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Todo esto comenzó el 19 de diciembre. Personalmente, yo me acuerdo que estaba escuchando el discurso del ex presidente de la Nación, De la Rúa, y exploté cuando declaró el Estado de sitio. Me acuerdo que empecé a golpear las cacerolas. No sé por qué lo hice ni puedo explicar cómo empezó, pero a los cinco minutos había gente golpeando en sus casas y a los 10 estábamos en la calle. Y empezamos a cortar el tránsito, a quemar la basura, cosa que antes era más bien de los piqueteros. Era increíble. Marchamos a Plaza de Mayo como todo el mundo. Cuando nos dimos vuelta, vimos detrás la calle Defensa llena de un montón de gente, no me lo olvido más. Uno forma parte de la historia con eso. Creo que fue como la gotita que rebalsó el vaso. Está bien, tardamos 25 años, pero no importa, igual vale la pena. Después, durante el 20, sabemos lo que pasó.
Nosotros, en San Telmo, trabajamos con el trueque desde hace mucho tiempo, y también con la gente. Yo hace siete años que vengo interviniendo en asociaciones de vecinos. Impedimos que enrejaran el Parque Lezama, trabajamos en la Comisión de Derechos Humanos de San Telmo, con la colonia para los chicos. De ese modo uno va sabiendo las necesidades de su barrio. Los primeros días de enero nos juntamos con un grupo de vecinos para armar una asamblea, porque se veía que era necesario. La gente enseguida vino: clase baja, clase media e incluso clase media tirando a alta. Empezamos a trabajar, a organizarnos, a ver qué necesidades había, a marchar como todos. Cortábamos todos los jueves Independencia y Defensa. Ya no era un cacerolazo, era un piquete. Ese sector del barrio es la zona más carenciada, hay hoteles municipales, casas tomadas, departamentos alquilados de los que se deben meses de alquiler. Yo hace dos meses que no pago el alquiler ni expensas porque no cobro el sueldo, aunque tengo que seguir trabajando.
Empezamos a organizarnos. Como ya tenemos un relevamiento por el tema del trueque, teníamos datos de gente que estaba al borde de la desaparición, que no tiene ni para comer. Entonces, ya en la segunda reunión empezamos a crear comisiones: de Desocupados, de Prensa y difusión, de Gestión –encargada de hablar con el Gobierno de la Ciudad–, de Salud, de Prensa barrial –distribución de volantes, poner una mesa y hablar con la gente–. La Comisión de Desocupados se creó con el concepto de que todos los que participen deben ser desocupados del barrio porque nadie sabe mejor que ellos la situación que pasan, y quién está peor que el otro. Se nos ocurrió un número: pedir mil bolsones de comida y mil planes Trabajar. Pedimos una reunión, a través del director del CGP número 1, con Educación y Promoción Social de la Ciudad. Lo hizo, fuimos, y nos pidieron un listado de las cien familias más carenciadas del barrio, con la intención, sospecho, de que no la tuviéramos. En una semana la hicimos, dando prioridad a las jefas de hogar con mucha cantidad de hijos; la presentamos a tiempo y nos concedieron 108 bolsones de comida y 108 planes Trabajar. Fue la misma comisión la que se encargó de repartirlos. Como la comisión hace todo, entonces no hay nadie que pueda decir “esta comisión está manejada por...”. Y conseguimos que reabrieran comedores: la escuela 26 y la número 1. En una hay lugar para 300 chicos, que se completó todo; y en la otra, que es para 400, está a punto de completarse. Y también pueden ir las madres embarazadas a comer, y si hay lugar, también los menores de 4 años (porque la escuela es para chicos de entre 4 y 13). Esa es la única comida durante el día para esos chicos. Ahí surgió la comisión de Madres, que se encarga de supervisar el trabajo del Gobierno de la Ciudad y la concesionaria que lleva la comida. Estamos intentando que loschicos sin doble escolaridad, que generalmente no comen en la escuela, también tengan asegurado su almuerzo, y que el comedor funcione los fines de semana. También pedimos una guardería, lo que se denomina jardines maternales. Nos pidieron también, en una semana, un listado. Deben haber esperado 40, 50: llevamos un listado, para empezar, de 200 chicos entre 45 días y 5 años. La mayoría de las madres no trabaja, van al trueque y son desocupadas. El problema es que la mujer que no trabaja tiene que hacer changas, entonces la hija mayor o el hijo mayor pierde su escolaridad para cuidar a sus hermanos menores. Para evitar eso, pedimos la guardería. Ahora tenemos que armar un listado de chicos de 13, 14 años para una beca de secundario. También conseguimos una mutual, que nos va a dar remedios genéricos, que son más baratos. Tenemos psicólogos, abogados, sociólogos, arquitectos, médicos que se ofrecieron a trabajar. Hay un vecino que tiene mucha plata, que se acercó a la asamblea y dijo: “Yo no quiero militar, pero tengo plata, pongo la plata a disposición de ustedes”. Entonces, creamos la comisión de microemprendimientos, que vamos a empezar con facturas y pastas. Otro vecino, dueño de un teatro del barrio, nos regaló 50 entradas por función; son 150 chicos por día que pueden ir gratis al teatro.
Nosotros estamos de acuerdo con las propuestas de la Interbarrial, pero pensamos que si no construimos una base sólida, toda la construcción que va para arriba se cae sola. En cambio, si la base es sólida, toda la construcción se levanta sola. Hay mucha gente con ganas de participar, de hacer algo más que marchar. Pedimos esos bolsones de alimento y esos planes Trabajar para paliar una urgencia, algo inmediato, pero no nos interesa eso. La gente nuestra se está cagando de hambre, es una realidad. Queremos salud, educación y trabajo dignos de un ser humano. Lo exigimos. Y ya estamos trabajando para lograrlo. Nos van a tener que escuchar. No llevamos dos meses todavía, y tenemos muchas cosas por delante. La gente se tiene que concientizar de que si no reclaman ellos mismos sus derechos, nadie los va a reclamar por ellos. Entonces llegó el momento justo para empezar a organizarse y a reclamar lo que nos corresponde. El trabajo en conjunto es la única manera de sacar las cosas adelante. Individualmente no se podría lograr.

* Integrante de la asamblea barrial de San Telmo