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Viernes, 13 de febrero de 2004

LEGALES

en Pampa y la vía

A la hora del amor apasionado y sin libreta, muchas mujeres caen en la trampa de creer que las asisten los mismos derechos que a las casadas, por el hecho de convivir durante años. Si la ruptura se produce, descubren su absoluta orfandad legal. Pero hay maneras de prevenir una situación realmente injusta.

Por Gimena Fuertes

Alta, rubia y tostada, María de los Angeles lleva sus 61 años con uñas esculpidas en blanco que exhiben un glamour de otra época. “Es lo único que me quedó”, se ríe irónica. Vivió con “él” durante 26 años y nunca se casó. “Porque él no quería, decía que así estábamos bien. Y así me parecía a mí”, asegura. Todavía no lo entiende. Ella tenía marido y muchas otras cosas. Al menos eso creía ingenuamente, mientras dejaba que él manejara todo, empezando por las cuentas bancarias. Ahora sólo tiene dolor de cabeza.
“Mujeres que han vivido en pareja por muchos años, en un aparente matrimonio, llegan de pronto a la separación en la madurez y se encuentran con que nada de lo que pensaban que tenían les pertenece legalmente”, comenta Norma Fornaciari, abogada especialista en Derecho de Familia que recibe muchos de estos casos en Lugar de Mujer, una Organización No Gubernamental destinada a tratar temas de violencia y maltratos contra las mujeres.
Fornaciari afirma que existe una creencia generalizada según la cual la antigüedad otorgaría derechos parecidos a los del matrimonio civil. “En realidad, los años de concubinato no te dan ese tipo de derechos. El matrimonio es un contrato entre dos personas que al casarse adquieren derechos y obligaciones, como la cohabitación, la obligación de fidelidad, y de alimento”, subraya la abogada consultada. “Esa idea de que los años habilitan a tener una suerte de matrimonio, que todo lo que está dentro de la casa es tuyo, que si él compra una propiedad, la mitad te corresponde, es falsa”, reitera Fornaciari.
La abogada atiende numerosos casos en los que ve reiterarse la misma historia. “La mayoría de las mujeres se acerca cuando tienen algún conflicto o cuando aparecen terceras personas. A veces ocurre que vivieron juntos durante muchos años, que ya tienen hijos grandes, y los hombres vienen con la novedad de que han iniciado una nueva relación y que ahora quieren casarse”.
La mayor parte de las mujeres que consultan acerca de esta problemática, rondan los cincuenta, sesenta. Mujeres que acaban de enterarse de su situación y se sienten desposeídas. “Las uniones de hecho de 20 o 30 años, se formaron cuando no existía el divorcio, no les quedaba otra que juntarse. En algunos casos, el integrante de la nueva pareja que era casado se divorció y la pareja continuó igual, sin efectivizar legalmente su unión.”
María de los Angeles llora. No lo puede creer. No entiende que nunca fue la “mujer de”. Ella era presentada como “la señora del doctor tal” en todas las reuniones a las que iba. Veintiséis años juntos y cuatro hijos lo acreditaban. El menor de los chicos ya cumplió 21 años. El doctor se puso “de novio” con su secretaria, y ahora se quiere casar. María de los Angeles dejó de trabajar cuando tuvo al primer hijo. Después, trabajó de madre, ama de casa y también de “señora de”. “Ahora no sé cómo ni dónde voy a conseguir trabajo, a mi edad”, dice desesperanzada.
Norma Fornaciari no milita a favor del matrimonio. Sólo sugiere que se tengan en cuenta algunos detalles a la hora de establecerse como pareja. “Obviamente, la etapa de mayor enamoramiento no es apropiada para hacer previsiones con vistas al futuro. Durante el período de luna de miel está todo bárbaro. Pero no siempre el amor es eterno y más vale estar preparadas para todas las eventualidades. Lo primero es tomar conciencia de la situación legal en la que se vive y actuar en consecuencia”, propone la profesional entrevistada. Por ejemplo, poner todos los bienes registrables, como casas o autos, a nombre de los dos”.
Norma explica que si en los inmuebles figuran ambos integrantes de la pareja no hay problema, porque si bien no existe una sociedad conyugal, hay un condominio. Si fallece alguno de los dos, el 50 por ciento entra en sucesión y ellas o ellos conservan su parte. “Aunque parezca mentira, muchas mujeres con patrimonio propio lo venden y lo ponen a nombre de él. Cuando surge el conflicto, ella termina perdiendo la plata porque en la escritura no hizo mención que parte de ese dinero provenía de una venta de un bien de ella o que recibió en herencia”.
Julia tiene 45, es arquitecta. Hace diez años dirigía su propio estudio ubicado en una zona muy exclusiva de Recoleta. Ahora mira los clasificados en el rubro Profesionales, pero, al igual que María de los Angeles, excede largamente la edad requerida. “Me enamoré totalmente, de verdad. Compramos una casa en un country con salida al río individual. A él le encantaba navegar”, recuerda Julia con la mirada perdida en el cielorraso. “Vendí mi departamento, que no era muy grande, pero sí muy lindo. También vendí el estudio. Vendí todo, hasta un cuadro, para comprarnos juntos la casa en el río. Vivimos diez años juntos. Fue el amor de mi vida. Pero un día se nota que se cansó. Vino y me dijo que se quería separar”. Julia no había registrado nada a su nombre. Ni la casa, ni el bote, ni la cuerda que lo ataba al muelle.
Según cuenta esta especialista en derecho de familia, cuando hay hijos menores de 21, existe el régimen de tenencia, de alimentos y de casa, aun cuando fuera un bien propio del hombre porque se tiene en cuenta a los menores. “En este caso, entonces, la mujer se queda viviendo en la casa con los chicos”.

La union civil
En la ciudad de Buenos Aires existe la Ley Nº 1.004 de Unión Civil. “Cuando la Legislatura porteña la sancionó se le hizo mucha propaganda porque permitía la unión entre homosexuales, pero es para todas las parejas”, aclara la abogada. Para realizar una unión civil se firma un acta, como la de matrimonio, en la que constan los datos de las dos partes, de dos testigos y se inscribe en un registro de unión civil, “pero no te da los mismos derechos. Si bien la ley dice que habrá un trato similar al de los cónyuges, no es así porque no te da vocación hereditaria y tampoco derecho a alimento. Sólo ayuda con la obra social o la pensión. No con los bienes materiales, porque, por ejemplo, si el departamento lo compró él, es de él por más que esté unido civilmente, porque en la escritura figura como soltero”. Deshacer una unión civil es tan fácil como agarrar el bolso y pegar un portazo: “Cuando se quieren separar los que efectuaron la unión civil, cualquiera de los dos puede hacer una denuncia, que es una gestión administrativa, en el registro de unión civil”.

Cuestion de genero
Estos problemas les pasan a las mujeres que se desentienden de la administración de los bienes, cosa que delegan en el hombre. “Es un problema de género: la mayoría de los que se quedan en la calle son mujeres”, sostiene Norma Fornaciari. “A menudo, las mujeres no saben cuántas propiedades tienen, las tarjetas las maneja él, lo mismo que las cuentas bancarias. Y así pueden llegar a descubrir que ciertos bienes que creían compartir, terminan a nombre de algún miembro de la familia del ex. A veces les hacen firmar y no leen lo que están firmando, menos aún la letra chica. Confían ciegamente y permanecen en la ignorancia. Por lo menos, antes de firmar, conviene enterarse a fondo, hacer una consulta previa”, aconseja la abogada. Además de tomar conciencia de la situación legal en la que se vive, vale reiterar una norma básica: poner todas las propiedades a nombre de los dos, y no delegar totalmente la administración del dinero en el hombre. La última recomendación de Norma Fornaciari: “Guardar todas las boletas de los bienes muebles que se compran a lo largo del tiempo. Nunca está de más tomar todas las precauciones posibles.”

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