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Viernes, 18 de septiembre de 2015

JUSTICIA

Quiero vivir con vos

Andrea Vázquez denunció violencia familiar. La respuesta fue la menos esperada: el 2 de octubre de 2012, once integrantes de fuerzas de seguridad se llevaron a sus tres hijos de su casa y de la escuela por una orden de reversión de tenencia. En estos tres años sólo los pudo ver en juzgados y shoppings, acusada de Síndrome de Alienación Parental (SAP) por tribunales de Lomas de Zamora. Su caso es emblemático de la revancha de la Justicia contra las madres que denuncian. La revinculación estaba cerca cuando le avisaron que su hijo menor, de seis años, tenía un tumor y lo debían operar. Y su hijo de 13 años la llamó para que lo fueran a buscar con todas sus cosas porque quería vivir con ella. El nuevo Código Civil avala su autonomía.

 Por Luciana Peker

“Me caí de rodillas, no lo podía creer”, cuenta Andrea Vázquez sobre el reencuentro con su hijo, de 13 años, que la llamó para que lo fuera a buscar y se llevó ocho bolsas con todas sus cosas desde las carpetas de la escuela hasta sus medias. Andrea le preparó milanesas que tenía en la heladera como si lo estuviera esperando y le cantó canciones y le susurró cuentos a la noche en la que lo volvió a dormir como si en los tres años que los separaron la noche se hubiera extendido infinita y el insomnio recargado de fantasmas necesitara acunar la adolescencia.

Andrea denunció violencia familiar por parte de su ex marido. Y la respuesta de la justicia no fue la que esperaba, sino todo lo que no esperaba que le pasara en la vida: que le quitaran a sus hijos. Su historia también tiene un efecto negativo en la lucha contra la violencia de género, ya que hace esperar para denunciar a muchas otras mujeres por miedo a la misma represalia que sufrió Andrea: la separación de los que más aman.

El 2 de octubre del 2012 un operativo con once integrantes de fuerzas de seguridad irrumpió en la casa de Andrea, en el sur del conurbano bonaerense, mientras ella trabajaba como médica, para cumplir con una orden de reversión de tenencia. La justicia de Lomas de Zamora consideraba que los tres hijos necesitaban desprogramarse de madre y la forma de recetear la maternidad era sacándolos de su hogar y prohibiéndoles el acercamiento con Andrea. Sus tres hijos tenían 3, 10 y 11 años. Hoy ya tienen 6, 13 y 14 años. No hay forma de volver atrás el tiempo lejos, la infinidad de veces en que la puerta abierta solo mostraba vacío y las puertas cerradas de los tribunales bloqueaban la posibilidad de encuentro. “Mi mamá no está muerta, no entiendo por qué no puedo verla”, se quejó uno de sus hijos. La Justicia no lo escuchó. Pero, después de tres años, y con la adolescencia en marcha, el miedo es más difícil de atar. Su hijo del medio directamente le pidió que lo buscara para volver a vivir con ella. “Los niños jamás dejaron de manifestar su voluntad de verme y de estar conmigo pero la justicia jamás los escuchó hasta que él se canso de esperar que la justicia lo escuche”, resalta Andrea. A ella la llegaron a meter presa por pedir justamente que se atienda a su hijo que contaba su angustia en el colegio. La justicia recién la absolvió de desacato a la autoridad el viernes 11 de septiembre. “No se puede borrar una mamá presente que está bien dibujada en el corazón de los chicos. Podrán torturarlos, amenazarlos, hacerlos sufrir y decir que los desintoxican, pero vos regás una semilla y eso florece”, subraya sobre su reencuentro recargado de abrazos, nostalgias y futuro.

“Hubo tres años de intento de aniquilación del vinculo materno, pero en los pocos momentos que se producían encuentros uno sentía que el lazo no estaba roto”, sostiene el abogado Juan Pablo Gallego. El considera que un chico de 13 años está avalado por el nuevo Código Civil a decidir ir a vivir con su mamá. “Es una decisión libre y voluntaria y con fundamento normativo en el artículo 9 de la Convención de los Derechos el Niño que establece el derecho de una relación familiar a salvo de intromisiones ilícitas y el nuevo Código Civil en el artículo 26 pone énfasis en que desde los 13 años existen el grado de madurez suficiente en el que no puede ser reprochable pedir ir a vivir con su mamá”, explica.

Más allá de la alegría de este primer reencuentro, el objetivo de Andrea es volver a ver y a vivir con sus tres hijos. El último día que los vio a todos fue en una cita de gris en tribunales. Pero ella decidió llevar un mantel y repartir café, yogurt y té de frutos rojos entre los gustos de cada uno con variedad de galletitas y cereales para un desayuno que desmarque el afecto de los expedientes. Después de eso, parecía que la revinculación no podía tardar mucho más. Pero llego una noticia inesperada. Le avisaron que su hijo menor, de 6 años, iba a ser operado de un tumor óseo. Ella no podía verlo, cuidarlo, ni ver su historia clínica, ni hablar con los médicos. Finalmente fue al consultorio de quien iba a operar a su hijo que –sorpresivamente- nunca había visto personalmente a su pequeño paciente. La desesperación no la paralizó. Corrió hasta llegar a tiempo para pedir explicaciones por la salud de su hijo y, aunque todavía no tiene precisiones, las incongruencias le generan sospechas. El 5 de septiembre se iba a realizar una operación que ella frenó hasta que no se supiera cuál era el diagnóstico y el tratamiento. También propuso una consulta con especialistas en el Hospital Británico –el 16 de septiembre– pero nadie llevo al niño a la cita.

Gallego apunta: “Los juzgados de Lomas de Zamora se excusan, manifiestan amistad con la otra parte. Por eso está interviniendo la Sala III de la Cámara Civil de Lomas de Zamora que tenía que decidir cual era el camino de vinculación de los chicos con Andrea ante la negativa de la otra parte (el progenitor). Hace una semana nos enteramos que lo iban a operar por un tumor cerebral. El progenitor se niega a presentar la historia clínica y habían determinado una operación lo iban a operar en la clínica Bazterrica un médico que ni siquiera había visto al niño. Queda al descubierto que había una intervención falsa con la especulación de postergar la revinculación por unos meses con la locura de que estos tres chicos no tengan mamá”, denuncia Gallego.

La decisión de separar a Andrea de sus hijos provino de Enrique Quiroga, María Silvia Villaverde y Roxana de los Ríos que enfrentan un pedido de juicio político. El Jurado de Enjuiciamiento votó la apertura del jury. Un paso importante para que, ante una denuncia, la justicia no sea aún peor que la violencia. Andrea ya puede abrir la puerta del cuarto sin encontrarse con el vacío. Pero todavía falta que pueda abrazar a sus tres hijos juntos.

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Imagen: Constanza Niscovolos
 
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