futuro

Sábado, 6 de septiembre de 2003

ROBóTICA: ASIMO, EL ANDROIDE MáS AVANZADO DEL MUNDO

Historias de robots

Por Federico Kukso

Bastaron unas pocas palabras para dejar a todos los presentes con la boca abierta: “Mucho gusto, señor primer ministro. Soy robot y embajador de buena voluntad”, dijo en perfecto checo el robot Asimo al estrechar la mano del jefe del gobierno checo, Vladimir Spidla, durante un banquete ofrecido hace dos semanas en Praga en honor al primer ministro japonés, Junichiro Koizumi. El lugar lo ameritaba. Después de todo fue un checo, el escritor Karel Capek, quien acuñó en 1920 por primera vez la palabra robot (del checo robota, que puede traducirse como siervo o esclavo) en su obra R.U.R. (Robots universales de Rossum).
En la cena, Asimo (siglas de Advanced Step in Innovative Mobility, aunque su nombre involuntariamente se asocia con el del prolífico escritor de ciencia ficción Isaac Asimov), fabricado por Honda, hizo de las suyas: comenzó a pasearse entre los asistentes, contó chistes y pidió un brindis.

PASO A PASO
Asimo es toda una estrella. Y tiene méritos para ostentar: es el robot humanoide más avanzado del mundo. Con sólo 120 cm de altura y 45 cm de ancho, Asimo es un robot autónomo y amigable capaz de hacer lo que muy pocos robots pueden: caminar “a la humana”. Eso no es todo: también reconoce voces y obstáculos, sube y baja escaleras y habla en base a las órdenes recibidas.
La primera versión fue presentada el 31 de octubre de 2000 y era el resultado final de una investigación iniciada en 1986 por el Centro Waki de Investigación y Desarrollo de Honda (Japón). Por entonces, el principal problema a sortear era cómo hacer que unas piernas metálicas pudieran imitar el caminar humano. Así surgió el primer prototipo: el E0. Sólo le tomaba entre 5 y 20 minutos mover una pierna en línea recta. En 1987 llegaron los E1, E2 y E3, cuyos movimientos empezaban a emular el caminar humano. Ocurre que aunque parezca algo bastante fácil, caminar engloba cientos de movimientos específicos y coordinados. Los pies deben ser acompañados por el balanceo de brazos, cadera, hombros, cabeza y columna que deben moverse en sincronía para mantener el equilibrio. La serie continuó en 1991 con los robots E4, E5 y E6 que ya podían caminar más rápido, subir escaleras, levantarse del piso e inclinarse. Eso sí: seguían gozando de una apariencia bastante “robótica”. Recién en 1993 apareció P1, y con él los androides ganaron una apariencia más humana con tronco, brazos y cabeza.
Asimo, que es francamente mucho mejor que sus predecesores, por ahora no está a la venta, sólo se alquila por la módica suma de 150 mil dólares al mes. Honda los viene paseando por cuanta demostración publicitaria de robótica haya. “Los”, porque en realidad no hay uno solo sino 20 en el mundo, todos ensamblados a mano a un costo que ronda el millón de dólares.

Amores perros
Ultimamente, el campo de la robótica está bastante peleado. La gran competidora de Honda es ni más ni menos que Sony, la misma compañía que en 1979 inventó el walkman. La empresa fundada por Akio Morita y Masaru Ibuka luego de la Segunda Guerra Mundial (y cuyo primer producto fue una olla eléctrica para hacer arroz) tiene como su robot-estrella a un perro llamado AIBO (por Artificial Intelligence roBOt). Es autónomo, puede darse vuelta después de caerse, aprende con el tiempo y hasta es capaz de reconocer algunas voces. También mueve las orejas, la cola, se muestra contento o triste y puede reconocer su propio nombre. Viene en plateado, dorado, o negro (cuesta entre 1799 y 2199 euros).
Pero si de caninos-robóticos se trata, otro de los que sobresale es i-Cybie que también es interactivo y está compuesto de 1400 partes y 30 metros de cable. La empresa china Sirlverlit Electronics que los vende ya lo promociona como “la mascota ideal del siglo XXI que tiene todo el amor y hospitalidad de un perro verdadero, pero sin los insoportables quejidos”. Podría agregarse que tampoco se los tiene que sacar a pasear.

Del Golem a C3PO
Los robots, en verdad, hace rato que llegaron. Y están en más lados de los que se cree. Desde 1950, cuando empezaron a fabricarse los primeros transitores y circuitos integrados, se los puede encontrar en fábricas de automóviles donde ensamblan y pintan puertas y capots. También los hay en embotelladoras y fábricas que requieren tareas repetitivas y de precisión. Pero se los ve con más seguido cuando se trata de desactivar bombas o a la hora de introducirse en algún volcán, sin olvidar los robots-astronauta que viajan a otros planetas.
Aunque los robots cobraron forma recién hace 50 años, circulan como idea desde hace siglos. Por ejemplo, el gran Homero (el poeta, no Homero Simpson) mencionó una de estas creaciones inanimadas, en su caso hecha de oro y que oficiaba de ayudante de Hefaístos, el dios griego de los metales. Los judíos tienen entre sus leyendas a los famosos Golems, sirvientes de barro que cobraban vida con un encantamiento. Hasta Leonardo Da Vinci pensó en ellos: en 1495, dibujó los planos para construir un hombre mecánico. El “hombre nuclear”, la “mujer biónica” (de existir en la realidad, claro) tendrían allí su origen.
Algunos científicos bastante optimistas como Hans Moravec de la Universidad Carnegie Mellon (Estados Unidos) esperan que los robots realmente empiecen a asombrar (como si hasta ahora no lo hicieran) en las décadas que se avecinan. Para eso Moravec alude a la llamada Ley de Moore que pronostica que cada 18 meses se duplica la capacidad de los microprocesadores.
Comparando su inteligencia con la de los animales, Moravec ya imagina cómo van a ser los androides de los próximos años. Así, las actuales computadoras hogareñas que pueden llevar a cabo 1000 MIPS (millones de instrucciones por segundo) estarían a la altura de los insectos. Para el 2010, las máquinas alcanzarían –siempre siguiendo al pie de la letra la Ley de Moore– los tres mil MIPS y su inteligencia sería equivalente a la de una iguana. En 2020, los cien mil MIPS y estarían a la par de los ratones. Para 2030, tres millones de MIPS e igualarían a los monos. Recién en 2040, los robots alcanzarían el nivel de inteligencia humana (cien millones de MIPS): podrán hablar y entender el discurso, pensar creativamente y anticipar los resultados de sus acciones (muy similares al famosos C3PO de La guerra de las galaxias).
Para entonces, Asimo quizás sea lo que para nosotros son los cavernícolas y se lo entrone como el prototipo que emprendió el sendero evolutivo, al menos artificialmente.

Compartir: 

Twitter

 
FUTURO
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.