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Sábado, 31 de mayo de 2008

QUEMA EN EL DELTA

No son solamente pastizales

Un estudio del laboratorio de Ecología Regional de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA –apoyado en imágenes satelitales– lanza un toque de atención: hay indicios serios de que el objetivo es hacer agricultura y “pampeanizar” la zona del Delta donde se produjeron los últimos incendios que llenaron de humo pulmones y paciencias.

 Por Susana Gallardo*

No son simples pastizales lo incendiado en el Delta del Paraná. Lo cierto es que se está perdiendo un ecosistema de gran importancia ambiental y socioeconómica, según informan investigadores que trabajan en el área y conocen en detalle todas sus características.

“Se quemaron juncales, que son una vegetación típica de un humedal”, explica la doctora Patricia Kandus, investigadora del laboratorio de Ecología Regional de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Y resalta: “Los efectos más significativos son la pérdida de biomasa vegetal almacenada en el suelo, que tarda un centenar de años en formarse, además de especies de fauna silvestre con importancia económica”.

¿Cómo se sabe que no eran pastizales? “Sabemos qué se quemó porque desde hace años venimos realizando un mapeo de toda la vegetación del Delta, y esos datos, cruzados con imágenes satelitales de acceso libre www.disas

terscharter.org que muestran los focos de incendio, permiten afirmar que se trató de juncales y pajonales”, asegura Kandus, y subraya: “Pero la magnitud de los incendios sugiere que el suelo habría sufrido un fuerte deterioro por quema de la materia orgánica”.

Si bien la Secretaría de Medio Ambiente no dio la cifra oficial de hectáreas incendiadas, se supone, en virtud de las imágenes satelitales, que son más de 160 mil. Esto representaría un diez por ciento de la extensión del Delta (un millón 700 mil hectáreas).

Los pajonales y juncales, además de tener una alta capacidad de fijación de carbono, constituyen el hábitat de especies de fauna como coipos y carpinchos, y un refugio especial para el ciervo de los pantanos, que está en vías de extinción.

LA ZONA DE INCENDIOS SE EXTIENDE 200 KILOMETROS, DESDE EL PUENTE ROSARIO-VICTORIA (AL NORTE) HASTA LOS ALREDEDORES DE LA CIUDAD DE LIMA (AL SUR). EL ANCHO ES DE 80 KILOMETROS.

A FUEGO LENTO

Los incendios son habituales en el Delta, pero localizados y en momentos particulares del año. Los que están destinados a favorecer el rebrote de vegetación para usos ganaderos suelen realizarse a fines del invierno, cuando el suelo está muy húmedo, y se quema sólo el material seco. Son incendios controlados.

Por el contrario, la quema al inicio de este otoño, luego de meses de marcada sequía, resultó en un descontrol del fuego, que se extendió en superficie, por la continuidad de los juncales, y penetró más en el suelo. Esta quema intencional del sustrato es lo que hace temer el ingreso al área de proyectos agrícolas como puede ser la soja.

Cuando un productor quema la vegetación para que entren las vacas, cuida que el fuego no se salga de cauce, por ello tiene en cuenta el viento y la humedad, entre otros factores. Pero éste no fue el caso.

AGUA QUE NO HAS DE BEBER...

“Cuando se dice que un humedal no es productivo, se tiene una visión estrecha de lo que un ecosistema ofrece como bienes o servicios a la sociedad”, señala Kandus. Pero ¿cuál es la importancia de este humedal? “El Delta funciona como amortiguador de la inundación, como una esponja que absorbe agua y es depósito de nutrientes y sedimentos que transporta el río”, explica la investigadora.

El agua permanece mayor tiempo antes de ser vertida al mar, así, queda disponible para su uso por parte de la sociedad, ya sea para fines productivos o de consumo directo. En ese sentido es crítica la importancia de la vegetación herbácea presente, que es la principal responsable en esta función.

Para desarrollar agricultura al estilo pampeano, con la modalidad productiva actual, en el Delta es necesario levantar diques y cerrar la entrada del agua. Para ser rentables, son emprendimientos de gran magnitud, y la suma de varios de ellos provoca impactos acumulativos.

De este modo, se elimina esa esponja; el agua, que ya no puede entrar, sigue su camino rápido al mar, y se pierde como agua dulce, junto con los nutrientes que el río deposita, y que son la base de la fertilidad de la tierra. Es como un banco que atesora nutrientes, semillas y agua dulce. Si se seca para plantar cultivos terrestres, la ganancia sólo es para quienes cosechan los granos, pero la pérdida de un bien invalorable es para todos.

PAMPEANIZAME

Además, destaca Kandus, “esta región presenta una elevada biodiversidad comparada con ecosistemas terrestres vecinos o equivalentes en las mismas latitudes”. La vegetación de los humedales constituye un depósito de carbono que, por las condiciones de humedad del suelo, no escapa a la atmósfera. La inundación hace que la materia orgánica se descomponga de manera lenta, y se acumule como turba.

“Estos incendios sugieren un intento de pampeanizar el humedal para hacer agricultura, algo irracional en un momento en que, en el mundo, los humedales son valorados como un ecosistema prioritario para conservar, en el mismo nivel de importancia que las selvas como el Amazonas”, reflexiona. Los humedales son una reserva de agua dulce y biodiversidad que en este caso se han destruido con fines egoístas.

“Es fundamental realizar una evaluación seria de los recursos naturales y un ordenamiento territorial que compatibilice la oferta ambiental con los usos productivos de manera sustentable”, concluye Kandus.

* Centro de Divulgación Científica, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, UBA.

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