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Viernes, 3 de diciembre de 2004

RAMOS GENERALES

Literatura para pederastas

En México, la ultrapromocionada última novela de Gabriel García Márquez está alimentando una campaña interpartidaria de mujeres dispuestas a lograr que Memoria de mis putas tristes sea retirada de la venta por constituir apología de los pederastas y la explotación sexual infantil. En el Foro sobre explotación sexual infantil comercial y no comercial de la Cámara de Diputados, la diputada Angélica de la Peña (del Partido de la Revolución Democrática y presidenta de la Comisión Especial de la Niñez, Adolescencia y Familias) explicó que el objetivo es que nadie compre el volumen que, al exaltar una relación sexual entre un señor de 90 años y una chica virgen de 14, fomenta la violencia de género. En el mismo acto, la investigadora de la UAM Aztapotzalco, Laura Salinas, denunció la “enorme ineficiencia del sistema de justicia” mexicano a la hora de defender los derechos de las mujeres y de los niños, ya que, por ejemplo, la ley federal contra la delincuencia organizada no atiende la industria del turismo sexual y la trata. Las niñas, acotó la diputada Marcela Lagarde (que preside la Comisión Especial Sobre el Femicidio en México), son las personas “más invisibilizadas del país”, a tal punto que no son mencionadas como víctimas de los femicidios, aunque hay varias de ellas entre las asesinadas en Ciudad Juárez, todos casos, recordó, en los que están involucrados el tráfico y la explotación sexual. Todo lo cual nos lleva de vuelta al inicio: la demanda de que deje de venderse una novela que ensalza la relación entre la adolescente virginal prostituida y el señor de 90 como una historia de amor (algo, por cierto, que nadie pareció cuestionar) cuando el tráfico sexual de niñas es una realidad atroz y dolorosa.

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