La vida cultural del automovil
Rutas de la modernidad cinética
Guillermo Giucci
Colección Las ciudades y las ideas
Universidad Nacional de Quilmes/Prometeo, 239 págs.

Objeto de deseo y de posicionamiento para muchos en el escalafón social durante buena parte del siglo XX, el automóvil es el aparato, el protagonista de esta publicación que desde un comienzo sumerge al lector en un camino, una ruta, donde dejan su huella todos y cada uno de los actores que hicieron posible su creación.

Y el recorrido no es para nada menor. Giucci se propone, con buen tino, barrer los años que hicieron del ascenso de la “automovilidad” (1900-1940) un elemento decisivo de la modernidad, no sólo en cuanto a su utilización específica como sistema tecnológico sino también en la conformación de una nueva sociedad.

El viaje comienza con una pequeña introducción donde el autor construye un paralelismo entre la movilidad, la cinética y la modernidad. Como no podía ser de otra forma, el capítulo I está dedicado a la figura de Henry Ford, padre del automóvil.

“La moda acompañó al desarrollo de la automovilidad, sobre todo en Estados Unidos. Durante la ‘infancia’ del automóvil eran comunes ropas que permitiesen que el conductor saliese a arreglar el coche en cualquier momento.” Este pasaje deja en evidencia la interrelación entre la aparición del automóvil, el advenimiento de las sociedades de masas consumistas y el American Way of Life norteamericano, identidad de un modelo de país.

Un recurso a tener en cuenta son las ilustraciones que se encuentran a lo largo y ancho de este histórico recorrido, oportunas para anclar la mirada y el interés de los lectores, trasladándolos, inclusive, hasta 1936, con la efervescencia de la noche en la mítica calle Corrientes.

Para pensar, el texto termina sus páginas diciendo, en referencia al automóvil, lo siguiente: “Es un objeto privado que afecta el espacio público. Consecuentemente fue un motivo constante de polémicas. Las reacciones ante la automovilidad variaron del entusiasmo más fervoroso al escepticismo y la crítica severa. Fue común el cuestionamiento de la utilidad del automóvil, más en el pensamiento que en la práctica”.