente, en 1973 estaban esperando a Perón, a la vuelta de la nueva política, dejar para siempre atrás las dictaduras. ¿Cómo ese mañana no va a ser mejor? Pero yo necesitaba poner en reacción esa frase para que se haga un juego de espejos y se genere una resonancia. No desdigo a Spinetta. No es faltar el respeto, sino demostrar que se trata de una canción viva y que se la re banca si le sacás una parte. Hagámosle un verdadero homenaje a Spinetta, demostremos que no es una pieza de museo. Si la canción no está para que resuene y se reavive, no está para nada. La canción no está hecha solo para ser cantada, está para ser revisada, manipulada. Yo trabajo mucho con la materia de la música contemporánea. Es muy lindo cuando uno deja de hacer material y provoca materia.
–La idea de eternidad y perdurabilidad, además, goza de mejor prensa que el aquí y ahora, que el presente.
–Porque la gente le tiene un miedo espantoso a la muerte. Son gestos y operaciones para hacernos los boludos de que vamos a morir. No es una cosa trágica: es una verdad que sabemos desde siempre pero que nos llenamos con cosas para no recordarlo. No tengo tiempo para perder, porque me tocan el timbre y me tengo que ir. La gente quiere fijar, quiere permanencia, quiere que al tema le hagan nada, que no lo versionen. Pero no hay nada mejor que avivar ciertas materias, como esa canción de Spinetta. ‘“No hay grieta, no hay muerte, el amor es para siempre”. ¿Cómo no vamos a querer hacernos los boludos?
–Muchas de sus canciones sonaron en La Leona. Pero están construidas con elementos que no siempre se llevan bien con códigos y reglas de la TV. ¿Cómo vio su obra en ese contexto?
–Siempre se ve a esos sitios como lugares de llegada. Hay un prejuicio de suponer que eligen canciones de los artistas, cuando en el 95 por ciento son negocios entre un sello y el productor de la serie o película. Y el músico solo se entera cuando cobra. No fue mi caso. Había un editor musical que hizo un trabajo artístico y eligió canciones mías y de otros. Sabía que tenía que llevar a otro lado esa imagen. La canción no era una mera ilustración, la imagen y la canción construían algo. Nunca me pidieron firmar ningún contrato, y fueron muy respetuosos. Si me negaba a eso era un idiota. La historia de la novela me encantó.
Tras esta presentación, Ferro –junto a Axel Krygier y Carmen Baliero– arrancará un ciclo de seis funciones de homenaje a Alberto Ginastera, en el teatro de La Ribera, el último fin de semana de noviembre y los dos primeros de diciembre. “Estoy trabajando con el coreógrafo Pablo Lugones en Diabólico, la partitura y el mapa, que tiene que ver con la imagen que tengo sobre la invención de la música académica argentina, como gesto patriótico”, adelanta. Además planea la grabación de un disco en vivo junto al pianista Juan Carlos Tolosa, en la Usina del Arte el 18 de diciembre. Y en 2017 saldrá el que está grabando con el guitarrista Sergio Chotsourian, ex Natas. “Es tremendo: dos guitarras españolas y dos voces. Sergio tiene una voz increíble, histórica”.