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Sábado, 16 de agosto de 2014

MEMORIAS PARA UN ESCRITOR CIENTíFICO

Comunicador como ninguno

 Por Jorge Forno

En los primeros años de la década del noventa supe que había un tipo en la radio –para mí por entonces desconocido– que era capaz de mezclar la ciencia y la literatura para explicar magistralmente el funcionamiento de una célula o recitar un curioso poema para describir el proceso de la fisión nuclear. Al poco tiempo y de tanto escucharlo tenía claro que el tipo que me deslumbraba con sus apariciones radiales se llamaba Leonardo Moledo.

Más tarde descubrí que, desde las páginas del suplemento Futuro, Moledo podía hacer deliciosas crónicas de los más intrincados asuntos científicos. O también transformar problemas filosóficos o matemáticos en enigmas policiales de la mano del Comisario Inspector Díaz Cornejo y sus diálogos con el analítico Kuhn. Ya que hablamos de Kuhn, pienso en el concepto de revoluciones científicas y trazo un paralelismo con la revolución comunicacional gestada por Moledo, que con su estilo particular marcó un antes y un después para la divulgación de la ciencia y la tecnología.

En la Universidad Nacional de Quilmes disfruté de sus cualidades de docente, me deleité con sus impecables clases en las que abundaban referencias a la ciencia antigua y a los avances más recientes en una puesta en escena de infinita elegancia. Aprendí a vivir un “clima de redacción”, a correr contra el reloj con el frenesí del cierre de una publicación mientras él recorría la sala de computación con aires de editor cabrón y apurado. En eso estaba cuando un día me propuso escribir en Futuro. Como dice el tango, para mí fue cumplir el sueño del pibe. Leonardo fue un poco mi padre periodístico, un crítico sutil y preciso y un maestro insustituible y entrañable.

El poeta científico de la radio, el creador de los acertijos filosóficos y matemáticos, el que comunicaba la ciencia como ninguno, nos dejó prematuramente. Queda su obra, en la que seguirá cantándoles a los átomos, entrevistando científicos con su jinete hipotético o develando misterios con el Comisario Inspector y Kuhn. En lo cotidiano, nosotros –sus lectores, compañeros y amigos– lo vamos a extrañar. Hasta siempre, Maestro.

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