futuro

Sábado, 10 de diciembre de 2005

LIBROS Y PUBLICACIONES

El hombre postorgánico

 Por Federico Kukso

Cuerpo, subjetividad y tecnologías digitales
Paula Sibilia
Fondo de Cultura Económica, 272 págs.

La complejidad del mundo se proyecta en múltiples direcciones y a veces encuentra cauces insospechados. No basta con plasmarse en los choques culturales, políticos y económicos cotidianos que azotan al globo, o en la simultaneidad y en los cruces de tendencias que se acumulan y acumulan hasta que un día detonan. También lo hace a un nivel más íntimo, casi molecular, a través de esa segunda piel, ubicua y despóticamente necesaria que es la tecnología, extensión sinuosa y cara visible de la tecnociencia. Los modos de filtración son tan efectivos que su caballito de Troya pasa desapercibido y se hunde en la anonimia a través de la operación suprema del camuflage: la naturalización.

En una época en la que la teleinformática y la biotecnología, de la mano de la digitalización totalizante, se volvieron universales y dominantes –a tal punto de ofrecer realidades y espejitos de colores (supresión total de las distancias, de las enfermedades, del envejecimiento o ni más ni menos de la muerte)– una lectura que se corra de la velocidad intrínseca de los hechos y cuestione las bases filosóficas sobre las que estas tendencias se levantan, se vuelve si no imperativa, al menos necesaria. Tal mirada cuestionadora la ofrece la antropóloga argentina Paula Sibilia en El hombre postorgánico: cuerpo, subjetividad y tecnologías digitales en el que realiza lisa y llanamente una vivisección del presente tecnológico. Sin ser un libro de filosofía de la técnica en el sentido estricto, sino más bien un ensayo interdisciplinario en el que se prima la mirada oblicua, desnaturalizante, y que pone en suspenso las creencias supuestamente incuestionables que alimentan al Homo tecnologicus moderno, la autora reflexiona acerca de la influencia que ejercen la ciencia y la técnica (en particular la biología y la computación) en la configuración de la realidad en que vivimos: desde la imagen del cuerpo a los tipos de subjetividades que sedimentan.

Apoyada principalmente en autores como Michel Foucault y Gilles Deleuze (y en menor medida en Paul Virilio), la columna vertebral de la argumentación de Sibilia consiste en analizar las metáforas que circulan y circularon en cada época (el mundo como reloj, el ADN como el libro de la vida) y en especial los “modos de ser” humano impulsados por la técnica dividiendo el desarrollo científico en dos momentos o lógicas: una tradición “prometeica” –que consiste en la confianza ciega en el progreso, en doblegar técnicamente a la naturaleza, mejorar las condiciones de la vida y apuntando al bien común de la humanidad– y una vocación “fáustica”, la comprensión de los fenómenos para ejercer la previsión y el control, la apropiación ilimitada de la naturaleza, más acorde al capitalismo.

Sibilia no cae en el lugar común de buscar el culpable de todos los males de nuestra época, sino que opta mejor por poner al desnudo el esqueleto actual de la racionalidad instrumental y las articulaciones políticoeconómicas en estos tiempos “post” (postindustriales, postevolutivos, postorgánicos, posmodernos), (re)situando a la técnica en el corazón de los debates filosóficos actuales, sobre todo si se entiende que la historia de las civilizaciones es justamente la historia de su técnica.

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