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Sábado, 14 de febrero de 2004

NOVEDADES EN CIENCIA

Novedades en ciencia

NewScientist
Ping-pong para las avalanchas
La experimentación está en la base de la ciencia. Y si en el ínterin se logra dar con la forma de prever lo impredecible, mejor. Las diversas manifestaciones de la naturaleza entran de lleno en esta categoría y lo demuestran a su antojo de vez en cuando. Así ocurre con las temibles avalanchas de nieve que cada año matan a miles de escaladores –en zonas como los Andes, el Himalaya, Alaska y los Alpes–, sepultando todo lo que encuentran en su camino.
Los científicos han probado con casi todo para entender el cuándo, cómo y porqué de estos helados aludes. El problema, básicamente, gira alrededor de ver cómo millones de inestables partículas reaccionan al unísono empujadas en una reacción en cadena iniciada por movimientos sísmicos o por fenómenos producidos por el ser humano. Así, la cosa consiste en encontrar un elemento que sea liviano como un copo de nieve, que actúe como tal y que, a la vez, pueda ser controlado en un laboratorio (mejor dicho, que en el medio no mate a nadie). El inglés Jim McElwaine (Universidad de Cambridge) y el japonés Kouichi Nishimura (Universidad de Hokkaido) aseguran haberlo encontrado: pelotitas de ping-pong.
Las simulaciones son magnánimas: los científicos dejaron caer algo más de 550 mil de estas pequeñas esferas en una rampa de ski japonesa y con la información (velocidad, dirección) recogida por cámaras y sensores de presión de aire conectados a potentes computadoras, armaron un modelo matemático –aún bajo estudio– con el que presumen van a poder predecir -anhelo de todo científico– la naturaleza.
“Nos sorprendió que un fenómeno tan complejo pudiera ser explicado con una teoría relativamente simple”, afirmó McElwaine, que ahora dirige una serie de nuevos experimentos –pero esta vez con nieve real– en el Instituto Suizo de Investigación de Avalanchas. Puede que le tome varios años perfeccionar los modelos matemáticos y llevarlos a la práctica -construcción de defensas adecuadas, implementación de programas de evacuación–, pero, como la naturaleza, McElwaine se está convirtiendo en maestro en cultivar un admirable don: paciencia.

 

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