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Viernes, 18 de marzo de 2016

ARTE

En extinción

“Marcados”: retratos de una población amazónica que sufre en carne propia los embates de la minería a cielo abierto y una deforestación sin tregua.

 Por Cristina Civale

Hay algo que incomoda en los retratos de la muestra de la brasileña nacida en Suiza, Claudia Andujar (Neuchatel, 1930). Sus 80 retratos de la tribu amazónica Yanomami están tratados en planos cortos, con lxs retratadxs mirando a cámara, con dureza en la mirada, con la piel marcada por las inclemencias de la tierra brava, donde viven.

No es el gesto que provoca al que lo observa lo que parece corrido de lugar, lo que resulta inquietante son esos números que cuelgan de cada uno de los cuellos como un conteo de ganado.

Originalmente, cuando Andujar hizo su primer registro, los números tenían un sentido práctico: censar a la población que estaba siendo tratada por un equipo sanitario. La identificación permitió salvar las vidas de muchos de los Yanomamis. Fuera de ese contexto real, lo que hoy leemos en esos números está lejos de la idea de un censo sanitario.

En principio es imposible no confrontarlo con la historia de la propia artista. Muchos de sus familiares y amigxs habían sido marcadxs –los números grabados sobre la piel- y asesinadxs en los campos de concentración de la Alemania nazi. Andujar pasó su infancia en Rumania y Hungría. Durante la Segunda Guerra Mundial se exilió a Austria junto a su madre, mientras que su padre fue deportado al campo de concentración de Dachau, donde fue asesinado por la furia de los SS junto a la mayor parte de su familia.

Luego de estudiar arte en Estados Unidos, Andujar se mudó a San Pablo, ciudad que nunca abandonó y donde actualmente vive y trabaja.

Su relación con los Yanomami marcó su vida y su trabajo como fotógrafa. Así es como desde la década del 70 inicioì su trabajo junto a ellos, retratando en sus fotoreportajes los estragos provocados por la depredación forestal y minera y colaborando con la comunidad a traveìs de muìltiples iniciativas de visibilización. Andujar contribuyó en numerosos proyectos editoriales, documentales y exhibiciones sobre el Amazonas y sus poblaciones indiìgenas. Su trabajo se expuso en la Fondation Cartier de Pariìs, en la Pinacoteca do Estado de San Pablo, en el Instituto Tomie Ohtake de San Pablo, en la 12a Bienal de Estambul, en la Maison Européenne de la Photographie de Paris y en la 27ª. Bienal de San Pablo de 2007, bajo el título Cómo vivir juntos. Sus fotografiìas fueron publicadas en las revistas Life, Look, Fortune, Aperture, Realidade, Setenta y Claudia y forman parte de las colecciones del Museum of Modern Art, Nueva York, la George Eastman House, Rochester, el Amsterdam Art Museum, entre otras instituciones. En noviembre de 2016, el Instituto Inhotim, Brumadinho, Brasil inauguró un pabelloìn permanente dedicado a su obra.

Sus fotografías pueden verse no sólo como un homenaje sino como los rastros de una etnia en extinción. Si los retratados pudieron salvarse de los buscadores de oro en el siglo pasado, el siglo XXI los enfrenta a otros peligros. Como los judíos en los campos de concentración, su propia tierra, el Amazonas, puede llegar a convertirse en el comienzo de la escritura de un epitafio. La agricultura comercial, las iniciativas madereras y agropecuarias y la minería a cielo abierto pueden constituir una nueva amenaza a la integridad de las tierras yanomami, a pesar de su demarcación y homologación.

Los números colgados en los cuellos pueden leerse ahora como un conteo regresivo de un pueblo que, si la economía neoliberal lo arrasa, tendrá en la obra de Andujar su monumento a la memoria. Un destino inesperado.

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