futuro

Sábado, 20 de abril de 2013

UN HOMENAJE CINEMATOGRáFICO A TURING

Rompiendo códigos

En el marco del Semestre en computabilidad, complejidad y azar organizado por el laboratorio de Computación de la UBA, el laboratorio Infinis y representantes de varias universidades internacionales, se estrenó la película Codebreaker, una biografía fílmica del gran matemático Alan Turing.

 Por Ignacio Uman

Con gran expectativa del público, el 10 de abril se proyectó la película Codebreaker, drama documental sobre la vida y obra del genio matemático inglés Alan Mathison Turing. El film se exhibió en estreno exclusivo en Argentina, en el Aula Magna del Pabellón 2 de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, donde concurrieron alrededor de doscientos espectadores, en su mayoría graduados y estudiantes de ciencias exactas.

Esta actividad se realizó en el marco del Buenos Aires Semester in Computability, Complexity and Randomness 2013, un semestre de investigación y cooperación científica en temas de azar, organizado por la UBA, el Laboratorio Infinis y representantes de diversas universidades internacionales.

Antes de la proyección, Juan Carlos Reboreda, vicedecano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales; Diego Fernández Slezak, director del Departamento de Computación, y Antonio Montalbán, organizador internacional del Buenos Aires Semester CCR 2013, proveniente de la Universidad de California, Berkeley, pronunciaron unas palabras de bienvenida, destacando que se pueda difundir una película inédita en el ámbito de la facultad. La presentación estuvo moderada por Verónica Becher, la organizadora local del Buenos Aires Semester CCR 2013, e investigadora del Conicet.

Imágenes de una vida agitada

Codebreaker (Descifrador de códigos), es una interesante apuesta del séptimo arte sobre la vida de uno de los científicos más relevantes del siglo XX. Fue realizada en el año 2011, dirigida por la ganadora del Emmy Clare Beavan, en una coproducción de Story Center Productions, Furnace y Channel 4.

El argumento transita por los altibajos de Turing, sus extraordinarias ideas científicas y la persecución del gobierno británico debido a su homosexualidad, hasta llegar a su trágica muerte, en 1954. En este recorrido biográfico, el film intenta reconstruir el mundo interior de Turing durante sus últimos 18 meses de vida, mediante conversaciones cara a cara entre el brillante matemático y su terapeuta Franz Greenbaum. La crudeza de ese diálogo deja entrever los momentos clave de su historia personal y las presiones que podrían haber contribuido a su suicidio.

Más allá de sentar las bases de la computación moderna, la obra de Beavan deja en claro cómo Turing rompió otros códigos que no eran los de la propia academia: de niño creó un laboratorio en el sótano de su casa, a los 16 años ya discutía con los escritos de Einstein; desprolijo y excéntrico, en ocasiones se dejaba el piyama debajo de su ropa. Si tenía gripe usaba una máscara de gas y era muy desconfiado de los bancos, razón por la cual, en lugar de ahorrar en efectivo, compró lingotes que enterró en el jardín y nunca pudo encontrar, entre otras notas de color de su vida.

Alan Mathison Turing (1912-1954) fue un deslumbrante matemático inglés, catalogado hoy como uno de los padres de la computación, precursor de la informática moderna y héroe de guerra condecorado con la Orden del Imperio Británico. La famosa “máquina de Turing” tuvo un papel fundamental en toda la teoría de la computación y la cibernética, aunque él nunca fue consciente de esto.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Turing tuvo una participación crucial para descifrar los códigos de la máquina Enigma, que utilizaban los alemanes en sus comunicaciones militares marítimas secretas, y demostró que las matemáticas podían salvar millones de vidas. Años después diseñó una de las primeras computadoras electrónicas programables, en el Laboratorio Nacional de Física del Reino Unido, que fue precursora de la primera computadora científica argentina. Siempre afincado en Manchester, Turing se dedicó luego a la biología matemática, elaborando el concepto de la morfogénesis. Y más tarde creó una nueva disciplina, la “inteligencia artificial”. Pero pocos se enteraron de su obra en esa época.

Reconocimientos tardíos

La vida de Turing está fuertemente marcada por un reconocimiento insuficiente y tardío así como por la persecución y humillación pública. Nunca el gobierno británico ni la comunidad científica internacional reconocieron, en vida, sus aportes. Todo lo contrario, su país fue completamente ingrato con él. A principios de la década del ’50 fue procesado por el cargo de “homosexual” y se le dio a elegir entre la prisión y la libertad condicional, sujeta a un tratamiento con hormonas para “reducir su libido”. Para evitar la prisión, Turing aceptó este brutal e inhumano tratamiento, pero se le quitó la autorización de seguridad y todo se hizo público. Su aislamiento social fue tremendo. Profundamente afectado, en 1954 se quitó la vida con cianuro. Dejó al lado una manzana mordida, en alusión al cuento de Blancanieves y los siete enanitos.

55 años después, más precisamente en el año 2009, el primer ministro laborista Gordon Brown pidió disculpas por la forma en que Turing había sido tratado. “Te merecías mucho más”, decía el comunicado del gobierno británico. Luego de la conferencia “Alan Turing Year-2012 Turing Centenary”, que se realizó en junio de 2012 en Cambridge, celebrando los cien años de su nacimiento, Turing pasó a tener un reconocimiento adecuado tanto dentro como fuera del ámbito académico. Actualmente, el premio más importante de la computación mundial lleva su nombre y se lo ha catalogado como una de las personalidades más importantes del siglo XX.

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Escena de la película Codebreaker.
 
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