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Sábado, 28 de noviembre de 2015

COSAS VEREDES

La red enredada

Una periodista norteamericana recauda fondos para realizar una serie documental que denuncie y visibilice el acoso y la violencia online contra las mujeres.

 Por Guadalupe Treibel

“El sociólogo polaco Zygmunt Bauman distingue entre ‘turistas’ y ‘vagabundos’ en la economía moderna. Los turistas, privilegiados, se mueven por el mundo deliberadamente, buscando nuevas experiencias cuando la alegría de lo familiar se desgasta. Los vagabundos, sin poder, se reubican porque deben, porque son empujados de las calles donde nunca podrán establecerse. En Internet, los hombres son turistas; las mujeres, vagabundas”, concluía la periodista estadounidense Amanda Hess en un extensivo artículo de 2014 sobre el acoso y abuso verbal que padecen las mujeres en las redes sociales, habiendo recibido ella misma contundentes amenazas de violación vía Twitter por el mero hecho de escribir sobre tópicos sexuales y, claro, ser mujer.

Intitulada Why Women Aren’t Welcome on the Internet (en criollo, “Por qué las mujeres no somos bienvenidas a internet”), anotaba cómo, mientras a las damas se les recomienda equívocamente ignorar el aluvión de mensajes encolerizados, la implacable violencia es un asalto a sus carreras, a su salud psicológica y a su derecho de vivir libremente en línea. Derecho constantemente vulnerado que, en muchas ocasiones, acaba con el silenciamiento y la autocensura.

En ese sentido, las estadísticas que arrojan estudios varios –principalmente norteamericanos, aunque el fenómeno es global- son esclarecedoras: que, de las miles de personas que reportaron incidentes online entre 2000 y 2012 en Estados Unidos, el 72.5 por ciento fueron mujeres; que las adolescentes son más propensas a ser target de cyberbullying; que la principal razón que inspira el abuso virtual de trolls sería el género (femenino) de las víctimas; que en el 5 por ciento de los casos, el abuso pasa de la expresión 2.0 a la violencia física; que una mujer puede recibir a razón de 100 mensajes amenazadores o sexualmente explícitos por día… No por nada, muchos hablan de “brecha de seguridad digital”. Y los especialistas explican que la intención de tanta virulencia es clara: silenciar la voz de las mujeres, asustarlas, “sancionarlas”, amén de reafirmar quién lleva los pantalones.

Hiss, sin más, ejemplificaba con casos tristemente ejemplares: que, tras criticar al film The Dark Night, un anónimo escribió a la blogger Alyssa Royse “Claramente, sos una retardada; ojalá alguien te dispare y luego te viole”. Que, por especializarse en notas tech (ámbito extensamente masculino), la periodista Kathy Sierra recibió la nota virtual: “Espero que alguien te corte la garganta y eyacule sobre la herida”. Que una profesional de revista Time, Catherine Mayer, tembló frente al gratuito tuit: “Puse una bomba afuera de tu hogar. Va a detonar a las 10:47 PM y destruirá todo”. Bondades de la misoginia, señoras y señores. Y, claro, del anonimato que brindan las redes.

Por supuesto, no ocurre únicamente con muchachas entrenadas en las letras. Como explicó recientemente John Oliver en su late night show Late Week Tonight, de HBO, “alcanza con que sean mujeres, tengan una idea en la cabeza y decidan expresarla públicamente”. “Mientras Internet se ha vuelto integral para la vida moderna, también se ha convertido en una violenta caza de brujas. Y no me refiero a comentarios levemente desafortunados sino a mensajes que hacen que muchas personas teman por su integridad física. Si pensás que éste no es un problema real, felicitaciones por tener un pene y ser blanco”, remató el lúcido brit.

En este tóxico contexto, la host radial y presidenta de la Asociación de Mujeres Periodistas de Chicago, en Estados Unidos, Amy Guth, ha decidido tomar cartas en el asunto del mejor modo que conoce: comunicando. A través de cortos documentales que está financiando vía crowdfunding, y que tomarán el formato webserie con dos temporadas de entre 11 y 13 capítulos cada una. Ajá, lamentablemente tanta tela para cortar ofrece el tópico de violencia virtual… “Cuando empezás a conocer casos de suicidio y estrés postraumático, comprendés que estás frente a una crisis general”, destacó la periodista al sitio Daily Dot, sin dejar de remarcar que la intimidación “se ha convertido en una epidemia contra la salud pública”. Las cifras le dan la segunda, reportando que el 26 por ciento de las mujeres con entre 18 y 24 años ha sido perseguida virtualmente; mientras un 25 por ciento ha sido acosada sexualmente vía Internet.

De allí que Guth quiera traer conciencia sobre un estado de situación con antecedentes evidentes. Después de todo, “la reacción contra las voces femeninas es histórica, no responde exclusivamente al universo digital. Pensemos en los panfletos antisufragistas, las cartas de desaliento contra autoras y científicas de antaño, incluso la propaganda post Segunda Guerra Mundial para que las mujeres volvieran a las cocinas”. Claro que, con nuevos medios, nuevas tácticas misóginas: el cyberbulling, el porno vengativo, los comentarios sexistas en las aplicaciones de citas, el Gamergate… Todos temas que Amy promete profundizar en su serie, con fecha de estreno el año próximo. Además de incluir -bienvenidos- consejos y –potenciales- estrategias para aprender a lidiar contra los embistes.

La propia Guth ha tenido que aprender a la fuerza, tras ser target de viciosos trolls que arremetieron contra ella por el mero hecho de presidir la Asociación de Mujeres Periodistas. Con ataques por demás viciosos; finalmente, no solo hackearon sus cuentas financieras, también obtuvieron y publicaron vía Twitter la dirección de sus padres, de su hogar, entre otra info personal (incluidas imágenes tomadas desde la calle de su oficina). Todo aquello sumado a las amenazas de muerte de rigor. Y de violación. “Me gusta pensar que soy una tipa ruda, pero igual me inquieté. Me sentí una presa pronta a ser cazada”, contó recientemente quien busca recaudar 112 mil dólares para llevar adelante un proyecto que también incluirá testimonios de mujeres de otros países. Porque, como se decía antes, el endemoniado fenómeno no conoce barreras. Aunque las necesite. Con urgencia.

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