futuro

Sábado, 19 de mayo de 2007

OPINION: ENFOQUE ECOSISTEMICO PARA EL RIO RECONQUISTA

Cambiar para evitar el cambio

 Por Alba Puig

El 9 de abril pasado, el defensor del Pueblo de la Nación, Lic. Mondino, presentó en conferencia de prensa el Informe Especial “Cuenca del Río Reconquista”. Este Informe es producto del trabajo conjunto de la propia Defensoría, organizaciones no gubernamentales (Fundación Protigre y Cuenca del Plata, Asamblea Delta y Río de la Plata, Fundación Ambiente y Recursos Naturales, Fundación Metropolitana y Cáritas San Isidro) y científicos de varias universidades (Gral. Sarmiento, Luján, Morón, La Plata) y del Museo Argentino de Ciencias Naturales. Como participante de esta última institución, quisiera complementar este trabajo en común (disponible en www.defensor.gov.ar/informes/info02-sp.htm) con el aporte de una mirada más personal orientada desde la ciencia hacia la gestión.

Los límites propios de nuestro planeta, en sus recursos naturales, en la capacidad de sus ecosistemas para absorber perturbaciones, etcétera, resultan cada vez más obvios y evidencian la imperiosa necesidad de adaptarnos a la realidad realizando usos eficientes, responsables y acordes a la vulnerabilidad de cada ecosistema.

Los ambientes acuáticos desempeñan importantes funciones naturales y proveen bienes y servicios para la humanidad: contribuyen a depurar el agua, moderar el clima, controlar inundaciones, a la recarga de aguas subterráneas, retención y exportación de sedimentos y nutrientes, y además son fuente de biodiversidad, de productos aprovechables como la pesca, de valores culturales, recreación, turismo, etc. Muchos de estos beneficios se pierden en ambientes fuertemente degradados, como los ríos Reconquista o Matanza-Riachuelo, que básicamente acumulan y transportan contaminantes.

La evaluación científica del río Reconquista, incluida en el Informe, provee un enfoque metodológico así como una base sólida que permite la comparación con situaciones posteriores resultantes de las medidas de control que se apliquen. Una mejor interacción entre los ámbitos de gestión e investigación facilitaría que, mientras se toman las decisiones más urgentes sobre la base del valioso conocimiento ya generado, se fomente la investigación en temas clave permitiendo mejorar la gestión futura.

La participación en este grupo de trabajo de científicos y ONG junto a profesionales de la Defensoría ha resultado de por sí una valiosa y poco común experiencia. El enfoque ecosistémico, que pone énfasis en el funcionamiento del sistema natural y social, reconoce para una apropiada gestión la necesidad de participación de tres ámbitos claves: político, científico-técnico y social. La aplicación de una gestión ecosistémica para mejorar el estado de la cuenca hidrográfica implica no sólo la intervención sobre factores físicos, químicos y biológicos sino también la regulación de acciones humanas, por lo que se requiere una buena articulación entre especialistas de las ciencias más duras (exactas, naturales) y de las ciencias sociales.

Muchas prácticas de pretendida restauración deterioran el ambiente aún más, en vez de recuperarlo, por lo que se requiere conocer el funcionamiento de un ecosistema para encaminarse apropiadamente hacia su restauración ecológica, como reflexionan los ecólogos españoles Francisco Comín y Regino Zamora.

Con respecto a la cuenca del Reconquista, resulta recomendable optar por una gestión ecosistémica (basada en el funcionamiento) y adaptativa (es decir, que se va modificando según los resultados), que opere a nivel de cuenca, por más que pueda articularse a un nivel mayor (como Area Metropolitana) o se potencie con proyectos regionales en marcha. La experiencia internacional provee sólidas lecciones aprendidas, como el principio de controlar la contaminación lo más cerca posible de donde se genera, evitando su traslado y reconociendo que diluir los contaminantes no contribuye a resolver el problema.

En síntesis, se requiere un sostenido esfuerzo conjunto para dejar de contaminar y limpiar, con el fin de proteger la salud humana, permitir el aprovechamiento de otros usos y evitar afectar los usos de ambientes vecinos, como el Delta o el Río de la Plata. Como se trata de sistemas muy complejos, tanto en lo natural como en lo social, es imprescindible la participación de distintos ámbitos: político (responsables de la gestión a nivel nación, provincia, municipios), científico-técnico (científicos y otros profesionales) y social (pobladores, ciudadanos, ONG, comunidad educativa, etc.), si bien las respectivas responsabilidades son diferentes dependiendo de los roles.

El agua se considera el factor crítico para este siglo: hay mucho por hacer en muy poco tiempo para intentar encaminarse hacia opciones de desarrollo sostenible. Parece oportuno, entonces, citar al prestigioso ecólogo acuático Brian Moss cuando expresa que “es necesario llevar a cabo cambios muy importantes en la ciencia, en las instituciones académicas y en la sociedad si queremos que la hidrósfera y la biósfera retengan los escasos bienes y servicios que aún poseen. La sociedad tiende más a recompensar a los financieramente exitosos que a valorar el trabajo duro y difícil que contribuye al bienestar real de toda la humanidad”.

La doctora Alba Puig es jefa del Area de Ecología del Museo Argentino de Ciencias Naturales (Conicet).

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