futuro

Sábado, 29 de junio de 2002

ASTRONOMIA

El asteroide que pasó cerca

Por Mariano Ribas

Hace un par de semanas, una enorme roca espacial pasó muy cerca de la Tierra. Pero nadie se dio cuenta. La mole, de cientos de miles de toneladas, viajaba a 36 mil kilómetros por hora y recién fue descubierta por los astrónomos tres días después de su visita. El reciente caso del asteroide 2002 MN, tal su nombre, no es simplemente uno más en la superpoblada lista de objetos espaciales peligrosos: en realidad es apenas el sexto asteroide registrado que penetró la órbita de la Luna. Y el más grande. La historia de 2002 MN es tan breve como inquietante.
El 17 de junio, el telescopio robot del proyecto Linear, instalado en Nuevo México y destinado a la búsqueda de cometas y asteroides que se acercan a la Tierra, detectó un débil punto de luz en una región del cielo. Y se movía. Inmediatamente, un equipo de astrónomos confirmó que se trataba de un asteroide, al que bautizaron 2002 MN. Al principio, el hallazgo del Linear parecía una simple cuestión de rutina. Pero cuando los datos sobre la trayectoria del asteroide llegaron a manos de Brian Marsden, del Centro de Planetas Menores, con base en Cambridge, se encendió la alarma: tres días antes de su descubrimiento, el 14 de junio, 2002 MN había pasado a sólo 120 mil kilómetros de la Tierra. Menos de un tercio de la distancia que nos separa de la Luna. En términos astronómicos, fue un arañazo. “La verdad es que nos salvamos por un pelo”, reconoció el veterano astrónomo norteamericano.
Según las primeras estimaciones, este asteroide mide alrededor de 100 metros de diámetro. Y aquel viernes 14 de junio se cruzó por delante de la Tierra a 36 mil km por hora. En realidad, no es la primera vez que una roca espacial pasa tan cerca: el caso más notable fue 1994 XM1, que el 9 de diciembre de 1994 pasó a sólo 105 mil kilómetros de la superficie terrestre. Pero sólo medía unos 10 metros. “El asteroide 2002 MN es el más grande de todos los que han pasado tan cerca de la Tierra en varias décadas”, explica Marsden. Un record tan notable como preocupante. Ahora bien: ¿qué habría pasado si las cosas hubiesen sido ligeramente distintas, y en lugar de un encuentro demasiado cercano, 2002 MN hubiese apuntado directamente a nuestro planeta? La respuesta atemoriza: no se podría haber hecho absolutamente nada. Y el impacto podría arrasar con un área de 2 mil kilómetros cuadrados, 10 veces la superficie de la ciudad de Buenos Aires.
En su momento, nadie detectó a 2002 MN porque se acercaba desde la dirección del Sol, ubicándose en una especie de “zona ciega” para el Linear, o para cualquier otro telescopio. Por lo tanto, su descubrimiento tardío es sumamente significativo. Incluso, es probable que en el pasado, no tan lejano, muchas otras rocas espaciales nos hayan rozado sin que nadie las detectara. Aun así, y teniendo en cuenta los parámetros orbitales de los cientos de objetos descubiertos por el Linear y otros programas de búsqueda y seguimiento, en distintas partes del mundo, no parece haber ninguna chance de impacto hasta, por lo menos, el 2050.

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