futuro

Sábado, 23 de marzo de 2002

PáGINA 2 › ARQUEOLOGIA: LOS INGENIOS DE UN PARIENTE DEL HOMO SAPIENS

Pegamento a la Neanderthal

Por Mariano Ribas

Hace casi 30 mil años, ellos quedaron en el camino de la evolución. Y sin embargo, bien podrían haber continuado. E incluso hasta podrían estar aquí, ocupando nuestro lugar. Eran muy inteligentes, inventaron las tumbas y los ritos mortuorios, cocinaban la carne, se organizaban en grupos y eran excelentes cazadores. Pero los Neanderthal desaparecieron. Y el misterio de su “fracaso” evolutivo se acentúa cada vez que se descubre un nuevo y sorprendente detalle sobre su cultura, sus costumbres y sus conocimientos. Ahora la novedad viene del lado de su tecnología: al parecer, el hombre de Neanderthal no sólo construía muy buenas herramientas sino que también utilizaba un pegamento muy resistente para adherir filosas cuchillas de piedra a los extremos de sus lanzas. Una sustancia que, aún hoy, no sería nada fácil de obtener, y que ha dejado con la boca abierta a un equipo de arqueólogos alemanes. El flamante hallazgo del pegamento Neanderthal, lógicamente, ya está dando que hablar.

Hallazgo en las montañas
A fines del año pasado, el arqueólogo alemán Dietrich Mania y sus colegas de la Universidad Freidrich-Schiller, en Jena, estaban explorando unas colinas al pie de las montañas Harz, bastante cerca del centro geográfico de Alemania. Y en una de las excavaciones tropezaron con un par de piezas no del todo llamativas: dos pedazos de resina endurecida y de color negro-amarronado. Sin embargo, cuando las examinaron con un poco más de cuidado, los científicos alemanes notaron algo sumamente curioso: una de ellas tenía la huella de un dedo humano de un lado, y del otro lado, la marca de una piedra y unas cuantas astillas de madera. El otro trozo de resina no mostraba huellas, pero daba toda la impresión de haber sido moldeado a mano. Era extraño, pero, de entrada, el hallazgo no parecía nada espectacular. Sin embargo, daría mucha tela para cortar.

Detectives de la prehistoria
Aparentemente, alguien había estado trabajando con resina. Pero ¿quién, cuándo y para qué? La primera incógnita despejada por los investigadores de la Universidad Freidrich-Schiller fue la del tiempo: a partir de algunas características geológicas del lugar, Mania y los suyos dedujeron que las piezas tenían alrededor de 80 mil años. Por entonces, y tal como lo revelan los registros fósiles, los únicos homínidos que andaban dando vueltas por Alemania eran los Neanderthal. A esta altura, y juntando todas las piezas, comenzaba a asomar una hipótesis bastante razonable: quizás, esa brea era una suerte de pegamento que los Neanderthal habían utilizado para adherir herramientas de piedra a una lanza, o a una flecha. Al fin de cuentas, allí estaban las marcas de la piedra, de la madera y de un dedo que parecía haber presionado a ambas para pegarlas. Un procedimiento sin dudas ingenioso, que hablaba muy bien de la tecnología de estos primos perdidos de la evolución. Pero la cosa era más complicada de lo que parecía.

Un proceso muy cuidadoso
Al principio, los arqueólogos pensaron que la antiquísima brea obtenida por los Neanderthal había sido obtenida a partir del calentamiento de la corteza de pinos. Y eso ya era bastante notable. Sin embargo, unas pruebasquímicas realizadas en el Instituto Doerner, de Munich, revelaron que la resina no provenía de pinos sino de otro árbol: el abedul. De hecho, explica Mania, la resina de pino podría haber servido como masilla, porque no es lo suficientemente dura como para usarla de pegamento. Pero resulta que la brea de abedul es mucho más difícil de producir: sólo se obtiene a temperaturas de entre 340 y 400 grados. A valores más bajos, la brea no se forma. Y si se pasa de los 400 grados, se destruye. “Esto implica que los Neanderthal no obtuvieron esta resina por casualidad sino que deben haberla fabricado a propósito, y sabiendo muy bien lo que hacían”, dice el investigador alemán. Y agrega: “Hoy en día, estas sustancias pueden fabricarse con dispositivos especiales, pero cualquiera que intentara obtenerlas al estilo Neanderthal no le sería nada fácil”.
Una técnica refinada e ingeniosa. Una acción consciente y bien estudiada, probablemente fruto de la experiencia. La historia del
“pegamento a la Neanderthal” parece fortalecer aún más una sospecha creciente e inquietante: la brecha intelectual entre ellos y nosotros no era tan grande. O quizás, y tal como sugieren algunos paleoantropólogos, nunca existió.

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